Confesiones de amor

747 28 1
                                    

Esa mañana me desperté sobresaltada por un fuerte ruido, hubiera jurado que fue un portazo pero eso era imposible...quien más que las camareras podían entrar a nuestra habitación? Y Celia siempre esperaba a que se fuera Gaston para hacer el aseo del cuarto...

No pude seguir durmiendo así que me levante, tenía un dolor de cabeza híper insoportable por todo lo que había tomado y ni siquiera valió la pena porque lo único que recuerdo es que pase toda la noche llorando por mi charrito montaperros, hasta que me venció el sueño...

Omar vino a buscar a Gaston para ir al torneo y yo entre a darme un baño a ver si eso me hacía sentir mejor, al salir encontré a Celia en la habitación...

Celia: buenos días señora Mia, como amaneció hoy?

Mia: que no se nota? Me siento fatal Celia, no debí haber tomado como lo hice...

Celia: bueno pues por la carita que trae y la cantidad de botellas que acabo de retirar parece que sí estuvo festejando con su marido; sabe que todos comentan en el hotel que es uno de los mejores jugadores del torneo y el favorito para llevarse el título.

Mia: Gaston es un gran tenista y neta me encantaría que pueda realizar sus sueños, triunfar en su carrera deportiva y ser al menos un poquito feliz...

Celia: señora Mia porque habla así? La veo muy triste hoy, podría ayudarla en algo?

Mia: lamentablemente nadie puede ayudarme Celia; y si tienes razón hoy estoy más triste que nunca, siento una horrible opresión en el pecho y unas terribles de ganas de llorar...

Celia: pero señora esta recién casada, en plena luna de miel, y en vez de estar dichosa mire como esta... acaso tiene problemas en su matrimonio?

Ya no podía más, estaba tan angustiada y llena de dolor que necesitaba hablar con alguien y Celia siempre fue muy amable y cálida conmigo, hablar con ella era como hacerlo con Alma... Fue entonces que le conté el porqué de mi tristeza.

Mia: si Celia, este matrimonio tiene un grave problema...no hay amor. Gaston no me ama y yo tampoco lo amo a él. Como no estar triste si al casarme perdí el amor verdadero...

Celia: señora Mia que puedo decirle...

Mia: nada Celia, no digas nada solo escúchame, es lo mejor que puedes hacer por mí en este momento...

Celia me respondió con una sonrisa y se quedo callada, entonces le conté mi historia...le conté de mi Miguel.

Mia: Era mi guardaespaldas sabes? Al principio lo alucinaba, no lo podía ni ver y odiaba que estuviera todo el tiempo siguiéndome los pasos... hasta que sin darme cuenta poquito a poquito se fue ganando mi corazón.

Es tan guapo, tan tierno, tan dulce...por más de que siempre intente buscarle defectos nunca le pude encontrar ninguno; siempre pendiente de mi, cuidándome y protegiéndome de todo, incluso hasta de mi misma...

Estaba dispuesta a todo por mi charrito pero...fui tan tonta Celia, en vez de confiar en él, en el inmenso amor que me tenía y que me demostraba con cada uno de sus besos...confié en quien se decía ser mi mejor amiga.

Sabrina me manipulo de la peor manera, esa maldita perra de baldío me dijo tantas mentiras que me hirieron en lo más profundo del alma; invento que él no me amaba de verdad y que lo único que buscaba era mi dinero, que era un gigoló que vendía sus favores a mujeres ricas y de cualquier edad...bueno, hasta que aposto con el jefe de seguridad de la casa que me iba a conquistar...y yo, ingenua, le creí ciegamente y lo perdí, perdí a Miguel el día en que me case con Gaston...

Celia: Miguel? Señora Mia usted dijo Miguel?

No entendí lo que paso, de pronto Celia se puso pálida y nerviosa...como si algo la hubiera perturbado y dándome cualquier excusa salió corriendo del cuarto dejándome sola...

Una nueva esperanza de amarWhere stories live. Discover now