capitulo 13

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El coche de Jamie está aparcado en su plaza cuando regreso al apartamento. Me alegro. Con un poco de suerte no tendrá nada previsto para el resto de la tarde. Es sábado y mientras volvía por las colinas he decidido que deberíamos organizar juntas un plan de amigas. Quizá podríamos empezar por un paseo por las colinas que rodean Studio City, después darnos una ducha, vestirnos y salir a cenar y a tomar unas copas a algún lugar de moda de Los Ángeles. Después de todo soy nueva en la ciudad. Los Ángeles y yo estamos todavía en nuestra fase de luna de miel.

No tengo pensado contarle los detalles del día, pero sé que tras unas copas de vino seguramente se lo confesaré todo. Lo cierto es que esa idea me alegra. He tenido mi tiempo para ponerme melancólica, pero en este momento lo que me apetece es cenar con mi mejor amiga y dejarle que me recuerde que, por muy mal que pueda estar, no soy el peor caso de este mundo. Jamie tiene un talento especial para eso. Poco importa lo liada que me encuentre, es la única que sabe deshacer los nudos. Ella y Ollie. Supongo que esa es la razón de que sean mis mejores amigos.

Rodeo el edificio y subo los peldaños de la escalera de dos en dos hasta el 3G.

La puerta no está cerrada con llave, así que abro y entro dando grandes zancadas.

-Maldita sea, Jamie, ¿por qué no pones directamente un cartel invitando a entrar a todos los cacos de esta ciudad...? ¡Oh!

Está en casa, desde luego, sentada en el sofá mientras el televisor emite un antiguo episodio de Jeopardy! Y sentado junto a ella se encuentra Harry Styles.

Al menos lo estaba cuando he entrado, porque ahora se ha levantado y viene hacia mí. Jamie cambia de postura y recoge los pies en el sofá para mirarme por encima del hombro de Harry.

«¡Dios, qué bueno está!», articula en silencio con los labios.

Sí, lo está.

Harry sigue llevando vaqueros, pero ha cambiado la chaqueta de sport y la camisa por una simple camiseta blanca que realza sus anchos hombros y sus brazos fuertes y bronceados. Imagino esos brazos sosteniendo una raqueta y después los imagino sosteniéndome a mí.

Carraspeo.

Harry esboza una sonrisa traviesa. A pesar de que sé que apenas pasa de los treinta, es la primera vez que lo veo con un aire tan juvenil, como el de cualquier chico que me cogía de la mano mientras caminábamos por el campus. Percibo su aroma cuando se acerca -una colonia almizclada-, aunque es posible que sea su propio olor. No estoy segura. De lo que sí estoy segura es de que no puedo hacer caso omiso de su presencia ni de las reacciones de mi cuerpo. Su olor obra en mí el mismo efecto que las feromonas.

-Pero si está aquí -digo como una tonta.

-Desde luego -contesta.

-Bueno.

Contemplo el apartamento con el que me he familiarizado durante los últimos días, pero en este momento se me antoja un territorio desconocido. Dejo mi bolsa en el suelo y me escabullo hacia la cocina. Gracias a la pared que la separa del salón podré disfrutar de un instante de intimidad para reponerme.

Sin embargo me sigue y se apoya en la nevera. Le doy la espalda y voy hasta el fregadero, pero noto sus ojos en mí mientras cojo un vaso del escurridor y lo lleno con agua del grifo.

-¿Cómo es que ha venido? -le pregunto en tono jovial antes de beberme el vaso entero.

Lo lleno otra vez y me vuelvo para mirarlo. Sus ojos se clavan en los míos y me dejan paralizada.

-Quería verla -contesta, pero por su expresión sé que lo que pretende decir es: «Quería ver si se encontraba bien».

Sonrío y comprendo que su discreción significa que no ha contado nada de lo ocurrido a Jamie.

Desatame H.S. y TN (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora