El lugar donde las almas descansan...

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...

Mamá, Papá...no me escuchan...no responden. Silencio...

El sonido de las campanas mañaneras en la ciudad de Londres, resuenan bajo las grises nubes del cielo.
Me levanté de la cama frotándome los ojos con mis frías manos. Caminando despacio sin ritmo me dirijí a la cocina donde se situaba el mayordomo de la casa, que es el que se ocupaba de mi, hasta que mi tía tuviese la custodia. Un leve olor dulce a chocolate rozó mis fosas nasales.

-Buenos días joven, ¿Qué tal dormiste?-la voz grave de mi mayordomo me sacó de mis pensamientos.

-Bien...-Me limité a decir, sin ningún ánimo por el cansancio.

Comencé a desayunar mi taza de chocolate caliente con pastas hechas por Cloud. Le daba vueltas con la cucharilla al chocolate, quitando esa capa fría que se creaba encima de todo el espeso chocolate.

-Joven, la tía Lann vendrá dentro de unas horas. Prepárese antes de que venga, porque ya sabes como se pone por tu vaguería...-me dijo Cloud limpiando la cocina y cuardando el chocolate caliente que sobraba en un tarro algo mediano.

-Esta bien...

Terminé mi desayuno dejando la taza y el plato de pastas vacío, como de costumbre. Cloud siempre fué un excelente cocinero, por eso mis padres le contrataron, para poder hacer cenas familiares y comidas con invitados. Preparaba platos exquisitos, todo estaba cocinado a la perfección, cada detalle, cada punto cocinado y añadido, eran claves en su cocina. La hostelería era una especialidad que aprendió por su cuenta, sin ayuda de un mayor que le enseñase. Siempre hace mis desayunos y meriendas y siempre cosas diferentes e improvisadas.

Subo a mi cuarto casi corriendo por las escaleras. El azúcar y la temperatura del chocolate me habían levantado los ánimos. Miré mi armario, entre tantos conjuntos elegantes y clásicos, decidí ponerme una camisa, una americana azul marina, pantalones hasta las rodillas azules oscuros y un sombrero de copa mediano negro con un lazo azul. Me calcé con unos zapatos negros simples y marché rápidamente al baño, cuando el timbre sonó repetidamente. Oí la voz de mi tía entrar y saludar a Cloud. Unos tacones subían por la escalera, acercándose al baño.

-¡Hola mi pequeño!~-Me dió un beso con sonido en mi mejilla mientras me peinaba y colocaba mi sombrero. -¿Que haces con esa ropa? -me preguntó extrañada, con un tono triste. Hasta que me percaté de que ella iba con un abrigo negro con falda y botones dorados. Un vestido negro de vuelo y en su brazo derecho tenía un bolso negro y un sombrero con un velo negro con detalles de flores bordadas.

Ibamos al entierro de mis padres.

-Vamos vístete para la ocasión, no querrás que la gente te mire mal...-me cojió del brazo y me llevó a la habitación de nuevo. Miró mi armario a pleno fondo, cuando sacó un conjunto negro de americana, negra azabache aterciopelada, camisa blanca, corbata negra con el escudo de la familia en dorado en el nudo, pantalones negros hasta las rodillas, con un pliegue al final y dos botones dorados en las dos piernas en la parte exterior de la pierna a la altura de la rodilla.-¿Qué te parece? ¿Te gusta? Nunca te lo ví puesto.-lo dejó encima de la cama y buscó unos calcetines negros altos hasta la mitad del gemelo, con unos ligueros por debajo de la rodilla enganchados en los calcetines.

-...tía Lann...-le dije algo desanimado.-No quiero ir...

-Vamos...tus padres estarán muy orgullosos y felices por el hecho de que estés en su funeral...-Se acercó a mí arrodillándose y cojiéndome la mano.-No estés triste... semos fuertes y afrontemos esto...-Me sonrió de medio lado para consolarme.

Me puse el conjunto, con un poco de dificultad por no habérmelo lo puesto casi nunca, por no decir dos o tres veces en toda mi vida. Pero la verdad, me quedaba bastante elegante y resultaba atractivo. Me calcé con unos zapatos negros, mi tía me recogió con una pinza un mechón de mi pelo hacia atrás, me puso mi sombrero de copa con un lazo azul oscuro casi negro.

-Estás guapísimo!-sonrió ampliamente.

Me colocó una rosa blanca en el bolsillo del pecho de mi americana. Cojí mi capa negra de botones, y salimos de casa. Cloud nos llevó en carruaje al cementerio, bastante gente estaba reunida allí. Se ve que mis padres tenían muchos conocidos.
Pasamos Tía Lann y yo al cementerio, caminando por un largo sendero. Ella se colocó su sombrero, contrastando el color negro de velo con su naranja largo cabello ondulado, que aunque sea con el color negro, sigue estando igual de bella que siempre.

Finalmente llegamos a las tumbas...las tumbas de mis padres, que fueron enterrados juntos pero en tumbas separadas. La gente iba dejando flores encima de las tumbas, mi tía dejó su ramo de rosas rojas en medio de los dos, al estar las tumbas demasiado juntas. Tía Lann se dirigió a mí y me dijo que dejase la rosa sin palabras. Solo estiró levemente su brazo para dejarme pasar. Dejé la rosa blanca con las rosas rojas.
La gente fué marchándose, y sólo nos quedamos tía Lann y yo. Enfrente de las dos tumbas me situaba yo, mirándolas con tristeza. Tía Lann sollozaba a varios metros de mi espalda.
Nunca me he sentido más solo...mis padres han fallecido, sólo tengo a mi mayordomo y a mi tía, que están dispuestos a cuidarme en lo que puedan.

"¿Esto es de verdad la tristeza? ¿Esto es de verdad la soledad?"

-...Tía Lann, quiero preguntarte algo...-agaché la cabeza mirando al suelo.

-Dime mi amor...-Seguí sollozando a mis espldas, pero se calmó por un momento al oír mi voz.

-¿Estraré solo para siempre?-Torné la cabeza hacia un lado, sin darme la vuelta.

-No cariño...no estarás sólo...-Se acercó a mi y pasó un brazonpor encima de mis hombros, mirando las tumbas conmigo, y pensando y auto convenciéndome de que nunca iba a estar solo....

Al rato oí unos pasos proceder de mi espalda. Solo desvié la cabeza un momento para poder percatar de que un hombre alto, de pelo negro algo largo, y con una gabardina negra se situaba a bastantes metros de nosotros...

Al parecer tía Lann no lo escuchó...

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Tinta MalditaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant