Capitulo 19.Sucesos inesperados

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—Espero volver a veros pronto.―se despidió la anciana saludándolos con la mano; Jose la saludó y en cuanto se abrió la puerta caminó tras Nora.

La muchacha salió huyendo a toda velocidad por lo que tuvo que apurar el paso para no perderla de vista. Cuando consiguió salir a la calle después de dar varios empujones y disculparse por ello se encontró a Nora sentada en un banco mirando hacia el cielo; miró a su alrededor y vio un puesto de perritos calientes. Todavía se estaba muriendo de hambre, sacó la cartera del bolsillo y se acercó al puesto.

—Deme dos.―indicó al hombre.

Después de pagar, le dio un mordisco a su perrito caliente; los había probado mejores pero se moría de hambre; se sentó al lado de Nora y esperó a que la chica terminase de hablar por teléfono para entregarle el perrito caliente que había comprado para ella; Nora lo miró dudosa antes de aceptarlo y ponerse a comer.

—¿Con quién hablabas?―preguntó intentando parecer desinteresado.

—Con mi madre, le dije que viniese a buscarme.―contestó ella sin mirarlo, Jose asintió satisfecho; por un momento pensó que llamaría al rubio algo que lo molestó enormemente aunque no supo bien por qué. ―¿Cuánto te debo?

—Nada, yo invito.―Jose siguió comiendo en silencio, tarde o temprano tendrían que hablar del maldito beso que no se sacaba de la cabeza pero esperaba que fuese más bien tarde ya que no sabía que le iba a contestar a la morena cuando le preguntase por qué lo había hecho.

—No soy una experta, pero ha sido una cita horrible.―dijo Nora rompiendo el incómodo silencio que se había formado, Jose hizo una mueca y se revolvió el pelo con nerviosismo antes de sonreírle.

— Lo sé.―contestó Jose con naturalidad, hizo una bola con el papel que le sobró del perrito y lo lanzó a la papelera. Luego se acomodó en el banco echándose hacia atrás. Miró de reojo hacia la morena que todavía comía, él también debería llamar a su padre para que fuera a buscarlo. ―Espero que nuestra próxima cita salga mucho mejor.

Aseguró Jose viendo como ella se atragantaba y comenzaba a toser con fuerza, divertido le dio un par de palmaditas en la espalda.

—No va a haber "próxima" cita.―contestó ella con frialdad, Jose negó con la cabeza.

— ¿Y cómo quieres que te recuerde si apenas pasamos tiempo juntos? ―se interesó Jose levantando las cejas significativamente y golpeándola con cuidado en el costado con el paraguas; era mejor no mencionar por ahora el tema del beso.

Ya te dije que si no me has recordado aún, ya no lo harás.―Nora agarró el paraguas y se puso en pie para luego ponerse a tirar de él, Jose se aferró con fuerza el paraguas.

— ¿Por qué no me lo dices y ya está? ―curioseó Jose soltando un poco para luego tirar con fuerza hacia él.

—  Porque no. ―contestó ella con simpleza.

—No pudo ser algo tan horrible como para que todavía me odies, creo que estás exagerando.―Nora se quedó en silencio y siguió tirando del paraguas mientras Jose la observaba, por su reacción ante sus palabras sí que debió hacerle algo bastante malo. ―No sé qué te hice pero lo siento.

— No acepto tus disculpas, y ahora dame mi paraguas.―dijo ella con voz fría; Jose entrecerró los ojos enfadado.

¿¡Cómo que no aceptaba sus disculpas!? ¡Pero quién se creía ella que era! ¡Sólo trataba de ser amable y acabar con sus diferencias! Pues a la mierda todo, si no quería perdonarlo por lo que fuera que le hizo en la edad de piedra pues allá ella; no tenía porque soportar más a esa irritante chica que lo único que hacía era ponerlo de los nervios, pegarle e insultarlo.

Tienes que ser tú (TQST Libro #1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora