Capítulo 37

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Gracias por su apoyo con el asunto del robo de la novela, son lo máximo :')

Observó, cómodamente sentado, desde su auto a las razones de su vida, las cuatro razones para que él siguiera con ganas y fuerzas para vivir. Su esposa y sus hijos eran todo para él, ahora nada le faltaba, él siempre se había negado a eso; al amor, a tener otras razones para luchar además de su primer hijo. Unos años atrás se había prometido no volver a confiar en nadie, luchar por lo unico importante en su vida, Theo había sido su fuerza; el pequeño lo animaba con tan sólo esbozar una sonrisa, eso significaba que su padre estaba haciendo las cosas bien... significaba que nada les faltaba y que podían estar solos sin algún problema, sólo ellos dos.

Pero entonces Theo creció, notó que le faltaba algo y muy astuto se propuso buscarlo hasta encontrarlo. Su pequeño se había encaprichado con Hilary hasta conseguir lo que quería. Alexander no pudo negarse, Hilary lo había atrapado, ella le había hecho dudar sobre mantenerse en la idea de estar solo, de ocultarse detrás de una actitud amarga y fría. Su ahora esposa era la indicada para él, era la mujer que lo haría felíz; y cómo no, si ya le había dado dos bellas razones más para luchar.

Salió del auto tomándose un tiempo para seguir admirando a su familia.

—¡Alex! — su esposa lo llamó al verlo de pié a un costado de su auto.— ¿Qué pasa, cariño?. Entra, nuestros padres no tardan en llegar.

Él sonrió sacando las bolsas de comida que había comprado, su familia llegaría pronto pues iban a festejar que él, Hilary y sus hijos tenían nueva casa.

—¡Niñas, Theo esta ocupado, dejen de molestarlo! —Hilary gruñó en cuanto él entró, sus pequeñas hijas la miraron con unas sonrisitas en sus respectivos rostros.

Tracy y Ashley de 5 años de edad era un desastre juntas, las gemelas se asociaban para hacer de las suyas en todo momento, eran unaa niñas adorables con el cabello castaño al igual que el de su madre, los ojos azules cómo los de su padre y las sonrisas del pequeño Theo. Las pequeñas eran un tornado juntas pero sus padres las amaban demasiado.

Theo había cumplido sus 8 años de edad, iba a la primaria, sus dotes de hermano mayor se hacían presentes cuando se trataba de sus hermanas, el niño seguía siendo todo ternura y dulzura más aún cuándo trataba de comportarse como todo un adulto al momento de cuidar a las gemelas.

—Está bien Mami, ya he terminado mi tarea —comentó Theo mientras las gemelas lo abrazaban. Hilary le sonrió con dulzura.

—La comida llegó —anunció Alexander. Al verlo, las pequeñas castañas soltaron a su hermano y corrieron hacia su padre gritando con emoción.

—¡Papi!, ¡Papi! —llamó Ashley, la mayor, tirando de los pantalones de su padre.

—¡Yo hablaré primero! —exigió Tracy.

—No, yo primero porque soy la mayor —contradijo Ashley

—Sólo por unos minutos en los que mamá no me dejó salir —aclaró la pequeña Tracy, Hilary la miró con sorpresa.

—¡¿Quién te dijo eso?! —exigió saber.

—Tío Bruno —respondió la pequeña, orgullosa. Su madre sólo suspiró con resignación, el hombre solía ir casi a diario por las gemelas mientras Theo estudiaba, las llevaba al cine, a las plazas y a cualquier lugar que se le ocurriera. Con apenas cinco años las gemelas ya conocían casi de todo y eso era gracias a su tío Bruno.

—Hablará la primera que me traiga... ¡Uno de los zapatos de su madre!

Al instante las dos pequeñas castañas se tomaron de las manos y juntas corrieron hacia su madre tratando de quitarle los zapatos, Hilary fulminó a su esposo con la mirada, éste sonrió inocente mientras ponía las bolsas sobre la mesa.

Padre SolteroWhere stories live. Discover now