Capítulo 1

6K 324 35
                                    

El día amanecía con el cielo teñido de nubes que amenazaban con una próxima tormenta, la multitud de personas que solían acampar en las puertas que conducían al Homeland se encontraban anormalmente calmas, pero la tensión podía respirarse en el ambiente, aquella que había nacido en el mismo instante en el que la ONE había echado sus raíces en California, Estados Unidos, formando allí una sede a partir del territorio que el Gobierno les había cedido como compensación por haber apoyado inconscientemente el proyecto que les había creado.

La llegada de las nuevas especies significo un cambio radical en la sociedad del mundo entero; había quienes les observaban como una evolución necesaria de la raza humana debido a sus capacidades especiales y a un sistema inmunológico que les hacia físicamente superiores, otros pocos, como nada más que unos experimentos fallidos, ya que, a pesar de haber sido creados con total éxito, se encontraban en un número limitado y se tenía la creencia de que no podían reproducirse, pero hubo muchos que voltearon sus ojos hacia ellos con total repugnancia y malestar, pues para ellos no significaban más que una amenaza que día a día, ya que su genética les diferenciaba del resto de la humanidad y las diferencias como ellos no eran bienvenidos.

Una vez puestos en libertad, habían tenido que aprender a vivir como una sociedad apartada, con sus propias leyes y su propio gobierno. Al principio, hubo muchos humanos dispuestos a ayudarles, pero hubo también aquellos que se aprovecharon de su ingenuidad, por lo cual, decidieron tomar la seguridad de sus tierras en sus manos, creando así su propia administración.

El desprecio, los insultos y las amenazas que conllevaron aquellos cambios no les eran ajenos, habían aprendido a convivir con no ser aceptados, por ello, aquella mañana, cuando el silencio reino tras los muros que les protegían (y separaban) del resto de la humanidad, muchos de ellos se vieron extrañados, puesto que el suceso era algo atípico y alarmante.

-Esto ha estado muy callado por varios minutos.-dijo Book, pasando una de sus manos por su cabello, a su lado, Jinx asintió, pero no agrego ningún comentario mientras terminaba de colocarse su chaleco antibalas.

-¿Crees que este es el comienzo de una bonita amistad?-insistió el macho, desplegando una gran sonrisa irónica que causo que su compañero bufara.

-Quizás, lo sea. ¿Por qué no vas afuera a preguntarles, Book? Inclusive puedes ir a conceder abrazos, dicen que los humanos lo aprecian.- contesto Jinx, mientras acomodaba su largo cabello azabache en una cola de caballo. Book hizo una mueca, pero no agrego nada más mientras seguía los mismos pasos que su amigo, vistiéndose con el uniforme reglamentario de la ONE, que los certificaba como oficiales de alto rango dentro de la instalación.

El uniforme además de diferenciarlos del resto de la población civil, también servía como un mecanismo de defensa ya que, el pasamontañas cubría por completo aquellas facciones en su rostro que les diferenciaba del resto de las personas, haciendo difícil su reconocimiento.

Al terminar de alistarse, Jinx se despidió de su compañero y comenzó a hacer su camino hacia su trabajo. Un viento frío le dio la bienvenida mientras se instalaba en su puesto habitual, a unos metros de distancia, un guardia humano alzo sus ojos hacia él, inclinando la cabeza en señal de saludo. Ambos permanecieron en silencio, contemplando a la gente que se arremolinaba en torno al complejo, estoicos, a pesar de las múltiples maldiciones dirigidas hacia ellos, cuyo único propósito era obtener una respuesta agresiva de su parte con la cual beneficiarse. Pero los insultos pronto se transformaron en murmullos y gritos ahogados; las personas ya no miraban en dirección a las murallas y aquello llamo la atención de Jinx.

-No les sigas la corriente.-dijo una voz a su lado, que reconoció como la de Jordan, un oficial SWAT, miembro del equipo de trabajo bajo las ordenes de Trey Roberts, que había sido personalmente escogido por Tim Oberto para las tareas de vigilancia. El hombre era conocido por ser poco paciente y totalmente extremista en sus ideales. A menudo, sus acciones le hacían creer a Jinx, probablemente odiaba más a los humanos, de lo que él lo hacía.

Jinx.Where stories live. Discover now