Aviso de porno.

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Alid

Llegué a la casa de Jesús, casi me hechaba para atrás. Nunca había estado con un hombre. La verdad es que no me atraen los hombres pero dicen que cuando pruebas ambas cosas, te gustan ambas cosas.

Avisé a Jesús en un mensaje para que me abriera. Apareció en la puerta riéndose.

-Vivo solo, no despertaremos a nadie.

-¿Serás suave? Nunca estuve con un hombre.

-Lo suave que pueda, pero quisiera vengar a esas chicas del trabajo que vi llorar cuando te las tiraste y no les daste nada de lo prometido.

-Si haces eso, no te daré el dinero.

-Si no me lo das, lo haré.- le dí los veinte euros.- Perfecto. Pasa.

Fuimos a su cuarto, una cama amplia, en la mesita de noche tenía un bote rosa, un rollo de papel, un paquete de toallitas y un pequeño dildo.

-Tengo que ayudarte a relajar primero, jefe.- Jesús empezó a besarme, se sentía algo incómodo pero lo seguí. Empezó a tocarme abajo y me olvidé de mis tabúes.

Él sabía llevarlo, sabía desvestir, sabía relajar. Cuando ya la tuve levantada, él bajó y se puso a chuparla.

No me hacía falta imaginar que era una mujer, me gustaba verlo, nunca una chica lo hizo tan bien.

-Alid, túmbate.- le hice caso, en ello ví que él también estaba excitado.

En la cama se puso en postura de sesenta y nueve. No sabía que los hombres lo harían. Nunca había chupado una polla, pero trataba de hacerlo.

-Alid, para, lo haces mal... mejor provemos otra cosa.

Me puse en cuatro, como él me pedía y traté de relajarme. Me puso el líquido de la botella rosada en el ano y en el pequeño dildo.

Cuando pasó unos minutos, se sentía caliente ese líquido y noté entrar el dildo. Me dejé hacer, me gustaba.

-Ten...go... un lu...brican...te en... e... bolsillo del.... pantalón.- él fue a cojer el lubricante.

-Éste es genial. ¿Estás preparado para algo más grande?

-Creo... que sí.

Se puso un condón de mi bolsillo y se puso encima más lubricante. Lo metió despacio, notaba como entraba, dolía pero me aguanté.

-Tendré cuidado, tranquilo.

Mi pene se había bajado por los nervios, Jesús lo empezó a tocar un poco. Eso me hizo concentrar en ello y el pudo moverse mejor.

Él gemía, su voz ronca me excitaba, olvidé el dolor y me concentré en el placer.

Quizá eso de que si lo pruebas no lo puedes dejar, sea verdad.

¿Hetero, homosexual o bisexsual?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora