Próximo encuentro.

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Pasaron semanas y la idea  de llamar a mi padre pasaba por mi cabeza  frecuentemente pero tenía miedo, no de él, sino de otra inexplicable cosa que ni yo lograba entender.

¿No era ya suficiente la decepción que les había dado como para yo "merecerme" tal regalo?

 La rutina era  constante en mi vida, controles, síntomas y trabajar de manera más suave porque todos a mi alrededor siempre me pedían tener cuidado a pesar de que yo me sentía capaz hasta de escalar una montaña.

Un número desconocido llama a mi celular.

—¿Aló? — contesté en un tono de voz despreocupado.

—¿Entonces no invitas, eh? — contesta la voz al otro lado de la línea. Mathew, claro.

—Bueno. ¿Qué pasa? —digo a punto de echarme a reír sin razón alguna. 

  —Necesitamos resolver las cosas como gente adulta no adulta. Gente madura que debe asumir sus conse...

— ¿Qué? —me río a carcajadas— . ¿Qué es esto? Vaya, Mathew siendo serio ya asumiendo errores.

—Es en serio, creo que ya es hora de dejar los juegos, es obvio que al bebé no le falta mucho por nacer y que no es que estés tan bien.

—No creo que sea de tu incumbencia si estoy bien o mal pero por primera vez te doy la razón, vamos a asumir esto como gente adulta y dar la cara.

—Café OMA, el sábado a las 12:00 pm. No me falles. —en seguida colgó dejándome con la palabra en la boca.

"Tú lo hiciste." 

EMBARAZO ADOLESCENTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora