Capítulo 22

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Los que dijeron que en algún momento mi corazón sanaría y dejaría de sentirlo adolorido, casi tuvieron razón. Ya no me dolía el corazón por Esteban, al menos no como antes, no como al principio, aún se sentía roto, pero no dolía con la misma intensidad. Y es que, a pesar de todos los años que habían pasado... no podía olvidarlo.

Quizá era que yo deseaba mantenerlo en mi memoria. Quizá mi corazón se negaba a matar esa esperanza que tuve, lo cual era estúpido, no solo porque él se había ido de la manera en que lo hizo, sino porque en casi 5 años no había sabido nada de él.

Ahora era toda una arquitecta, trabajaba en un despacho enfocado en la arquitectura con características sostenibles, justo como siempre lo había deseado. Ya no vivía en casa de mis padres y ¿mis "novios"?... pues, con mis novios no llegaba a durar ni un año, sin importar cuanto me esforzara, las relaciones no duraban por una o varias razones. Quizá al final no me esforzaba tanto, seguramente porque tampoco los llegué a amar. Los quisé, pero nunca hubo algo más.

Una parte de mi se sentía apagada desde aquella despedida forzada, así que, prefería enfocarme en mi trabajo y olvidarme del amor. A diferencia de mis sentimientos, mi carrera era fácil de controlar, por lo tanto, lo demás podía esperar, ya llegaría alguien y si no llegaba, tampoco era que me preocupara mucho.

***

Casi no tomaba vacaciones, pero visitaba a mi familia con regularidad, solía asistir a las reuniones familiares y la fiesta de cumpleaños de mi sobrina Ágatha, jamás me la perdía. Ella con sus casi 3 años de vida, era mi adoración.

Para aquella fiesta llegué un par de días antes para ayudar a mi hermana con los preparativos, después de que ella y mi cuñado tardaron tanto en decidirse a tener familia, ahora ya estaban esperando otro bebe. Por suerte yo no tenía mucho trabajo en ese entonces, así que, todo se me acomodó perfecto.

Mientras caminábamos yo llevaba en brazos a la pequeña Ágatha, así mi hermana podía llegar a las tiendas que necesitara con más tranquilidad mientras yo disfrutaba a mi sobrina. Todo transcurría normal, era una pesadilla andar de compras con mi hermana embarazada, pero todo iba normal hasta que algo o mejor dicho alguien a quien creí ver, me distrajo, tal fue mi abstracción que nisiquiera me di cuenta de que Alicia ya había salido de la tienda a la que había entrado y estaba frente a mi

- Sofí... ¡Sofí!

- ¡Ay! Alicia, me asustaste, no vi que llegaste... ¿qué paso?

- Es lo que yo pregunto, ¿qué pasó?, de repente te fuiste a otro mundo viendo quién sabe qué, ni te percataste cuando me paré junto a ti

- Disculpa – reí un poco por lo absurdo que resultó todo - es solo que creí ver a alguien

- ¿A alguien?

- Sí, pero al parecer lo confundí

Era evidente que lo confundí, porque al ver con más detenimiento a la persona que llamó mi atención, noté que no había mucho en común

- ¿Ese alguien era cierto doctor?

- Sí

- ¡¿Sigues pensando en él?!

- No puedo evitarlo – admití con timidez -

- Ya dejalo ir Sofi

- No sabes cuántas veces he intentado dejarlo ir y se va... por un tiempo. Pero, siempre vuelve. La diferencia es que ahora su recuerdo ya no duele

- Los recuerdos, por lo general, no duelen. Lo que duele es el "hubiera" que encierran

- Quizá tienes razón

- Y en lo que también tengo razón es en que ya deberías de buscar a otro chico y no estar aferrada a la nada, a un fantasma que solo estuvo en tu memoria

- Oye, eso duele

- Lo sé, pero no quiero que más "hubiera" te atormenten y te sigan doliendo. Conoce a más chicos, dales la oportunidad y date la oportunidad de conocerlos, de tomarlos en serio, de enamorarte de ellos

- Suena tan fácil

Esa noche hubo una cena en casa de mis padres solo por el placer de reunirnos con la familia. Estuvieron con nosotros algunas tías, mis primas con su familia y por supuesto mi hermana. Fue una buena velada llena de mucha charla, de anécdotas, risas y comida deliciosa. Después de que todos se fueron, ayudé a mamá a recoger un poco del desastre que siempre queda en los lugares cuando hay visita y me fuí a mi habitación a descansar, aunque no pude dormirme pronto, las palabras de Alicia retumbában en mi cabeza: ya deberías de buscar a otro chico y no estar aferrada a la nada, a un fantasma que solo estuvo en tu memoria

Quizá mi hermana tenía razón, debería obligarme a olvidarlo, hacer el esfuerzo por enterrarlo en mi pasado, dejarlo como un lindo recuerdo y no como una esperanza eterna. Curiosamente al pensar en todo eso, comencé a extrañarlo como nunca, las lagrimas volvieron a brotar empapando mis mejillas y de nuevo mi almohada era cómplice de ese dolor.

Lo extrañaba demasiado, pero la ilusión de verlo de nuevo era cada vez más borrosa, parecía más que imposible, una idea  irreal. La vida después de él había continuado y yo debía continuar también. 


Hasta la RaízWhere stories live. Discover now