Tarde se daría cuenta que su precipitada decisión no era apropiada.


¡Solo fueron veinticinco minutos más!

¡VEINTICINCO   PUTOS    MINUTOS!

Estaba sudada, con el rostro morado, respirando exhausta y sus pies gritando en silencio rogando por un descanso.

No llevaba ni la mitad del recorrido y ya no podía seguir: el calor de verano a la hora que el sol irradia con más fuerza, el calzado inadecuado y sin gota de agua para mitigar la sed no eran la combinación perfecta para caminar a orillas de la carretera bajo una temperatura de más de treinta y tres grados.

¡Pero cuando te encuentre te voy a....!

—¡Ouch! ¡Ouch!— no vio una pequeña piedra que estaba justo en su camino y se lastimó el pie descalzo.

Delante había una gran roca, dando saltos con un pie fue y se sentó a descansar un momento, sus pies sintieron alivio cuando los empezó a masajear sin importarle que estuvieran sucios por caminar descalza los últimos par de kilómetros, tenía raspaduras en las plantas de los pies, en el dedo pequeño se había formado una ampolla que le ardía sin parar, le dio una mirada a la herida que aunque no era tan grande, la sentía como del tamaño de Texas.

Lo que daría por una botella de agua   Pensó con la garganta y labios resecos sedientos por un poco de líquido que refrescara su organismo.

Sacó el celular pero no encontró señal que la hiciera comunicarse a su casa, miró a ambos lados de la carretera pero estaba desierta, el último auto que vio había pasado alrededor de una hora pero todavía no se sentía cansada así que no le pidió "aventon" y se recrimino a ella misma por tomar decisiones con la cabeza caliente, enojada.

¡ Y  todo  por  la  culpa  de  Rayder  Hunter !

¡ESE PEDAZO DE...!

Jade escuchó el motor de un auto aproximándose, se puso de pie pensando en pedir ayuda y cuando se dio cuenta de quien se trataba, una fuerza interior recorrió su cuerpo llenándola de coraje y quiso emprender de nuevo la caminata pero sus pies lastimados no coincidieron con la idea, el dolor cada vez era más intenso como para continuar y no tuvo remedio que volverse a sentar en la roca.

*****


Rayder la reconoció a la distancia y aceleró, dio vuelta en U y estacionó la camioneta. Ella lo miraba con ojos asesinos pero no era para menos, después de todo él la había dejado sola en el pueblo después de esperarla como un idiota por quince minutos.

Pudo ir al bar a buscarla pero ese no era su trabajo, bastante tenía con que ella pensara que era su niñero y encima, su chófer. Además él le había dicho que fuera puntual y si quedaron de verse en una hora en específico lo menos que podía hacer era cumplir, aunque sea algo insignificante como llegar a la hora acordada. Y no lo pensó demasiado, darle una lección, dejarla sola y que encontrara quien la llevara a la Base.

Encendió la camioneta y se marchó del pueblo sin mirar atrás, llegó a Fort Lee pero no pudo pasar de la reja, un remordimiento le carcomía la conciencia, no había dejado a cualquier muchacha plantada, el General la había puesto bajo su cuidado confiando que haría bien su trabajo ¿Y qué hace él?  La deja sola a su suerte.

La hija del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora