Una luz al final del camino

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CAPÍTULO 2


Hermione

Llevaba abrazada a Harry algunos minutos, de pronto mi llanto se volvió lento, mi mente vagaba en un lugar sin rumbo fijo, los recuerdos pararon y el huracán dentro de mí también lo hizo. Tenía que volver a la realidad pero no quería enfrentarme de nuevo al dolor que había sentido, pude dañar a Harry o Ron por dejarme llevar, no podía volver a ocurrir. Seguía de rodillas en el piso lleno de escombros, hacia demasiado frío en especial en mi rostro, debido a las lagrimas que se habían secado por medio del viento, mi amigo no me decía nada sólo se balanceaba al compás conmigo, hasta que logré tranquilizarme por completo.

La guerra había llegado a su fin y se supone que debería de estar en paz y en cambio no encontraba eso por ningún lado.

Debemos levantarnos Hermione, ven conmigo necesitas dormir y descansar un poco —me dijo intentando levantarme.

No quiero.

Por favor Hermione, no te dejes vencer, no ahora, él estaba orgulloso de ti, de todo lo que lograste, quería que salieras adelante y... 

Cállate, todo lo que logré fue porque él me indicaba el camino, cada decisión estaba supervisada por él, ahora sólo quiero estar sola —lo interrumpí y me levanté.

Lo primero que vi fue a Ron, extrañado ante mi actitud, me detuve de golpe, ¿qué se supone que le iba a decir?

¿Hermione?, ¿qué te pasa? —me preguntó él, quien hacía un par de horas era mi pelirrojo.

¿Qué me pasa de que Ron? —seguí de liso para irme, pero me detuvo del brazo.

¿Por qué mierdas llorabas? —me quedé callada, no quería responderle—. Dime por todos los magos que no es por Snape.

¿Y qué si es por él? —me le encaré.

La ira empezaba a fluir dentro de mi cuerpo como veneno queriendo salir por alguna parte, podía herirlo, lo sabía, no quería hacerlo, yo llevaba amándole casi cinco años o al menos eso era lo que creía, la verdad no tenía idea de qué era lo que ocurría dentro de mí.

A ver Herms, déjame ponerte al día, es un maldito traidor, asesino, mortifago, odia a Harry, intentó matarlo eh, ¿ya te mencioné también que es el mismo cobarde homicida que le arrebató la vida a Dumbledore? —lo que tanto me temía, el coraje había vuelto a mis manos y no podía detenerlo.

¡Él-no-es-un-cobarde! —le dije despacio apuntándole con la varita, Severus era un hombre maravilloso, el hombre al que yo amé y me di cuenta demasiado tarde—. No vuelvas a decirle así Ron, él tuvo las agallas que nadie de aquí los presentes tuvo.

Pero de ¿qué demonios hablas? Y baja la varita, mato a Dumbledore, hirió a George, ¿quieres que empiece a recitarte las víctimas de ese asqueroso bastardo? —me importaba un comino estaba a punto de arrojarle una maldición, no sabía cuál pero mi mente y mi sentimientos dictarían la adecuada.

¡NO HERMIONE! —llegó Harry a detenerme y lo miraba a él también con odio—. Vete ¿vale?, necesitas estar sola unos minutos —no necesité más, me retiré caminando hacia las mazmorras, un refugio un poco doloroso pero necesitaba sentir su presencia, oler a él, verlo, pero no en como estaba en la casa de los gritos.

Podía ver como muchos me observaban ante el teatrito que había organizado, no me importaba nada, caminé por lo que quedaba de castillo y bajé las escaleras hacia las mazmorras, entré a su despacho y mis ojos se empezaron a humedecer, pareciera que había sido apenas unas horas desde que había estado ahí por última vez antes de que el profesor Dumbledore muriera, me acerqué a la área del librero y toqué la puerta de madera rustica y dije la contraseña.

Siempre te estaré esperando Severus... (Sevmione)Where stories live. Discover now