Treinta

3.8K 307 8
                                    

Asiento sin saber que decir.

El chico que tengo delante es moreno, con ojos marrones pero brillantes. No es feo. Tampoco es un bombón, pero no es incómodo de mirar.

—Toma —me entrega un papel.

Miro la hoja de libreta arrancada con curiosidad.

“Una oferta muy tentadora que quizás acepte algún día...

                        PD: Sonríe más,
                                                       Keith. ”

La releo un par de veces, e, irremediablemente, se me escapa una sonrisa.

—Espera —detengo al chico que intenta alejarse—. ¿No eres Keith, verdad? —niega con la cabeza—. ¿Quién te ha dado esto?

—Un tipo con una gorra.

Miro donde señala con la cabeza. Un chico con la cabeza baja y ocultándose tras una gorra sale de la cafetería. No logro verle la cara, pero puedo notar unos rebeldes mechones claros cubrir su nuca.

Es rubio. O castaño claro.

Eso reduce los posibles sospechosos. Noto mis mejillas brillar como manzanas recién pulidas por esta pequeña pista.

Torpemente cojo mi mochila y teléfono móvil para echar a correr en la misma dirección que se ha ido Keith.

Voy lo más rápido que mis viejas zapatillas me permiten. No puedo perderlo de vista. No ahora que estoy tan cerca de conocerlo.

Por unos segundos distingo la gorra negra entre todas las cabezas.

Es alto.

¡Sííí! Gracioso, dulce, misterioso, rubio y alto. ¡Esto cada vez va a mejor!

Por culpa de mi pequeño subidón de emoción, la gorra desaparece de  mi campo de visión y quedo en medio de la marabunta de estudiantes.

¿Quién demonios eres, Keith?

Lo que esconde tu sonrisa.Where stories live. Discover now