—¿Quien?— frunció el entrecejo y sintió algo parecido a...¿celos?

—Joe. ¿Todavía es dueño de The Bucket Trade?

—¿El bar? Si. No pensarás entrar por la puerta trasera como lo hacías antes.

Negó —Supongo que ésta vez entraré por la puerta principal ¡ahora ya soy legal!— empezó a reír.

Legalmente para mas que eso   Pensó Rayder. Desde que entró a la cocina no podía apartar la mirada del cuerpo de Jade, estaba descalza, sus uñas estaban pintadas de un color distinto, la misma cadena en el tobillo, vestía un short a rallas de colores, una blusa naranja y el cabello suelto.

¡Esas piernas me van a volver loco!

¿¡Cómo demonios voy a concentrarme con ella vestida así!?

Desayunaron en aparente calma, solo miradas furtivas y pensamientos subidos de tono se cruzaban por sus mentes, se sentía el ambiente con una extraña electricidad que los dos notaron pero ninguno se atrevió a decir algo, al menos en voz alta.

¡Como se le verá el trasero con ese pantalón!  ¡Dios por favor se bueno conmigo y has que se levante!    ¡Alborotador de hormonas!  Mmmm  Pensaba ella.

...Y luego ir recorriendo con mi lengua lo largo de sus piernas hasta probar su dulce...oh maldición tengo una erección  ¡granadas! ¡bombas!   Pensaba él.

Terminaron de desayunar, dieron las gracias a Greta y salieron de la cocina.

—Vuelvo en un segundo, voy a ponerme los zapatos— dijo y subió corriendo las escaleras sonriendo, fue a su habitación, se puso los zapatos, perfume en el cuello y bajó de nuevo para reunirse con él.

Cuando Rayder la vio frunció el entrecejo.

—¿Si quiera puedes caminar con esos zancos?— le dijo señalando sus zapatos.

Eran unas sandalias de plataforma con estampado colorido que la hacían lucir más alta.

—¿No son hermosos?

—Mas bien parecen aparatos de tortura.

—No sabes nada de moda, así que tu opinión no cuenta. Se me ven fenomenal y son bastante cómodas para que lo sepas.  ¡Greta ya nos vamos!— le gritó desde la sala. 

—Que les vaya bien muchachos, ¡pórtense bien!

—¡Nunca!— respondió Jade y Rayder se aguantó la risa.

Salieron de la casa y caminaron hasta el chevrolet caprice.

—Espera un minuto— dijo Rayder.

—¿Qué pasa?— preguntó jugando con las llaves que traía en la mano.

—Soy conocido en la Base y tengo una reputación que mantener. No me van a ver dentro de ese vejestorio ¡parece una carroza fúnebre!

—¡Oye! Señal de alarma aquí chico. No tienes por que insultar de esa manera a mi precioso auto, es un clásico no un vejestorio así que retira lo dicho ahora.

—No lo haré— se cruzó de brazos —es la verdad ¿cuántos años tiene? Es viejo y seguro que lento. ¿Tienes los papeles en regla? No deberían permitir que eso ande en las calles— dijo burlón —si tu auto fuera una persona estarías saliendo con...¡Sean Connery!

—Un abuelo de lo mas elegante, tiene el porte que muchos actores y cantantes jóvenes ya quisieran. Igual de galán que mi auto.

—Eso piensas porque no conoces lo que es bueno. Deja que te muestre lo que es tener un auto de verdad.

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now