Concierto en la calle

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— ¡Increíble! Va a ver música de todo tipo—gritó un pequeño.

—Yo quiero escuchar de la música clásica—dijo la niña de mi collar.

—¿Cómo?—dije en voz alta y miré el volante. La escuela artística y musical en la que estudio iba a dar un concierto gratis en la calle en la que nos encontrábamos, con los mejores artistas que tenía la escuela, incluyendo a los profesores.—Esto es....

—Termina de leerlo todo—sugeriste.

Hice eso y me quedé asombrada—¡No puede ser!—mi nombre y el tuyo estaban ahí con una participación en el show—¿Cómo no me enteré de esto?

—Es porque era una sorpresa, les dije a los demás profesores que mantuvieran esto en secreto, únicamente lo saben los mejores músicos de la escuela. Los demás vendrán a ayudar a darles de comer a las personas y también hay un grupo que darán ropa y abrigo.

— ¿Pero cómo es posible esto?—No podía creerlo, y en mi incredulidad comenzaron a llegar mis compañeros de clases con más comida para las demás personas, apareció un camión del cual estaban bajando bocinas y sonido. También estaban montando un escenario y transportando instrumentos, me percaté que había nuevos instrumentos.

—Esto es como un sueño, nunca creí que podíamos compartir música mientras somos serviciales—te dije.

—Me alegra que te guste.

—Y a mí me alegra que te guste yo. Nadie haría algo como esto por mí, no sé qué haría sin ti. Gracias, te quiero—besé tus labios con ternura, postré las palmas de mis manos en tu rostro, recargué mi frente en la tuya y suspiré con una inmensa paz en todo mi ser.

Me di cuenta que nunca conocería a alguien como tú, afinabas la vida con tu risa, con esa armonía de tus ojos y con el corazón lleno de amor y melodías. Eras la mejor persona que conocía.

Te amaba, porque tú no agitabas mi corazón, tú lo hacías danzar con alegría.

Después continué repartiendo comida y volantes.

Fui servicial con gente de todo tipo de edad, disfruté mucho ese tiempo con las personas, y evangelicé, pues era cristiana y para mí era importante revelar la verdad, el Señor nos ama tanto, nunca nos abandona, tiene cuidado de nosotros, y forma propósitos, él quería que fuéramos con los niños que estaban ahí para ayudarlos, por fin comprendí que en la vida nosotros somos el instrumento y Dios el verdadero y único artista.

Caí rendida, él era como esa suave melodía que escucho en mi mente en tranquilidad e inquietud y que al cerrar los ojos sigo escuchando, así era él, el único capaz de provocar esa paz y música en mi corazón.

•••

Sólo faltaban minutos para la abertura del concierto, y estaba meramente emocionada.
Jamás pasó por mi mente que a las persona les gustaría tanto la idea de tocarles música para ellos, decían que era un privilegio poder escuchar música delicada como la de nosotros. 

Y es que la música  quizá no cure el cuerpo o la fatiga, pero alivia el alma. Ver sonreír aquellas personas, fue de lo más bonito que veré en toda mi vida.   

Entonces me llenó de valor, y subí al escenario como solista, dando lo mejor de mí, el piano.

Mi inspiración provenía de las fuerzas celestiales, con un coro de ángeles. Continúe tocando sin saltarme ni una sola nota mientras pensaba en lo agradecida que estaba por esta vida que Dios me había regalado. Simplemente este día cambio mi vida y la forma de ver las cosas. Incluí alabanzas, y cánticos como agradecimientos. Esa noche cantó mi corazón hasta el cielo.

Después de mi presentación, seguías tú y la guitarra, me dedicaste una canción indirectamente, pronunciaste mi nombre al principio de la canción y enseguida me sonreíste desde la audiencia y guiñaste el ojo.

Las personas aplaudían sin cansarse, en verdad disfrutaban del concierto tanto como yo.

Regalamos uno que otro instrumento nuevo que trajimos. Y al final del show todos los músicos tocamos juntos, no estuve cerca de ti, pero nos mirábamos de reojo de vez en cuando, y suaves sonidos sentía al estar a lado de esta familia musical, parecía una lluvia de música y notas.

Terminamos dándonos la mano y agradeciendo con una caravana. La gente se levantó de sus asientos y aplaudió con fuerza, sus palmas decían que esto era música verdadera.

Te miré y noté que eras realmente feliz en un escenario, con la vista dirigida únicamente al público. Sentí admiración y orgullo. Estaba más que segura de algo sobre ti.

A un músico ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora