Capítulo 5

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Cuando la puerta de carga del avión en el que habían escapado terminó de abrirse Jemma pudo distinguir a un grupo reducido de personas al final del pasillo acercándose a ellos. Podía ver a Coulson, a May y a Trip acercándose y la chica que corría hacia ella debía de ser Skye. Sí, sin duda era su amiga.

Cuando estaba tan solo a unos metros de ella, Jemma abrió los brazos para recibirla. La joven hacker casi la derriva de la fuerza del abrazo.

- Jemma Simmons, te he echado de menos - confesó.

- Yo también te he echado de menos, Skye - admitió Jemma sin soltarla. Era genial sentirse en casa después de todo lo que había pasado.

- Coulson me lo ha contado todo - le susurró Skye antes de romper el abrazo - Todo va a salir bien, ya verás.

Le dio un cariñoso beso en la mejilla y se separó de ella justo cuando llegaron los demás para recibirla.

- Bienvenida a casa Agente Simmons - la saludó Coulson con una sonrisa.

Ella respondió con una sincera sonrisa. Tenía mucho que agradecerle. No solo por haberla sacado de Hydra, eso al fin de al cabo había sido un trabajo en equipo, si no por el hecho de que desde que la había visitado aquel día intentaba llamarla a diario, preguntando si estaba bien o necesitaba algo y asegurándole que pronto estaría de vuelta.

Avanzaron por el largo pasillo hasta detenerse delante de una puerta. Cuando Jemma vio a Fitz al otro lado del cristal una sensación de calidez la inundó por dentro. Era su Fitz, la persona de la que estaba enamorada y el padre de su hijo y por fin estaba con él de nuevo. Aunque no era tan tonta como para pensar que iba a ser fácil, se sintió un poco más cerca de la felicidad que anhelaba.

- Adelante - le animó Coulson.

- Tranquila, Simmons - dijo May viendo a sombra de la duda en su rostro - Irá bien - prometió poniendo una mano en su espalda, empujándola hacer eso que quería y a la vez temía tanto.

Respiró hondo, empujó la puerta y entró.

- Hola, Fitz - le saludó con una cálida sonrisa. A pesar de que habían pasado casi dos meses desde la ultima vez que se vieron y ella se moría de ganas de abrazarle, sabía que tenía que esperar, tenía que ir poco a poco sin no quería echarlo todo a perder.

- Simmons - dijo simplemente él, mirándola como si fuera la primera vez.

Simmons. Hacía mucho tiempo que no la llamaba por su apellido. Ella nunca había llegado a llamarle Leo y él lo prefería así. Sin embargo, desde el incidente con el virus alienígena él había comenzado a llamarla Jemma, y Simmons quedó en el olvido, reservado para personas que no eran tan cercanas como él. Y aunque al principio se le hizo raro, le encantaba oír su nombre de sus labios. Era su Jemma. Así que el hecho de que a llamase Simmons no era muy buen comienzo.

- ¿Eres um... eres tú de verdad? - preguntó sin dejar de mirarla con cierta curiosidad, como si no estuviera seguro de que fuera ella.

- Claro que soy yo - respondió sorprendida por la pregunta y dolida por ser casi una extraña para el hombre al que amaba - ¿Quién más podría ser? - preguntó sonriendo, intentando restarle importancia.

Fitz se encogió de hombros, como si realmente la pregunta que acababa de hacer no tuviera sentido alguno.

- ¿Cómo te ha ido? - preguntó, temerosa de la respuesta, acortando un poco la distancia que los separaba.

- Um... no muy bien, la verdad - admitió nervioso mirándose las manos, incapaz de levantar la cabeza y encontrarse con una Jemma real, una Jemma que le había abandonado, una Jemma a la que quería odiar, pero no podía porque la amaba.

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