—¡Rápido reclutas! Muevan sus perezosos traseros fuera del autobús y se forman sobre las marcas amarillas que están pintadas en el pavimento ¡muévanse! ¡muévanse!— gritó el soldado de pie al autobús con cara de pocos amigos.

—¡Si señor!— gritaron los reclutas al unísono.

—¡Atención! Antes de entrar al edificio guarden en sus maletas objetos personales como billeteras y celulares, lo que traigan en los bolsillos y manos lo tirarán en este contenedor: botellas con agua, goma de mascar, comida, cigarrillos, condones ¡ustedes no los usarán en mucho tiempo reclutas!— les dijo otro soldado que estaba frente a un gran bote de basura color gris, los reclutas pasaban vertiendo todo lo que les había ordenado y luego entraban formados al edificio.

—¡Muévanse rápido que no tenemos todo el día!— gritó de nuevo el soldado con cara de pocos amigos.

Jade estaba absorta observando la escena, el soldado frente al bote de basura se le hizo conocido: alto, rubio, delgado. Era el chico de los ojos color miel que atendía en la entrada de la base el día que ella llegó.

¡Es él!  ¡Que guapo está y es mas alto de lo que imaginaba! 

¿Y si voy y le pregunto como se llama? 

Pensó en acercarse un poco más, alzó la cabeza sobre el toldo del auto para verlo mejor pero en ese justo momento el que volteó a su dirección fue el otro soldado, no quería que la regañara  por andar husmeando y mucho menos el soldado mala cara, al parecer disfrutaba hacer sentir mal a los demás.

Se agazapó, dio tres pasos hacia atrás y chocó contra un objeto grande y duro.

—¿Se puede saber que demonios estás haciendo aquí?

—¡Ay! ¡Maldita sea!— se llevó las manos al pecho —¡me asustaste imbécil!

—Son las 5:30 am.— dijo Rayder con voz ronca y el entrecejo fruncido.

—No te pedí la hora, largo—  volteó al edificio de admisiones pero ya habían entrado todos, Jade comenzó a caminar hacia allá pero Rayder la tomó por el brazo haciéndola girar y casi choca con su pecho.

—¿Dónde crees que  vas?

—Suéltame cabeza hueca, quiero ver a los nuevos reclutas.

Y preguntarle como se llama a ojitos color de miel.

—No puedes entrar al edificio— le espetó alzando ambas cejas.

—¿Y por qué no?

—¡Porque no! Son nuevos reclutas y están recibiendo su primer entrenamiento, no es una maldita fiesta de bienvenida con cerveza y música. Vamos, te llevaré a tu casa.

—No.

—¿Disculpa?

—No voy a ir a casa, salí a correr.

—Tu no estabas corriendo cuando te encontré.

—Pues porque...— se cruzó de brazos —¿Y qué estás haciendo tu aquí en primer lugar?

—Me despertó la luz de tu ventana y te vi cuando saliste de la casa.

—¿¡Y me seguiste!?— entrecerró los ojos molesta.

—¿Qué tienes alzheimer o qué? Se supone que soy tu escolta mientras estés aquí.

Jade rodó los ojos y le dijo burlona —Debes estar bromeando cabo Hunter.

—Teniente primero. Y jamás bromeo con las misiones.

—Yo. No. Soy. Tu. Maldita. Misión.— dijo cada palabra presionando el dedo índice en el pecho de Rayder.

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now