Part 4. [The end.]

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No podía creerlo. Una corriente invadió mis huesos, el temor penetró cada instancia de mi cuerpo. Era tan inhumano lo que su madre acababa de hacer. Él había tomado dos tercios del vaso, una dosis que podría matarle al día siguiente, mientras tanto, Liam había tomado una mínima parte, no moriría. Pero no podía dejarle sólo, no después de todo lo que le había prometido, no quería hacerlo. Tomé una maleta, puse dentro calzoncillos, playeras, todo el dinero que había estado ahorrando por años, su música preferida y un oso de peluche que le daría al amor de mi vida luego. Bajé a la velocidad de la luz las escaleras, mamá estaba por llegar así que sólo tomé botellas de agua y varios víveres que no se caducarían pronto. De pronto, las llaves del automóvil viejo de mi padre difunto aparecieron de entre unas latas. Quise romper en llanto ese instante. Yo sabía como se sentía que te abandonaran cuando habían prometido jamás hacerlo, que un día te dijeran cuanto te aman y a la mañana siguiente no lo encuentres, sabía como se sentía no tener a alguien a tu lado con el cual reír, juguetear, a quién pedir consejos, todo eso me había sido arrebatado. Mi padre me había abandonado a mi y a mi hermano en los momentos más difíciles por los que atravesaba nuestra familia, y mi madre parecía culparnos por aquello todos los días. Crecí por mi cuenta. No dejaría que eso ocurriera con Liam, no si estaba a tiempo de salvarme.

Llamé a casa de Liam antes de  partir, esperé a que su madre respondiera, pero la voz de Liam resonó en la línea. 

  ― Hola, am...

Era solamente el buzón de voz. Gruñí en contra de la bocina y salí a toda marcha, ahora en la vieja chatarra que aún se le podía llamar auto. El pecho me palpitaba, era la peor sensación que jamás había deseado experimentar, sentía que a cada segundo que pasaba la vida me era arrebatada dolorosamente. El motor parecía protestar ante la velocidad que había ganado, me pasé varios altos, en esos momentos era un peligro para los demás conductores. Al estar cerca, pude notar como las luces de la policía se reflejaban por toda la cuadra, eran tan intensas que parecía una real emergencia. Los intestinos se me volcaron cuando vi las luces justo delante de la casa de Liam. No tuve tiempo de siquiera estacionarme bien, salí del auto con las llaves resonando entre mis manos, evadí a cualquier policía que intentaba impedirme el paso y de un fuerte golpe hice abrir la puerta. La frente me sudaba. Comencé a buscar al castaño con la mirada, llamando a su nombre en una voz temerosa, a punto de romperse en millones de pedazos aún más frágiles que los anteriores. Cuando llegué a la sala, giré para dirigirme a su habitación y mi mundo se desmoronó en el suelo de madera. Dejé caer mi peso en mis rodillas, las lágrimas inundaron mis ojos tan pronto como lo vi. Su cuerpo yacía en el último peldaño de la escalera de su hogar, sus ojos estaban cerrados y sus manos descansaban a sus costados de una manera fatigable. Gateé hasta donde Liam se encontraba  me acerqué a él.

  ― Liam....Liam....¿me escuchas?....encanto, respóndeme.

Limpiaba las lágrimas que se resbalaban por mi rostro rápidamente, esperaba que él estuviese bien, y que no me viera tan débil como lo estaba en esos momentos. Incliné mi oído a su pecho, podía sentir como subía y bajaba cada vez más lento. Aún respiraba. Una flama de esperanza calentó mis huesos. 

― Liam, amor...habla, estoy aquí para escucharte...―Murmuré.― Vamos a huir, corazón, no tendrás que preocuparte por nada más, vamos a amarnos muy lejos de aquí, por favor.

Sollocé. Acomodé su cuerpo sobre mis piernas, palpando su nuca. Estaba totalmente cubierta de sangre. El espeso líquido manchó mis dedos, mis manos temblaban, estaba aterrado. Rompí en llanto ahí mismo, eran desgarradores sonidos que retumbaban en las cuatro paredes de la casa. Muchos de los paramédicos comenzaban a jalonear mis ropas para alejarme de su cuerpo, sabía que estaba siendo egoísta con Liam, con sus padres, con el resto del mundo pero no dejaría que me lo arrebataran; sabía que aún tenía esperanzas por sobrevivir, aún respiraba. Pero había perdido demasiada sangre. Quería que el día siguiente, todo volviese a la normalidad, que escapara conmigo esa misma noche, que todo ésto fuese una pesadilla pasajera, pero era imposible. Liam se me estaba escapando de las manos. Besé sus labios, se abrieron para mi apenas un poco, besé después cada párpado, se veían tan cansados aún cuando no tenían que permanecer abiertos todo el día, sujeté una de sus manos, él la movió y apoyó un papel arrugado contra mi pecho, yo lo tomé. 

  ― Zayn...te amo.

Después de eso, sonreí entre las lágrimas que marcaban mis pómulos.― Yo también te amo, Liam. Nos volveremos a ver pronto, te lo prometo. Volverás a donde perteneces, eres un ángel, amor.―  Lo abracé con todas las fuerzas que se almacenaban en mí, lo apretujé contra mi cuerpo apenas obtuve una floja sonrisa de sus cerezos, la última facción que obtuve de él pues, después de eso su pecho se detuvo. Grité, tan fuerte como me fue posible, el sonido desgarró mi garganta, dolía, pero en esos momentos no había nada más doloroso que ver morir al amor de mi vida entre mis brazos. Entonces, quería que me mataran en ese instante, que su madre llegase y me clavara un cuchillo directo a la espalda, pero, ¿dónde estaban ellos? El cuerpo médico finalmente me venció y tuve que alejarme del cuerpo sin vida de mi hermoso Liam, no sin antes plantar un beso sobre sus labios. Me puse de pie, mi ropa estaba teñida de un brillante carmesí, estaba temblando, me abracé a mi mismo.

<Cayó de las escaleras>

<No hay señales de los padres del menor de edad>

<Su nombre era Liam...>

Esos comentarios me caían como baldes de agua helada. Subí a las escaleras, los detectives estaban trabajando, encintaban todo al rededor con esas cintas amarillas que sólo había visto en las películas, las atravesé sin cuidado, me adentré a su habitación, los policias registraban la escena de lo que parecía ser el último lugar en donde Liam estuvo. No notaron mi presencia. Sólo me estiré para tomar la manta que yacía sobre su cama y una de sus playeras. Las lágrimas no dejaban de escurrir bajo mis párpados. Bajé rápidamente las escaleras, traté de no mirar hacia abajo, no quería ver el cadáver de quién había amado con tanta fuerza. Escuché las voces de los oficiales llamándome, los seguí sin dudar, con la mirada gacha. Apenas puse un pie en la cocina, las voces de sus padres me atacaron.

― ¿Él que hace aquí? ― Se apresuró a decir la señora. La rabia me invadió.

― ¿Qué qué hago aquí? ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿No deberían estar divirtiéndose, quizá haciendo una jodida fiesta por que lo lograron? 

Dos de los uniformados me pidieron que me calmara, yo sólo apoyé los codos sobre la mesa y volví a llorar con su playera contra mi pecho.  Nadie dijo nada por unos minutos, sólo se escuchaban mis sollozos en la habitación. Tragué duro.― Ellos fueron, maldita sea.―Los señalé. ―Mataron a mi Liam...¿Quién mierda le da de beber potasio a su propio hijo cuando se entera que es gay? ―Suspiré tratando de calmar mis impulsos, mis manos empuñadas irían directo a la boca de su padre si no tuviese tanto control.― Ellos deberían tener unas esposas. Tengo pruebas, moriré mañana y todo porque también ingerí la bebida que ellos le dieron a Liam, por su culpa iba a morir de todos modos.

Dije entre dientes ante los oficiales, sus padres me miraban estupefactos, sabían que los había delatado. Uno de los oficiales me preguntó si había tenido algo que ver, sólo una risa burlona se alcanzó a escapar de mis labios.

― Yo amaba a Liam, lo amo. Él era un ángel, no merecía morir. Ellos fueron. Pero descuide, mañana mismo iré a cuidar de Liam, mientras tanto, le pido que los hunda en la peor celda que tengan.

Rodé sobre mis talones y me dispuse a salir de ahí. Ya todo era oscuro afuera, pronto, algunos camarógrafos se acercaron para hablar conmigo, no me detuve ni un segundo, sólo seguí mi camino, como si fuese un ente. Mi mirada ida y mis párpados cansados. Suspiré al montarme al auto y dejé la ropa y la nota arrugada en el asiento del copiloto, comencé a conducir de vuelta a casa. Todo era tan silencioso, el cielo comenzaba a llorar por su partida, soltando sollozos a manera de truenos y relámpagos. Tan desanimado, bajé del coche, abrí la puerta y mi casa aún estaba vacía. Dejé la maleta a los pies de mi cama y las pertenencias de Liam sobre ésta. Me deshice de mi ropa, dejando solamente mis calzoncillos y todas mis prendas fueron directo al cesto de basura. Me puse la playera de mi difunto amado, era cómoda y aún tenía impregnada su fragancia dulce que se desprendía a cada movimiento. Me arropé con la manta que había robado de su habitación y encendí mi lámpara para ver el papel arrugado que me había entregado segundos antes de dejarme. Un corazón que apenas si tenía forma se desplegó a mi vista, el color no cubría a la perfección el trazo, era como ver un dibujo de un niño de tres años pero me encantaba. Lo apegué a mi corazón, realmente sentí que él me había regalado el suyo.

  ― Mañana iré a cuidarte, mi pedacito de cielo.

Murmuré al vacío, dispuesto a esperar a que la muerte viniese a robarse mi alma.

  



[OS] Love is Blindness. [Ziam]Where stories live. Discover now