Part 3.

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Desperté con un Liam apegado a mi cuerpo, él seguía dormido, apoyando su cabeza en contra de mi hombro. Mi brazo estaba cansado, hormigueaba, pero al final de cuentas, al obtener tal rostro angelical descansando lo valía todo. Su madre irrumpió en la habitación, ahora golpeando con sonidos suaves, dejé que entrara guardando silencio. Me miró sin expresión alguna, las ojeras bajo sus ojos delataban que había estado llorando hasta el cansancio la noche anterior. No dijo una sola palabra, sus manos temblaban, el jugo de naranja sobre la bandeja de plata lo delataba. Me puse de pie con cuidado de no despertar al ángel que pacíficamente descansaba. Frunció el ceño, en una manera a revelarse ante el movimiento. Casi sonreí. Me dirigí a la señora que obviamente miraba a mi persona de soslayo, buscando un indicio, pero claro, toda mi ropa estaba puesta y en buen estado.

― ¿Puedo ayudarla?

―Aléjate de mi, Zayn...―Murmuró entre dientes.

― Perdóneme pero no entiendo la razón de su enojo.

―Haz corrompido a mi hijo. Te besó, lo hiciste un completo maricón.

Hablaba todo frunciendo sus dientes, con un tono de ira, caminando directo a mi con una cuchara, no era nada amenazante pero verdaderamente no tenía ganas de discutir. Esos comentarios comenzaban a encender fuego en mi.

― Yo no lo he hecho, señora, no fue mi culpa. Así es su hijo, ¿Acaso no lo ama?...No me responda, no aquí, Liam puede escuchar sus palabras y darse cuenta la basura de madre que tiene.

Me libré de su amenaza, logré dejarla boquiabierta. Lancé su cuchara al suelo, estaba furioso, mi pecho subía y bajaba y lo hacía otra vez, no creía lo que estaba escuchando, todo era una locura. Ahora tenía miedo de abandonar a mi dulce novio, el temor recorría mis venas al imaginarme cualquier tipo de atrocidades que podía hacer con el castaño.

― Deberías largarte de aquí.

―Debería, pero no lo haré.

Caminé hasta Liam cuando la madre del mismo caminaba hasta la puerta de su habitación. Me arrastré por las sábanas y apoyé los puños a cada lado de su cuerpo, acerqué mi nariz hasta su cuello e hice varias caricias. Él lanzó risitas débiles y somnolientas.

― Déjame dormir...―Murmuró, yo negué y volví a dejar esas leves caricias por su cuello.

― El bello durmiente tiene que despertar ahora.

―El bello durmiente está haciendo su trabajo, así que no moleste, por favor.

Rodé los ojos e hice sonar mi lengua al paladar repetitivas veces, para darle a entender que estaba en total desacuerdo con tal oración. Llevé mis manos hasta su estómago, paseándolas por su pecho y, cuando llegué a sus costados, comencé a hacerle cosquillas, él se convulsionó alegremente debajo de mi cuerpo, riendo ante cualquier estimulación en esa parte. Comencé a reír junto a él, debía de disfrutarlo al máximo, ya se me ocurriría algún plan para ayudarle a escapar de ese infierno a los que llamaba padres.

― Ya, basta, me rindo.

Canturreó entre risas. ―¿Acaso el príncipe es muy cosquilloso?

― Lo es, lo es....ya basta...―Bajó la intensidad de sus risas y jaló de mis muñecas a acercarme a su cuerpo, quedamos pecho contra pecho y con una de sus manos, subió por mi brazo, guiándose por mi anatomía hasta llegar a su mejilla, se movió lateralmente y acarició mi nariz con ternura, bajó hasta encontrarse con mis belfos y acercó su rostro al mío en busca de un beso fugaz. Después de eso, rodé mi cuerpo hasta bajar de encima suyo, cayendo a un costado haciendo que la cama se moviese un poco bajo nuestros cuerpos. Largué una risita al ver como Liam hacía un puchero de lo más tierno. ― No quería que te bajaras, ¿Mis besos te dan miedo?―Gruñó como todo un felino.

Reí de nuevo.―No ahora, novio mío. Después te llevaré a un lugar en donde podamos decirle a todo el mundo que somos novio y novio, ¿te parece?

― Me parece

―Ahora, tu madre te ha traído jugo a la cama.

―¿De qué es?―Frunció levemente el puente de la nariz.

― De naranja, cielo.

― No lo quiero...

― Vamos, tienes que tomarlo, yo me tomaré la mitad ¿Sí? y así podremos decir que tú lo tomaste solito.

― Mhm...de acuerdo.

Sonreí como vil tonto. ―Entonces, siéntate, recarga tu espalda en la pared mientras voy por él.

Solté con delicadeza y salí de cama una vez más, siquiera pude quitarme el calzado la noche pasada, mis extremidades dolían y mi cabeza estaba que me mataba de unas pulsaciones infernales, pero todo se iba al demonio cuando Liam sonreía, cuando reía o hacía un gesto de los más tiernos que el rostro humano es capaz de emitir. Alcancé la charola de plata, en un papel blanco con tinta rosada un ''Mezcla con cuidado'' era revelado, probablemente algo de medicina estuviera ahí, para preveer un resfriado por la noche de ayer. Sin dudar, lo hice. Sonreí cuando me encontré con el castaño acomodándose en la cama, aún con movimientos tardados y torpes, tenía sueño, se notaba a kilómetros. Se lo acerqué a la boca. ―Abre grande, bebé.―Bromeé un tanto y él obedeció formando una sonrisa. Unas gotas de jugo resbalaban por sus comisuras, sólo le dejé tomar un tercio de su capacidad.

― Ahora tu turno, Zayn.

―Sí, ángel mío.―Sonrió, y, llevé el vaso a mi boca. Al diablo las medicinas, Liam no estaba enfermo. Tomé todo el contenido dentro de él y me acerqué a sus labios al limpiar los restos de la bebida con la lengua. El castaño me empujó divertido mientras se limpiaba mi rastro.

― ¡Oye!

―Lo siento, eres irresistible.

El color carmín que hacía juego con sus ojos, subió a sus mejillas, haciéndome soltar otra risa leve, acaricié una de ellas con la nariz, causándole cosquillas nuevamente.―Ya basta, harás que muera.

― Mentiroso.

―Asesino.

Regresé mi vista al cristal de aquel vaso, vi algunos rastros de lo que suponía era el medicamento de Liam, tomé algo con mis dedos, lo llevé a mi nariz trantando de decifrar con mi agudo olfato de lo que se trataba. El olor me resultó muy familiar, me transportó a la clase de química avanzada de la semana pasada, olía como almendras amargas, justo como una de las sales en el laboratorio. Lucía como azucar, era blanca y el sabor seguro se había perdido en las agradables naranjas, pero no olía como esos dulces cristales. Lo dejé de lado. Abracé a Liam con fuerza mientras en mi mente rondaban los recuerdos, tratando de sacar de las penumbras el nombre de tal sustancia, todo indicaba lo peor. Las horas siguieron su paso, le ayudé a hacer su cama, fue un poco difícil al principio, pero mi hombre pudo dominarlo después de algunos intentos fallidos, le esperé afuera de la ducha, él se cambió por sí solo, claro que tuve que ayudarle una vez que tenía los calzoncillos arriba. Hicimos de todo juntos, le enseñé a bailar un poco, lo peiné y dejé que me arruinara el cabello con algo de los productos que se encontraba a su paso. Era totalmente adorable.

Más tarde, con el dolor en mi pecho de mi corazón rasgándose, tuve que dejar a mi novio por lo menos una media hora, necesitaba investigar un poco y darme una buena ducha pues si lo hacía en su casa probablemente sus padres mandarían a arrestarme por acoso sexual.

- No tardaré, Liam, lo prometo.
- ¿Lo prometes?
- Sí, lo prometo.

Besé su frente y bajé las escaleras como un rayo, me topé con su padre y le alcé una ceja, podría o no tomarlo como amenaza. Salí de su casa y tuve que caminar un par de calles hasta llegar a la mía, cada esfuerzo por él valía la pena. Estaba exhausto pero corría hasta con el alma para no tardar más de media hora en volver y abrazarlo. Subí hasta mi habitación después de no encontrar ni a mi madre ni a mi hermano mayor, no era una sorpresa. Me duché en menos de siete minutos y a la velocidad en la que viaja un bala. Sentado sobre el ordenador, tecleé "Sales con olor a avellanas rancias". Pasó lo que más temía.

Potasio.

[OS] Love is Blindness. [Ziam]Where stories live. Discover now