Esta misma noche parte el tren de nuevo para continuar con su ruta, pero mañana a primera hora, yo estaré regresando a Moscú, para después tomar un vuelo rumbo a... a donde me lleve el viento...o las señales, como ella mencionó. Nuevamente ella. 

Sea como sea, decidí que no tenía sentido seguir la ruta del transiberiano. Por eso estoy tan segura de que no volveré a verla, pero... ¿Saldrá en algún momento de mi cabeza? ¡Sí! Seguramente en unos días, mi encuentro con Camila no será más que una anécdota y podré seguir con mis planes. ¡Eso es! A fin de cuentas, no es más que una chica... sólo una chica... ¡Por favor, necesito urgentemente ese café caliente, que reviva mis neuronas y consiga hacerme pensar en otra cosa! Puede que ese sea el problema; el frío me congeló las neuronas en cuanto salí del tren y cómo mi último pensamiento fue ella, por eso continúa siendo ella.

¡Vaya! te mereces un premio nobel por semejante descubrimiento, Jauregui. La ciencia te estará eternamente agradecida.

¡¡Café, café, café!!

─¿Lauren? ─escucho como una voz pronuncia mi nombre desde atrás, sacándome de esa discusión conmigo misma.

En un acto reflejo y prácticamente automático, volteo, y mi corazón pega un vuelco en cuanto me encuentro con esa mirada castaña que me observa tan dulce y fijamente como siempre. Me quedo sin palabras, también como siempre. No soy capaz de manejar la extraña emoción que acabo de sentir y el tiempo transcurre mientras ella me observa esperando que diga algo. 

─¿Camila?

─Bueno, por un segundo creí que habías olvidado mi nombre –responde con esa pequeña sonrisa que... sí, honestamente, había extrañado.

─Lo siento. ─me disculpo torpemente ─Mis neuronas están congeladas y procesan la información más lento de lo normal. ─oh vaya... La teoría de las neuronas congeladas no suena tan interesante como sonaba en mi cabeza. ¡Genial!

─En ese caso, tengo el remedio perfecto ─aseguró ofreciéndome el recipiente que tenía entre sus manos. ─Un delicioso y caliente café, que las descongelará en el acto.

Permanecí unos segundos mirándola, con el ceño fruncido mientras sentía como el calor que producía ese vaso de corcho, calentaba mis manos descubiertas.

─¿Eres un ángel?

─Aún no... ─respondió sonriendo ─Pero tómate el café, te sentará bien.

Le hice caso y bebí un sorbo de ese líquido, que mientras iba bajando por mi garganta, calentaba cada espacio de mi cuerpo. Poco a poco me fue descongelando y efectivamente, como ella había dicho; me estaba sentando de maravilla.

─Gracias.

─Creo que agarrarás una pulmonía, si sigues paseando con esa ropa ─advirtió observando mi atuendo.

─Uhm, ya sé... La verdad es que no tenía planeado llegar tan lejos. Comencé a caminar y caminar  y caminar... hasta que tú me detuviste.

Observé sus ojos hacerse más pequeños, como si estuviera buscando algo en el fondo de mi mirada.

─Eso quiere decir que tenías muchas cosas en las que pensar.

─Probablemente –respondí con una tímida sonrisa, queriendo cambiar rápidamente de tema –Creí que no volvería a verte.

─Bueno, no creo en las casualidades. Así que, estoy segura de que El Universo me envió para rescatarte de una posible hipotermia.

─Entonces debo agradecerle al Universo ─dije con más complicidad de la que pude controlar ─Me alegro de verte.

Llenaré Tus Días De Vida (V. Camren)Where stories live. Discover now