EL TRÍPODE DE ORO

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[Nota la traducción del inglés al español es mía, la historia original es del dominio público y pertenece a James Baldwin]

EL TRÍPODE DE ORO

I

Una mañana, hace mucho tiempo, un comerciante de Mileto caminaba por la orilla del mar. Unos pescadores tiraban de una gran red y se detuvo a mirarlos.

—Amables señores —dijo— ¿cuántos peces esperan sacar esta vez?

—No podemos decir —contestaron—. Nunca contamos nuestros peces antes de capturarlos.

La red parecía pesada. Había algo en ella en verdad. El comerciante estaba seguro de que los pescadores tenían un buen botín.

—¿Cuánto recibirían por el pescado que están sacando? —preguntó.

—¿Cuánto daría usted? —respondieron los pescadores.

—Bueno, les daré tres monedas de plata por todos los que está en la red —propuso el comerciante.

Los pescadores hablaron en voz baja entre sí por un rato y luego uno dijo:

—Es una ganga. Sean muchos o pocos, usted puede tenerlo todo por tres monedas de plata. En pocos minutos sacaron la gran red fuera del agua. No había ni un solo pez en ella. Sin embargo contenía un hermoso trípode de oro que valía más de un millar de peces.

El comerciante estaba encantado.

—Aquí está su dinero —dijo—. Denme el trípode.

—No, por cierto —dijeron los pescadores—. Para usted iban a ser todos los peces que hubiera en la red y nada más. No le vendimos el trípode. 

Comenzaron a reñir. Hablaron y discutieron por mucho tiempo y no se ponían de acuerdo. Entonces uno de los pescadores dijo: 

 —Preguntémosle al gobernador sobre esto y haremos lo que él nos ordene.

—Sí, hablemos con el gobernador —dijo el comerciante—. Dejémoslo a él decidir el asunto por nosotros.

Así que llevaron el trípode donde el gobernador y cada cual contó su historia. El gobernador escuchó, pero no podía decidirse por quién tenía la razón.

—Esta es una pregunta muy importante —dijo—. Debemos enviarla a Delfos y pedirle al oráculo si el trípode se ha de dar a los pescadores o al comerciante Dejen el trípode a mi cuidado hasta que tengamos una respuesta. 

En verdad se decía que el oráculo de Delfos era muy sabio. Personas de todas partes del mundo iban a él, para contarle sus problemas y obtener su asesoramiento. Así que el gobernador envió a un mensajero a Delfos a preguntarle al oráculo lo que debía hacerse con el trípode. El comerciante y los pescadores esperaban con impaciencia a que llegara la respuesta. Y esto es lo que dijo el oráculo: "No les des el premio ni al comerciante ni a los pescadores; dáselo a aquel que es el más sabio de los sabios".

El gobernador estaba muy complacido con esta respuesta.

—El premio será para el hombre que se lo merece más —dijo—. Tenemos a nuestro vecino, Tales, a quien todo el mundo conoce y ama. Es famoso en todo el mundo. Hombres de todos los países vienen a verlo y a aprender de él. Le daremos el premio a él.

Por lo que, con sus propias manos, llevó el trípode de oro a la casita donde vivía Tales. Llamó a la puerta y el mismo hombre sabio le abrió. Entonces el gobernador le dijo cómo se había encontrado el trípode y cómo el oráculo había dicho que se debía dar al más sabios de los sabios.

Los Siete Sabios de GreciaWhere stories live. Discover now