Le era difícil creer que la chiquilla que años atrás hacía de su vida un tormento era ésta joven. Pero si. Definitivamente era Jade.

*****

En el comedor había un silencio sepulcral, el aire era tan espeso que podría cortarse sin problemas con el cuchillo de la mantequilla y solo el sonido de los cubiertos hacían eco en el salón. 

Robert se hallaba sentado a la cabeza de la mesa probando un bocado de la ensalada que preparó Greta, Jade sentada del lado izquierdo empuñaba el tenedor y lo enterraba con fuerza en el corte de carne que tenía en el plato imaginando que era una parte del cuerpo del hombre sentado frente a ella, Rayder, que se removía nervioso en la silla, tomó el vaso y le dio un par de tragos al agua tratando de calmar el calor que desde el momento que vio a Jade se instaló en su cuerpo.

Hace un calor de los mil demonios y ellos se ven tan frescos como una lechuga   Pensó Rayder dándole otro trago a su vaso    ¿Acaso piensa que la carne está viva todavía y por eso la apuñala con el tenedor sin parar? ¿¡Por qué no deja de mirarme!? Me hace sentir incómodo y...caliente.

¿Por qué demonios se me queda viendo de esa manera? ¿Tengo un pedazo de cilantro en el diente o qué?   Pensó Jade entrecerrando los ojos    Si tratas de intimidarme no lo vas a conseguir , veamos quien baja la mirada primero ¡teniente  zopenco!


Después que el general hablara con los dos Jade tamborileaba los dedos sobre la mesa sin parar tratando de digerir lo que acababa de escuchar, Rayder siguió comiendo como si no estuviera pasando nada y Robert que no era ajeno a lo que ocurría en su mesa, los observaba en silencio midiéndolos, probándolos. 

El general carraspeo, apoyó las manos sobre la mesa y tanto Rayder como Jade abandonaron el reto de miradas que había durado prácticamente la mitad de la cena centrando la atención en Robert.

—Han pasado la prueba, parece que los dos pueden estar en la misma habitación sin aventarse los platos por la cabeza— dijo el general saltando la vista entre su hija y el teniente.

—La noche es joven aun— susurro Jade por lo bajo y le dio un trago a su vaso.

—Ni que lo digas— dijo Rayder entre dientes.

—Me alegra que hayamos llegado a un acuerdo— continuó el general ignorándolos —una tregua, tratarse con respeto y llevarse como la gente civilizada mientras Rayder te acompañe en Fort Lee, eso demuestra que has madurado hija.

Ella sonrió a su padre haciendo uso de todas sus fuerzas. 

—Y Rayder— siguió Robert —agradezco nuevamente que hayas aceptado escoltar a mi hija, no me gusta la idea de que ande por ahí sola.

Al escuchar que él ya estaba enterado, Jade respingó en su asiento y nuevamente clavó la mirada en Rayder, puso sus manos en puño y resoplo fuerte por la nariz, su paciencia se había agotado. 

Estaba a punto de decirles cuan descabellado era todo esto cuando el teléfono de la casa comenzó a timbrar interrumpiéndola, Greta entró al comedor y le dijo a Robert en voz baja:

—Señor Asher, lo están llamando desde las oficinas de Quántico.

—Gracias, tomaré la llamada en mi despacho— se limpió las comisuras de la boca —disculpen un momento— se levantó de la silla y salió del comedor al igual que Greta quedándose solos.

Jade sentía hervirle la sangre al ver a Rayder seguir comiendo como si esto fuera una agradable y maravillosa cena familiar. Agarró una migaja de pan y lo lanzó con fuerza cayendo directamente en la frente de él.

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now