capítulo 32: no hacemos uno en la cocina

3.5K 212 5
                                    

Narra Chris:

Cuando abrí los ojos en la mañana esperaba encontrar a Meg durmiendo a mi lado, pero ella no estaba, me levante con desesperación y desilusión, tenía dos opciones la primera era que Meg se había despertado y arrepentido de lo dicho la noche anterior, la segunda era que me lo había imaginado todo.

Estaba por decidirme por la primera opción, ya que la segunda era imposible, cuando unos ruidos en la planta baja me alertaron de que no estaba sólo, baje lo más silenciosamente que pude y me deleite con la vista de una Meg recién levantada, que preparaba el desayuno al ritmo de Your Love de The Outfield, cantaba desafinado y bailaba de manera graciosa. Ella estaba allí lo que significaba que no se arrepentía de lo dicho la noche anterior.

Meg estaba de espaldas a mí y distraída cantando lo que la volvía un blanco fácil, me acerqué sin ser visto y me senté detrás de ella, el susto que se llevó cuando me vio sentado allí no tenía preció.

-Maldita sea, Chris quieres matarme?!- dijo con una mano en el corazón y la otra sobre la mesada mientras yo reía -Tienes idea de cuánto me costó hacer esas tostadas?!- las tostadas que sostenía cuando se había dado la vuelta se habían desparramado por todo el piso, debido al susto que le había dado.

-Lo lamento, pero sabes que me encanta asustarte- dije sonriente -Y no te preocupes de seguro estaban envenenadas- dije divertido refiriéndome a las tostadas que ella había preparado.

-Pues si lo sigues haciendo vas a hacer que me dé un infarto y quizás si tengas razón con las tostadas- dijo riendo mientras las levantaba -Quieres cocinar tú?-

-Será un placer mi señora- ella me miró con los brazos cruzados y el ceño fruncido -Qué?- pregunte al ver su repentino cambio de humor.

-Señora? Enserio? Tan vieja estoy?- yo reí pero ella seguía estando sería.

-Lo lamento, no estas vieja- le dije mientras me acercaba -Es más, estas perfecta- pase rápidamente mi brazo por su cintura y la acerqué a mi haciendo que se sonrojara.

-He.. Yo he- ella se separó un poco de mí y dijo con nerviosismo -Qué necesitas?-

-Tengo todo aquí sólo falta la leche, debe estar en el último cajón de la nevera- amaba ponerla nerviosa.

-Claro- ella se giró y fue hacia la nevera mientras yo comencé a preparar todo, hoy desayunaríamos huevos con tocino, mi favorito -Chris no la encuentro-

-Fíjate en el fondo- cuando me gire la vi con la mitad del cuerpo dentro de la nevera y recién en ese entonces me di cuenta de que llevaba puesta una de mis remeras, que al estar agachada se levantaba y me dejaba una hermosa vista de su trasero.

-Mierda!- soy un imbécil, por estar distraído mirando a Meg me queme con el aceite que salto de la sartén.

-Que idiota- Meg se acercó a mí, tomó mi mano y la colocó bajo la canilla con agua fría para calmar el dolor -Iré a buscar pasta dental- ella sonreía divertida, haciendo que sus preciosos hoyuelos se vieran.

-Ja ja ja ríete por ahora- le dije mientras la veía desaparecer.

Cuando regreso con la pasta dental la colocó en la quemadura como toda una experta y dijo.

-Sabes entre tú y yo no hacemos uno en la cocina, yo no puedo hacer ni una tostada y tú tienes un problema con el fuego- dijo riendo al igual que yo, al recordar cómo casi incendio la cocina de Connor.

-Y por eso es que somos el uno para el otro- ella levantó la vista y yo la bese, no pude resistirme a no besar sus hermosos labios.

Narra Megan:

Ansiaba besarlo, desde la mañana que no podía parar de pensar en cuál sería su respuesta a mi gran confesión y ese beso desesperado, pero dulce me dejó clara su respuesta.

Sus manos estaban en mi espalda y cintura, pegándome más a él, si es que eso era posible, yo subí mis manos hasta su cuello enredando mis dedos en su despeinado cabello, no quería que el beso terminara pero tuvimos que separarnos por la falta de aire.

-Yo también te amo Meg- él tenía su frente pegada a la mía y sonreía como un niño al que le habían regalado un caramelo, mi corazón iba a mil por hora y en ese momento sentí que volaba.

-Qué es ese olor?- dije separándome de él con la nariz arrugada.

-Intento ser romántico y tú lo arruinas- dijo con el ceño fruncido.

-Huele a...- corrí hacia el horno donde la sartén se estaba incendiando y lo apague -..quemado-

-Sabes- dijo Chris con una sonrisa de disculpa mientras se rascaba la nuca -Creó que será mejor tomar sólo el café-

Luego del desastroso desayuno nos pusimos a ver películas en las que él había salido, solamente porque me gustaba reírme de las anécdotas que me contaba del detrás de escena, eran las 12 y yo había insistido en que eran demasiados intentos de cocinar por un día, por lo tanto nos encontrábamos comiendo un hot dog sentados en un banco de la plaza que estaba cerca de la casa de Chris.

-Cuanto te apuesto a que se le caerá el helado y el perro se lo comerá- dije señalándole a un niño que sostenía un cono de helado mientras jugaba con un perro del doble de su tamaño.

-Un helado?- dijo con la boca llena.

-Trató hecho- nos quedamos en silencio mientras observábamos al niño, Chris tenía su brazo sobre mis hombros y me encantaba la sensación, desde el beso en la cocina no nos habíamos separado y debes en cuando, él me robaba besos entre risa y risa.

-No puede ser!- grito Chris cuando vio como el perro empujaba al niño tirando el helado y comiéndoselo.

-Ja!- dije saltando del banco con una sonrisa de superioridad -Me debes dos helados-

-Dos?- dijo confuso.

-Sip, uno por la apuesta y otro por el día que llegaste a Florida y te prometí perdonarte si me comprabas un helado real- él seguía confundido hasta que lo recordó y comenzó a reír.

-Cómo es que te acuerdas de esas cosas y no de tu número de teléfono?-

-Sólo recuerdo lo que me conviene- dije riendo y caminando abrazados nos dirigimos a la heladería más cercana.

La boda de mi mejor amigoWhere stories live. Discover now