•Un santo seductor•

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Esta maña desperté deseando adentrarme en la mente de Alissa, quise valorar cada movimiento de niña prematura que ella emitía, seguí así hasta llegar a la regadera y pensar seriamente en los problemas que podría tener al involucrarme con aquel demonio vestido de ángel.

Me vestí rápidamente y arreglé mi portafolio en el que tenía todas las actividades de la clase anterior. Cuando llegue al colegio tardé un poco en entrar al aula para comenzar la clase, nuevamente pasar lista y encontrarme con aquella niña inofensiva.
Alissa esta vez tenía un caramelo entre sus labios, la manera en que lo hacia y miraba, pretendía hacer movimientos como si estuviera teniendo algún tipo de felación; al decir su nombre en la lista esta vez se acercó a mi escritorio.
-Creo que tengo una duda.- me dijo  posando sus dos manos sobre la lista.
-¿Como puede ser? Aun no comenzamos la clase.
-Es que...- balbuceó poniendo una mirada acosadora.
-La resolvemos al final de clase, ¿está bien?- respondí estremecido al ver la mirada de Alissa apuntando nuevamente a mi entrepierna.
Ella tomó asiento mirándome de una forma que jamás había visto.

Seguí con mi clase y evité miradas encontradas con Alissa, ya que esta vez tenía su falda escolar mas alta de lo normal, lo que la hacía más provocativa.

Terminó la clase y así nuevamente todos salieron del aula y ella se quedó, pero esta vez yo me acerqué a su pupitre.
-¿Te ocurre algo Alissa?- pregunté preocupado.
-No, no era nada disculpe.
-Puedes contarme lo que gustes, no pasa nada.
-Gracias, ya que hay confianza quería decirle que... ¿Es soltero, verdad?- lo dijo con mirada dudosa.
-Lo soy Ali, pero eso no tiene absolutamente nada que ver.
-Claro, solo decía. ¿Da clases particulares? Necesito mejorar en su materia.
-¡De que hablas! Eres la mejor de mi clase.- aseguré.
-Mi madre piensa que las necesito, así que puedo ir a su casa para tomarlas.
-¿Qué? Necesito hablar antes con tu madre para tener la autorización.- me retiré enseguida nervioso.

Alissa se notaba un poco nerviosa, era claro que no sabía mentir. Pero me hubiera gustado tenerla aun mas tiempo conmigo, quiero tenerla, quiero hacerla mía.

Regrese al aula ya que hoy me tocaban dos clases seguidas y los alumnos ya estaban preparados en sus asientos.
-¿Quién gusta pasar al frente a leer su tarea?- pregunté a la clase en general.
Alissa me miraba mucho deseosamente, lo cual me hacia arder y ruborizarme al mismo tiempo.
-¡Yo quiero!- exclama Alissa interrumpiendo mis pensamientos.
-De acuerdo Alissa, adelante.
Alissa comienza a leer perfectamente su tarea y yo comienzo a imaginar lo que seria tener a esta pequeña entre mis brazos , besar sus pequeños y delgados brazos mientras toco sus delicados hombros... Los aplausos de la clase interrumpen nuevamente mis pensamientos sobre Alissa.
-Perfecto Alissa, muy bien hecho.
-Gracias, se lo debo a usted.- asegura Alissa guiñándome su ojo izquierdo.
Me mantuve desconcertado unos minutos antes de que acabara esta segunda clase. Seguí imaginando a Alissa lo que restaba de la hora, esta vez Alissa estaba sentada con sus amigas arriba de la mesa de su pupitre con un pequeño descuido. No sabia que me pasa en este momento, miraba a Alissa con tentaciones extremas, la miré detenidamente desde su largo cabello dorado, hasta llegar a sus zapatos perfectamente bien arreglados.

Alissa tuvo un pequeño descuido en el cual bajó de la mesa del pupitre y se le vieron sus tiernos panties color rosa mientras la observaba con los dedos entrelazados en mi mentón; el problema es que ella se dio cuenta que yo observe ese insistente; me asusté por lo ocurrido y lo único que me quedaba era fingir que calificaba algo pero Alissa me sonrió divertidamente con ojos pícaros mientras se acercaba a mi escritorio. Me sentí muy nervioso y culpable por estarla viendo con otros ojos y pensamientos, jamás lo había hecho ni sentirme atraído por una niña de tan solo once años.
-¿Y bien?- pregunta Alissa con una sonrisa de oreja a oreja que delataba sus intenciones conmigo.
-¿Que sucede Alissa?
-¿Le gustó lo que vio?
-Alissa, no sabes lo que dices. Por favor retírate si no quieres tener problemas.
-Por favor, ambos sabemos lo que nos jugamos, usted habla y yo también. ¿A quién le creerán primero?
-Alissa. He dicho.
-Lo veo después de clases. John.

Y así termine mi clase.

Mi pecado vanidosoWhere stories live. Discover now