Capítulo uno

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Cuatro años después.

30 de Marzo

Nueva preparatoria, nueva ciudad, nuevas personas, nueva vida.

Repetía varias veces dentro de mi cabeza, intentando convencerme de este viaje que tan solo se realizaría en menos de veinticuatro horas. 

Observé mi habitación como si fuese la última vez y cerré los ojos queriendo todo esto tan solo fuera un mal sueño pero, lamentablemente, era la realidad cual tendría que enfrentar junto con mis hermanos.

-Alexa, hija, ¿Ya estás preparada?- habló mi madre ingresando a mi habitación. La miré a los ojos por segundos para después suspirar y bajar la cabeza, evitando su maternal y triste mirada.
Tenía las maletas hechas, la ropa bien doblada dentro de ellas y los libros entre todas las bolsas descartables; tenía todo listo, pero yo no me encontraba mentalmente preparada.

¿Qué haría sin mi madre?, pensé mientras sentía como picaban mis ojos a causa de las lágrimas.

Sorbí mi nariz mientras negaba con la cabeza intentando despejar aquellos pensamientos negativos de mi cabeza. Tenía que ser fuerte.

Sentí como mi madre se sentaba junto a mí en la cama, para luego carraspear con intención de llamar mi atención, pero al ver que no me inmuté me tendió algo entre sus manos, miré por el rabillo de mi ojo con curiosidad y noté que era su diario.

El diario que mi madre nos prohibía leer cuando éramos pequeños con Caleb.

Después de la ida tan repentina de mi padre, mi madre lo compró como para descargar todos aquellos pensamientos que la atormentaban en esos instantes. Lo recuerdo tan bien, recuerdo las noches en las cuales me pasaba horas y horas carcomiéndome la cabeza pensando que había dentro de él, que misterios podrían esconder, pero mi madre siempre repetía lo mismo "son asuntos que, por ahora, no podrías entender".

Lo miré dudosa por el rabillo de mi ojo, pero minutos después lo tomé con sumo cuidado y acaricié el cuero de la tapa con las yemas de mis pulgares.

Después de tantos años pude conseguir tenerte entre mis manos, pensé.

-Es tuyo; es un regalo de mi parte – intenté hacer un comentario, pero simplemente opté por callarme. Escuché a mi madre soltar un largo suspiro para luego mirarme con sus decaídos y cansados ojos para luego deslizarse en la cama hasta llegar hasta llegar a sentarse a mi lado. -Sé que estas así por mi enfermedad Alex, porque sabes que en cualquier momento voy a irme... -asentí y extendí mis brazos en su dirección buscando su calor maternal. -... también sé que te he fallado, los he fallado. Con la ida de tu padre...-escuché como se le quebró la voz y cerré fuertemente los ojos intentando borrar todos aquellos recuerdos. -... me encerré en un mundo de vicios, causando que caiga en esta depresión y obtenga esta enfermedad*. Los dejé solos a todos ustedes cuando más me necesitaron Caleb, Aaron y tú. -dio un apretón en el abrazo. -Me arrepiento tanto... - sorbió su nariz.

-Mamá...- la abracé sintiendo como mi voz comenzaba a distorsionase por culpa del nudo en la garganta, escondí mi cabeza en su cuello aspirando su perfume y luego me levanté de la cama para guardar el diario.

-Es una pequeña parte de mí...- soltó mirando hacia un punto fijo, causando que desviara hasta ella. Se le notaban los ojos rojos, aguados, el delineado apenas corrido y las mejillas sonrojadas. La miré con tristeza, sin que ella se diera cuenta, y me giré a guardar su diario en donde tenía las cosas de mayor importancia sentimental, mi bolso. Me giré en dirección a mi madre y le sonreí a medias intentando sacarle una mínima sonrisa. La quería tanto a pesar de todo.

-No quiero dejarte sola, mami. –confesé mirándola directamente, no tenía ni idea de donde había sacado la fortaleza suficiente como para decírselo sin corromperme frente a ella, pero seguí. –No ahora, no estando en éste estado.

》Desde que se fue papá hemos estado a tu lado a pesar de todo, principalmente yo; he estado cuidándote desde hace tiempo y ahora nos quieres alejar... cuando más nos necesitas.

-Es exactamente por eso que quiero que se vayan de Londres ya han sufrido estando aquí, quiero que estén bien, que sean felices – se pasó las manos por la cara evidentemente frustrada y se levantó para ir directo hasta la puerta, pero se detuvo. – Al menos piénsalo.

Y se fue.

Lo hice, lo pensé.

Mi cabeza dolía y mordía mis uñas a causa del estrés.

Tenía dos caminos, dos destinos.

Por un lado, quería quedarme con ella para acompañarla en todo momento, pero por otro, mi madre tenía razón, no podía quedarse cuidando de ella hasta que falleciera.

Tengo miedo, por todo. Miedo a dejar a mi madre sola, miedo dejar todos los recuerdos atrás, miedo a todo lo que podía pasar de ahora en adelante, pero sé que tengo que avanzar, dejar todo atrás y lo haría.

Mañana mismo iría a Manchester junto con mis hermanos, que pesar de todo, no sonaba tan malo después de todo; viajaría a mi ciudad natal y sé que voy a extrañar Londres, después de todo fue aquí donde me criaron (aunque hayan pasado varias cosas, tanto buenas como malas).

Me senté en mi cama y simplemente me convencí:

-Estoy lista.

EDITADO

* "Caiga en esta depresión y obtenga esta enfermedad" : Diversos estudios científicos, y sobretodo docenas de estadísticas, han demostrado que la depresión causa cáncer.

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora