Capítulo seis: El rito

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Cuando los niños asomaron por la puerta, un arbol se precipitó sobre ellos ocluyendo la salida hacia el patio y dejándolos encerrados en la cocina. Para poder ver debían asomar por la puerta trasera, pero ninguno de ellos tuvo la osadía de hacerlo, por lo que regresaron a su refugio debajo de las escaleras.
La madera crujía y las paredes parecían dar alaridos de miedo al escuchar el viento resoplar y los rayos y truenos retumbar por toda la casa. La luz mortecina de los rayos les permitió ver con claridad el comedor, y decidieron meterse debajo de la mesa para así tener un mayor campo visual; entonces observaron que tenían una visión perfecta del patio trasero por el corredor que iba del baño al comedor y al patio.
Entonces, vieron que el hombre de blanco hacía ademanes ridículos y balbuceaba cosas inentendibles. Se encontraba de cuclillas mientras un hoyo frente a él se abría, mostrando una luz blanca que los dejó ciegos por unos momentos. El hombre se agitaba más y se retorcía hasta lograr posiciones anatómicamente anormales en un cuerpo humano. Fue entonces cuando lo vieron. Algo que jamás olvidarían hasta el final de sus días, quizá hasta el final de todo el universo.

2

-¡Mierda, Danny! Hay que hacer algo, ¡pero ya!- exclamó Rick.

-No se me ocurre nada, Ricky, tengo miedo; vamonos de aquí-

El hombre seguía de cuclillas en el patio, mientras el destructor viento asolaba todo a su alrededor; lo único que hicieron fue esperar, no se les ocurrió nada más.

Al llegar frente a la puerta, la doctora y la periodista notaron que todo en la casa crujía, como si fuera a derrumbarse con el más mínimo movimiento.
La puerta principal se encontraba abierta, y se cerró frente a ellas de un golpe.
Decidieron entrar por la ventana de la sala, y cuando estuvieron dentro notaron como la casa crujió más y pareció elongarse de tal manera que parecía un almacén enorme; caminaron de manera lenta y temerosa por la sala hasta llegar al comedor, ahí vieron por el pasillo la imagen que los dos niños vieron antes de si llegada: un hombre de bata blanca puesto de rodillas con un portal abierto frente a él.

"Shyamlambd Læhyon, grüjgamr eergon pra fil nos mondos"

No entendía qué mierda significaba eso, pero era claro que no era buena señal, por lo que decidieron salir para impedir que ese hombre terminara de abrir ese maldito portal.

"Príncipe del abismo espectral, señor de las sombras, ven y toma tu lugar en nuestro mundo, ten esto, lo entrego ahora..."

-Maldita sea, Sonia, ¿qué haces? ¡Regresa!-

Sonia se vió caminando hacia el patio, por el corredor y sin bajar la mirada del portal, estaba como hopnotizada...

Principe del abismo espectral...

... no había tiempo qué perder, yahora se encontraban en problemas...

...señor de las sombras...

Sonia estaba con la mirada perdida y caminaba hacia el patio mientras el hombre se ponía de pie y la recibía en brazos. La doctora la siguió hasta el final del corredor en donde encontró un pedazo de madera afilado, y lo tomó para sí.

Ven y toma tu lugar en nuestro mundo...

Los niños aparecieron justo detrás de a doctora, quien se exaltó al sentir su presencia; caminaron con ella hasta que llegó al patio, con el hombre.

Ten esto, lo entrego ahora...

-Doctora, ¿no lo ve? ¡es hermoso! Venga a ver, no pierda más el tiempo, Él se encargará de todo, noa curará por completo-

Sonia se inclinó frente al hombre mientras éste, a su vez, clavaba un afilado cuchillo en su pecho y le arrancaba el corazón de un tajo.
La sangre brotó a ríos, y la doctora lanzó un grito que distrajo al hombre con el cuchillo...

Principe del abismo espectral...

La doctora y los niños corrieron hacia dentro de la casa para salir de ahí, pero se dieron cuenta que todo en su interior flotaba como globos de helio y giraba como una ruleta, hasta que se precipitó en todas las entradas de la casa, por lo que se quedaron atrapados, sin esperanza de salir con vida.

Señor de las sombras...

Se quedaron paralizados frente a la puerta principal, abrazados y esperando el momento en el que iban a morir, cuando frente a ellos, a través del pasillo, vieron entrar a aquel hombre con un hacha...

Ven...

Gritaron llenos de pánico y decidieron correr y subir por las escaleras, era su última oportunidad.

Toma tu lugar en nuestro mundo...

Al llegar a las escaleras Danny tropezó con una silla tirada sobre el piso.

-¡Danny, muévete!- gritó su hermano.

La escena estaba conformada por un niño tirado al pie de las escaleras, una mujer aterrada y otro niño con una valentía formidable.
Rick retrocedió y levantó a su hermanito, pero fue alcanzado por Alfred, quien le tiró del cabello para golpearlo con el puño en la mandíbula y dejarlo noqueado. Daniel se levantó y dió un alarido de furia, y antes de recibir un golpe con el hacha golpeó en la ingle al hombre de blanco.
Al retrocedió sintiendo las punzadas de dolor que el mocoso le había provocado con aquél golpe.

-Muchacho, acabas de comprar tu pase al infierno...- dijo el hombre, soltando una risita maquiavélica.

-Danny, ven conmigo-

La doctora tomó del brazo al chico y lo llevó hacia la habitación de arriba.

La fina luz azul blanquecina de un rayo iluminó toda la habitación, y permitió a la doctora buscar entre las cosas ahí regadas algún arma con la cual defenderse, pero no hubo nada.

Abajo se escuchaban los pasos del hombre subiendo por las escaleras, lentos y tranquilos, como si disfrutase la agonía de sus víctimas ahí arriba. Reía a carcajadas enfermizas y locas, jadeaba como si no hubiera nadie más escuchando, nadie más que él y la oscuridad.

-Ven muchacho, no te haré daño...- decía.

La doctora dejaba salir sollozos desesperados y llenos de impotencia, que no tranquilizaron a su mente para pensar debidamente en alguna posible escapatoria.

Principe de las sombras...

-¿Recuerda a su padre, doctora?-

La psiquiatra quedó petrificada al escuchar esas palabras.

-Tu no conociste a mi padre, ¡no te atrevas a mencionarlo!- advirtió Iza.

Los escalones se estremecían con cada pisada del hombre al subir, y cada monstruoso trueno hacía retumbar las habitaciones como una trompeta del apocalipsis.

-Maldita putilla, lo dejaste morir a su suerte, te excusas de haber sido una niña y por eso lo dejaste morir, ahora me toca cobrartelo, espero lo disfrutes, perra-.

La doctora soltó un alarido y se abalanzó sobre el rostro del hombre, enterrándole las uñas en toda la cara, y provocándole cortadas grandes en las mejillas.

El hombre gritó y a mujer peleó hasta no poder más.

InsomniaWhere stories live. Discover now