Capítulo cinco: La fuerza

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En el hospital la noticia corrió como pólvora encendida, la muerte del doctor X, la fuga de Alfred y las extrañas situaciones que la facilitaron.
La psiquiatra se encontraba de camino al hospital después de su visita a la casa y de haberse encontrado con los muchachos, la reportera se había quedado en su departamento mientras la doctora regresaba del hospital.

Los niños Coffler se hallaban intranquilos, Daniel y Rick pensaron que sería una mejor idea si ambos se encerraban en su habitación y miraban las caricaturas, pero lo que vieron no fue algo sacado de la Warner Bros.
Las noticias revelaban acerca de la fuga de un enfermo de la institución mental de Aguas Rojas, un enfermo peligroso y que ya había acabado cln varias vidas durante su escape esa misma noche, las investigaciones no arrojaban datos concretos sobre las supuestas fallas que, según los vigilantes, sucedieron durante el acto.

Ambos niños se miraron con una expresión de completo pavor, no podían quedarse a esperar más, así que llamaron a la doctora.

La invesigadora se encontraba frente al ordenador de la doctora, en su casa; mientras intentaba descargar un audio que le llegaba por parte de la psiquiatra desde el móvil. Lo que escuchó la dejó petrificada y sin nada más que ideas estúpidas de huir para no tener que enfrentarse a ello. Era el único audio que encontraron en el momento exacto del asesinato del doctor X.

La palabra Csäjid se escuchaba en el audio.

Al buscar en el ordenador ninuna fuente arrojó alguna referencia con respecto a esa palabra, hasta que en un foro de preguntas y respuestas encontró que un tipo pedía referencias acerca de algún padecimiento que le acosaba, y que sin saberlo, un día comenzó a escuchar voces y a recibir órdenes de su cabeza para que aseinara a su familia; la respuesta de muchos, como era de esperarse, hacía referencia a la esquizofrenia y la completa locura, sin embargo, hubo un hombre entre todos que le respondió con la misma palabra que había escuchado la periodista en el audio.

Csäjid.

Ingresó al perfil del sujeto y se percató de que estaba en línea, le habló preguntándole acerca de lo que había comentado en aquél foro, pero la respuesta fue un texto, solamente.

"Cada civilización antigüa tenía en sus pueblos personas que eran capaces de conectarse con los dioses, hombres y mujeres capaces de lograr cosas que personas comunes jamás harían, y que se encargaban de proteger los intereses espirituales y políticos de los mismos. Hubo una civilización que se hizo llamar Shąnyanata, cuyo pueblo se denominaba Shąnim, ellos pertenecían a las costas, vivían de la pesca, y se encargaban únicamente de sus propios beneficios.
Con la colonización el 50% de esa población murió a causa de la viruela y las enfermedades traídas por los españoles, mismas que obligaron a esos médicos-brujos a pelear por su pueblo y encontrar curas efectivas para las enfermedades ya mencionadas.

Fue hasta la incursión de la fe cristiana y la inquisición que alrededor de 300 médicos brujos fueron condenados a la hoguera por herejía y cultos al diablo, pero uno de ellos fue quien se encargó de maldecir a los invasores hombres blancos, advirtiendo las consecuencias de haber tomado sus tierras. Nadie sabe el nombre de aquél indio. Lo que si se sabe es que la mayoría de esos médicos-brujos utilizaba una fuerza llamada Csäjid que era la encargada de mantener el portal abierto para la llegada de los dioses y así esperar su advenimiento lleno de gloria y justicia. Ese poetal ninca se abrió, y se cree que algunas personas poseen el don de controlar esa fuerza, unas más que otras. Es el poder de escudriñar el alma de los adversarios, y la de los propios amigos; el poder de abrir portales infernales y escuchar las voces de aquellos dioses que jamás volvieron. Distintas civilizaciones la llaman diferente: telepatía, hechicería, adivinación; incluso muchas personas en nuestra época conocen de esa fuerza, solo que no todos saben el poder que conlleva, ni el significado que puede tener.
Stephen king lo llama El esplendor; algunos otros autores lo llaman viaje astral, y otros como esquizofrenia.

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