Capítulo dieciocho.

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-A lo mejor. Ponme a prueba –guiñó un ojo.

-Puto enfermo mental –susurré, moviendo desaprobadoramente la cabeza. Me acerqué a la cama para sentarme a su lado-. ¿Cuáles son tus planes para esta noche?

-Dijiste que querías ver una peli ¿no? Pues eso vamos a hacer –señaló el portátil que permanecía en stand by encima de la mesita al lado de la cama. Se estiró para cogerlo y me lo ofreció-. Tengo varias películas descargadas, escoge la que quieras –se recostó en la cama y yo, con cuidado de que no cayera, posé el portátil encima de mis piernas.

Paseé un dedo por el panel táctil, a la espera de que se alumbrara la pantalla y poder poner una película rápidamente. Cuanto antes la empezáramos a ver, antes acabaría y antes me iría.

Contra mis predicciones, la pantalla no me mostró el escritorio inicial al activarse. Tampoco una carpeta llena de archivos. Lo que apareció a pantalla completa fue un vídeo pausado de una orgía lésbica. Alejada de estar escandalizada ante tal visualización, le dirigí una mirada interrogante al desvergonzado de Louis.

-¿Te la estabas cascando antes de que yo llegara? –recordé entonces aquel día en que lo espié mientras se masturbaba en mi antiguo dormitorio. Esa borrosa escena añadió incomodidad a la atmósfera individual que había creado. Estaba más calmada antes de imaginármelo pajeándose.

-Fuiste tú la que dijo que estaría bien ver una orgía lésbica –rememoró chistoso el mensaje que yo le envié esa misma tarde.

-Si llego a decirte que quiero ver Winnie the Pooh ¿qué? ¿Me pondrías una película de un oso con voz de pedófilo afónico adicto a la miel?

-No –arrugó la nariz, reacio a mi planteamiento-. Habría buscado algún vídeo porno en el que una tía se follara a alguno disfrazado de oso.

-Mejor no te pregunto qué hubiera pasado con Barbie –con el tormentoso pensamiento de Winnie the Pooh follando tenía suficiente.

-Una rubia tetona vestida de rosa chupándosela a un tío –sonrió, como si la respuesta ya la tuviera preparada de antemano.

-Repito, por si no te ha quedado claro: enfermo mental.

-Habló la Virgen María –ironizó, desviando los ojos al otro lado de la habitación.

-Al menos yo no me paso el día viendo porno –ni siquiera sabía porqué había dicho eso, ver porno no tenía nada de malo, yo lo veía a veces. Era un argumento acusatorio inválido, salió como un acto de defensa involuntaria.

-Habría que ver el historial de tu ordenador. O el de tu móvil.

-No encontrarías nada –cerré el vídeo que estaba puesto en el portátil y salí de la página porno-. ¿Dónde tienes las películas? –repasé el nombre de cada carpeta en el escritorio, ninguna anunciaba contenerlas.

Cambiando su cómoda posición, se sentó y arrastró el cuerpo hasta estar lo suficientemente cerca. Echó un vistazo a la pantalla.

-Ahí –apuntó a una carpeta con una estrella de icono, la abrí. Mientras leía los títulos de cada vídeo, noté su mirada sobre mí.

-¿Qué pasa?

-¿Estás segura de que no encontraría nada comprometedor en tu móvil? –guiándome por su ceja enarcada y una sonrisa traviesa, el que yo escondiera material pornográfico en el teléfono le parecía algo interesante y suculento.

-Segurísima.

-¿Me dejas el móvil, entonces?

Procuraba borrar todo rastro dejado por la visita a esas páginas tabú cada vez que se me antojaba echarles una ojeada. Limpiaba el historial y lo revisaba tres veces después de ello, garantizando por completo que no se me había escapado nada. A.J. me cogía el móvil a veces, era un gran cotilla y toda seguridad era poca con él.

Remains {Louis Tomlinson Fan Ficción} Where stories live. Discover now