Capítulo I

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- ¿Qué más ocurrió?

Pero se mantenía en silencio, con la boca entreabierta, como si su alma se deshiciera lentamente del cuerpo que le apresaba.

- ¿Qué más? - Insistía con calma.

Los ojos verdes ni tan siquiera podían pestañear.

- No... N... - Balbuceaba mientras sus pupilas se intentaban dilatar para dejar pasar las imágenes que quedaban en lo más profundo de su mente.

- Vamos... - Animaba mientras sujetaba sus pálidas manos. - Debes ayudar y te ayudaré.

Pero en aquellos ojos azules se reflejaba algo mucho más oscuro.

- No... No lo sé... - Volvía a responder con voz temblorosa.

Se revolvía.

Las correas de cuero apretaban sus muñecas al mismo tiempo que la de los tobillos. Aquella habitación de losas de cerámicas blancas se había ido convirtiendo poco a poco en una más y más oscura con cada pregunta.

Los instrumentos que allí había no ayudaban.

Todo tipo de artefactos.

Grandes y pequeños... Todos parecían más de tortura y menos de cura.

El veneno pasó a sus venas. Los pulmones se llenaban con el miedo. El frío se apoderaba de su cuerpo mientras los latidos aceleraban uno tras otro...

Pero ni tan siquiera era capaz de cerrar esos verdes ojos que una vez vieron todo el horror.

- ¿Qué les pasó? - Preguntaba sin dejar de mirar fijamente. - ¿Qué pasó con el Sheriff?

Y aunque sus pupilas no lo vieran, el horror volvió a su mundo.

Recordaba al Sheriff, gritando y agitándose bajo las esposas. No para de gritar, hasta el punto de que parecía que su garganta se rompería en pedazos, pero nada se escuchaba. Ni tan siquiera el portazo que puso fin al sheriff y que le haría no volver a ver a su hijo para siempre.

Algo pasó... Pero no sabía porqué.

- No... No lo sé... No... - Seguía balbuceando sin que pudiera expresar todo lo ocurrido, como si fuese un cuento mezclado. Una serie de escenas desordenadas que componían el caos.

- ¿Qué les pasó a Scott y Logan? - Su voz se había convertido en una más seria y los ojos azules se tenían lentamente de un tono oscuro.

Aquellos ojos verdes solo miraban a la luz, que hacían que sus pupilas se cerrasen como si quisieran dejar de existir.

- ¡No! - Gritaba desgarrado cuando observaba como Scott se desvanecía lentamente. Las lágrimas se mezclaban con la sangre en aquella habitación.

Y no era suficiente.

Había visto como moría en sus brazos su hermano... Pero Scott... Su novio, su amor, su vida, quien siempre le hacia sonreír...

Ver morir a la persona que amas...

Ni siquiera tenía odio.

Se sentía tan hundido que no podía hacer otra cosa que agachar la cabeza en aquella silla a la que le habían atado para obligarle a mirar como se deshacían de Scott.

- Scotty... - Sollozaba deseando morir y que pusieran fin a esa tortura.

Pero no lo haría.

Una mente tan retorcida deseaba más.

Le dejó allí. Qué el hambre lo matase solo, viendo como el cuerpo se descompone ante sus ojos.

Hundido para siempre.

Los ojos verdes volvieron a la habitación.

No pestañeaba, pero las lágrimas corrían por sus mejillas.

- ¿Qué pasó? - Seguía preguntando, pero aún seguía sin responder.

Estaba en shock.

- ¿Y... - Pregunta una vez más, pero esta con voz suave y con una sonrisa de medio lado antes de formular su pregunta. - ...qué le pasó a Derek?

Más imágenes golpeaban su cabeza.

Derek rugía una y otra vez, encadenado, azotado, con cables en su cuerpo que le producían descargas de las que cualquier ser humano estaría muerto con solo la primera.

Miles y miles de formas de tortura en una especie de sótano con barrotes y poca luz.

El recuerdo comienza a ser borroso cuando Derek empieza a escupir sangre mientras sur articulaciones se resienten por los metales de los grilletes y cadenas.

- ¿Y Stiles? - Ya alza la voz. Sus ojos son muy oscuros, como si el azul se fundiera con la negra pupila.

- ¡No sé... No sé! - Comienza a gritar y a desesperarse en la camilla mientras siguen cayendo lágrimas.

La habitación de antes empieza a cambiar.

Aquellos instrumentos ahora están repletos de sangre y las losas blancas son frías, sucias, ennegrecidas... Un hedor se desprende de ellas, pero no es muerte.

Es miedo.

Sus ojos verdes se dilatan.

Ya no respira, ni tiembla... Ni tan siquiera se oyen los latidos acelerados.

Todo se ha parado de golpe.

- Por favor, Stiles... -Solloza Derek. - No lo hagas... No lo mates.

Stiles alzó el cuchillo, preparado para hacer la atrocidad de la que no era consciente. Ni tan siquiera podía ver el color que tenían sus ojos en el reflejo de la hoja.

- Es nuestro hijo, Stiles...

Pero lo atravesó.

Aquel pequeño niño... Aquel que era feliz con sus padres...

Stiles se deshizo del pobre cuerpecito indefenso, se dirigió a Derek, le besó fugazmente...

- Derek... - Susurró en voz queda.

Y le abrió la boca hasta desprenderle la mandíbula de su cara.

Y la imagen se diluyó entre el mar de recuerdos.

- Contesta, vamos... - Insiste aquel hombre de ojos oscuros. - Venga levanta...

Pero ni se inmutaba. Los ojos estaban totalmente dilatados, como si hubiera muerto y todo su cuerpo hubiera dejado de sostener una pequeña parte del mismo.

- ¡Levanta, joder...! - Se enfurecía más y más. Sólo buscaba las respuestas. - ¡Despierta!

Y sus pupilas se cerraron tan bruscamente que el negro se volvió verde intenso.

Rompió las correas, se sentó en ka camilla y gritó tan fuerte y desgarradoramente, que rompió todo cristal que había en la sala.

Había conseguido recordar con una sola palabra.

Salto de la camilla aprovechando que el joven de ojos oscuros estaba en el suelo y escapó de aquel horrible lugar.

Aún se tambaleaba cuando recobró el equilibrio y, después de rugir su nombre, aquellos ojos ahora amarillos observaban como se perdía por las infinidades del pasillo.

50 Triskeles: Más oscuros.Where stories live. Discover now