Capítulo 2

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A penas pasé por esa puerta no me llevó mucho tiempo notar que Vanessa estaba borracha. El olor a alcohol golpeaba de lleno apenas se cruza la puerta y la botella vacía hacía más que indicarme que estaba en lo cierto.

La encontré media dormida en el sofá viejo de la pequeña sala. A pesar de que Vanessa era mayor que yo por un año y medio no se comportaba como tal, se siente culpable, lleva con ella ese pensamiento de que nunca va a superar nada, que no merece vivir y me está arruinando la vida. Desde la muerte de mis padres hace varios años ella no supo como seguir adelante, ni por ella misma ni por mi, simplemente se le hizo más fácil caer en la bebida. Sin saber como me lastima eso, es una carga más que debo enfrentar... y siendo totalmente honesta, a veces siento que esta situación me supera, que no lograré superarla y caeré tan profundo que jamás podré volver a levantarme.

Vivo con el miedo de perder esta partida, de que las cosas empeoren y acabe más y más hundida de lo que estoy.

Me acerqué al sofá mientras tiraba mi delantal por alguna parte, luego lo plancharía, lo importante ahora es mi hermana. Le pase la mano por el cabello, en ese momento ella se despertó y se paró del pequeño sofá.

— Laura... yo... yo... gracia hemaniitaa — decía apenas entendible — Yo... yo.. no merezco vi.. vii.. ¿como se decía? — preguntó mientras se apoyaba en mi.

— Vivir — respondí con los ojos cristalizados. Por mas cabeza dura que fuera, era mi hermana. Y no me gustaba verla ebria.

— ¡¡Siii!!! ¡¡Siiii!! Eso.. yo... no mereco vivirrr... Nomas... yo.. teee.. molesto.. quiero morir... esto.. esto.. es mucho — dijo llorando, pasando de la euforia a la tristeza. Yo no pude evitar llorar con ella.
No quería perderle.
No quería quedarme sola.
Era lo único que tenía, lo único que me hacía levantarme por la mañana y enfrentar todo esto.

— Vanessa, por favor... tu si mereces vivir, eres mi hermana mayor — solté un hipido por el llanto y continué — haré lo posible por que superes todo esto. No puedes dejarme sola — dije entre el llanto. Sintiendo como las lágrimas saladas y calientes caían por mis mejillas — ¡no puedes!.. ¡no si aún me quieres! —acabé gritando y llorando más fuerte. No puede dejar sola, yo sin ella me hundiría más de lo que estoy.

Vanessa asintió, secándose los ojos.

— Te quiero mucho.. eres gran.. grandiosa... — soltó una risa tranquila — eres una gran-diosa — dijo riendo — Te quiero gran diosa — dijo pasándome un brazo por el hombro y apoyando su peso en mí. Este abrazo era el que más necesitaba, otra vez las lágrimas salían de mis ojos como si la represa que las contenían se hubiese derrumbado por completo.

— Perdóname, en serio. Yo... yo... siento de verdad que tengas que pasar por todo esto y... y... — Vanessa comenzó a llorar, le sequé las lágrimas y le avisé que todo estaba bien.

Aproveche ese momento y la llevé a la ducha.
La metí con ropa, tal como estaba, abrí el grifo y en par de segundos estaba totalmente mojada.

— ¿Qué? ¿Porqué?... ¡Esta lloviendo en la casa! ¡Un milagro! ¡Un milagro! — comenzó a gritar fascinada, no pude evitar soltar una carcajada — ¡Laura soy Acuarium, o quien carajo sea la diosa del agua! ¡Puedo hacer que llueva dentro de la casa! ¡¿Lo ves?! ¡ahora puedo ducharme en la cocina! — Más carcajadas salieron de mi parte, ella era la única que me hacía reír así. La lleve a su habitación y le dije que se secara y se vistiera.

Asintió una vez mas y entonces me marché luego de que haga una señal de ¡Si sargento!.

Fui a la pequeña cocina y me puse a lavar la losa sucia, termine bastante rápido ya que, eramos solo dos. Mire la hora. Eran las 8 y cuarto.

Debía hacer mis deberes para la mañana siguiente.

Tome mi bolso y saqué mi carpeta, el lápiz y las hojas de matemática. No era una aficionada por las matemáticas, ni tampoco me iba tan mal como la mayoría, a pesar de todo tenía un promedio bastante alto.

Di un gran suspiro. No quería comenzar. Estaba agotada por el trabajo y además tuve que lidiar con Vanessa ebria. Apoye los codos en la mesa y mi cabeza en las manos.

Comencé a llorar, como siempre, como todas las noches en las que nadie más que la soledad era mi compañía. Ya no aguantaba todo este peso que tenia encima.

Quería rendirme y dejarme ir a quien sabe donde.

Pero no podía, no porque no quiera, sino porque era alguien muy débil, por más veces que lo haya pensado, no podía sacarme la vida y ya, no tenia las agallas que se necesitan para hacer eso, además, estaba Vanessa, no me quiero imaginar su vida si yo me... muero.

Me sequé las lagrimas con las palmas de mis manos y respiré hondo, cerré mis ojos y me deje llevar a un mundo mucho mejor. Un mundo donde aún tenia a mis padres, Vanessa no regresaba ebria ni tenia que lidiar con todo esto. A un mundo que mi mente había creado, uno muy lejos de este.

El timbre me sobresaltó. Me sequé nuevamente mis lágrimas y cuando abrí me lleve una gran sorpresa.
Mi pulso se aceleró al punto en que no podía mantenerme en pie.
Me apoye contra el marco de la puerta y trate de coordinar mis palabras.

— ¿Qué buscas? — le pregunté. No lo había visto en años, y mi labio inferior comenzó a temblar al compás de mi cuerpo.
Hubiera deseado que Vane estuviera aquí, y no ebria. Sino que estuviera en su sano juicio.

— Veo que aún me temes — dijo él dando un paso adelante y mostrándome una sonrisa de placer y lunjuria.

Las cosas que tanto me atormentaban del pasado y me había costado olvidar y superar, habían vuelto.
Me sentí encerrada entre recuerdos y palabras del pasado.

— Vete — escupí en casi suspiro — ya has cobrado tu deuda.. ¡¡Ya te di lo que querías!! ¡¡Déjame vivir mi vida!! — grité ya alterada, evitando recordar el error que cometí. El que destruyó mi vida.

— Me di cuenta que no fue suficiente — contestó insignificante. Mi pulso aún no se me calmaba y temía caer y perder la conciencia. Todo me estaba dando vueltas.

— ¡¡Déjame en paz!! ¡¡Déjame Jace!! Eres una simple basura.. te odio, te odio.. ¡¡Te odio!! ¡¡¿No puedes entenderlo?!! — grité reprimiendo las lágrimas en mi interior. No le daría el lujo de verme llorar. Jamás.

— Te arrepentirás de haberme llamado así... sabes quién soy y no puedes evitar nada, lo que quiero lo consigo... solo te advierto gatita, no bajes la guardia — amenazó apuntándome con su dedo índice — Tú vida nunca volverá a ser como antes... recuérdalo — saltó antes de colocarse la capucha de su buzo y tomar rumbo a su camioneta.

Cerré la puerta tan fuerte por la rabia que parecía que la casa se iba a caer sobre mi. Me apoye en la puerta y me deje caer hasta el suelo.
Mi mente no pudo evitar que el recuerdo refresque mi memoria.

Y otra vez, comencé a llorar. Liberándome de todas mis penas y el dolor que en este momento me afectaba.

El pasado siempre me perseguiría y me asfixiaría hasta dejarme sin respirar por un momento, para que cuando no pueda más, volverá a soltarme y luego, cuando crea que las cosas comienzan a mejorar, otra vez me vuelva a atacar.

Nunca puedes librarte de tu pasado.

+~Lis~+

Todo Vuelve (Raura) |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now