8. Renacer de la diosa

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Estoy en trance, tratando de guardar cada detalle, de esos seres al frente de mi embobada por tal poder

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Estoy en trance, tratando de guardar cada detalle, de esos seres al frente de mi embobada por tal poder.

—¿Nos recuerda?—Preguntó reina Luna mi madre.

—¿Sabes quienes somos?—Preguntó el hombre al lado de ella. El cuál supongo que es mi padre espiritual rey lobo Blanco.

—Hola nuevamente, dulzura—Dijo mi loba mentalmente.

Poco a poco mi mente fue enviando a mis ojos, flashes de mi vida olvidada. En brazos de mi madre, risas junto a mi padre, la cascada, sus buenas noches, el llanto de mi madre mientras me miraba llorar o dormir, y también los gritos de odio de mi padre.

Salí desnuda del agua, caminando como fantasma, tirandome de rodillas al suelo con odio y rabia.

—Ellos son monstruos, me han ultrajado, humillado, me quiero morir—Grite con impotencia.

Sentí como una capa pesada era colocada por mis hombros, pero no le di importancia, lo único que necesito en estos instantes es desaparecer.

—Lo sabemos cielo, junto a ti sufrimos, cariño, respira estas afectando en gran manera el clima—Susurró mi padre mientras besaba mi cien.

Me pare del suelo y terror caló mis huesos, el viento golpeaba con fuerza todo a su alrededor, el agua parecía formarse un pequeño tsunami, y del cielo una fuerte tormenta eléctrica arremetia.

Me pare del suelo y terror caló mis huesos, el viento golpeaba con fuerza todo a su alrededor, el agua parecía formarse un pequeño tsunami, y del cielo una fuerte tormenta eléctrica arremetia

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—¿Lo estoy haciendo yo?—Grite asustada.

—Mirame a los ojos Gissel, tu poder se está saliendo control, respira profundo, controla tus nervios y calma tu herido corazó—Ordenó mi padre sereno.

—Claro, cómo usted, no ha sido el qué ha pasado atrocidades, verdad—Hablé con enojo y sarcasmo.

Por su mirada supe que no estaba bromeando, y qué atacara su orden. Fui respirando pausadamente, sintiendo mi corazón latir con tranquila y por arte de magia el clima volvió a su estado natural, mire hacía mi loba, y me acerqué a ella buscando calor en su pelaje.

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