—¡Quita esa cara! —reclama Jolyne. ahora arrodillada sobre el sofá y con la revista en mano como apuntando un arma—. Tengo un plan.
—No. —Aunque está feliz de que Jolyne se vea tan involucrada y que se preocupe por él a pesar de todo, no puede hacerle más daño a Kakyoin—. No es algo en lo que tienes que involucrarte.
Su hija frunce el ceño, envuelta en esa pijama larga de mariposas verdes le recuerda a su amigo. Él le dio ese pijama hace unos días, se veían genuinamente felices destapando el regalo en la entrada de su casa.
—¿Es por mí, verdad? —Hay ira y llanto en su pregunta—. Me odias, te casaste con mamá porque yo venía en camino, por eso dejaste a Kakyoin-san —La conclusión de esa idea es horrible, es tan ajena que Jotaro se encuentra haciendo algo que no hace desde años antes. Se acerca a Jolyne para abrazarla, ¿cómo podía ella pensar semejante cosa?—. Lo sé. Me odias, por eso siempre lo llevabas a América, porque querías que él viera que podía ser feliz contigo... él....
—¡No! —es fuerte, rotundo, más alto de lo que quería decirlo en realidad—. Terminé con Noriaki mucho antes de conocer a tu madre, no supimos que estaba embarazada sino hasta poco antes de la boda. Jolyne... no te odio.
Ella llora y patea contra su cuerpo, no le hace daño, aunque sea más fuerte que la mayoría de las chicas —y algunos chicos— de su edad. Pero le hiere de todas maneras el rencor que le guarda tan profundamente.
—Lleve a Noriaki conmigo porque es la única persona que me ha entendido alguna vez —confiesa—. No sabía que decirle a tu madre, ni como comportarme con ella y contigo, y él es tan bueno con la gente. Incluso habló con mi madre. Lo llevé porque sabía que serías más feliz con él que conmigo.
Es la charla más larga que han tenido... nunca. Las palabras de Jotaro han sido tan escasas para su hija como lo serían para cualquiera de los ayudantes de su investigación y, aunque lo ha hecho porque debe mantenerla protegida, en parte también ha sido su propia negativa a dejar que alguien más se asiente en su corazón por tanto tiempo. Si a Jolyne le pasara algo, si se pusiera en peligro, si él...
Se aparta un poco, el rojo que rodea las pupilas verdes le estremece el pecho. Envía a Star Platinum a preparar algo de té mientras deja que ella se calme.
—No tienes que emparejarme con Noriaki, él y yo dejamos las cosas hace mucho.
—Lo dejaste —no es una pregunta—. Lo dejaste, estoy segura de qué no te habría dejado.
No, si no lo hubiese detenido entonces, Noriaki Kakyoin lo hubiese seguido a la muerte. Es eso a lo que Jotaro tiene miedo, a perderlo en definitiva, no como alguien que hace una vida lejos, sino como alguien que materialmente no está en el mundo. Suficiente había tenido con los agonizantes días al lado de la cama del hospital.
—No importa, Jolyne, fue hace mucho. Él debe ser feliz con otra persona...
—No lo es —asevera ella, cruzándose de brazos—. ¿No ves que siempre está mirándote como si el mundo se fuese a acabar?
A Jotaro una vez se le acabó el mundo, tenía diecisiete y debía elegir salvar al único chico que lo soportaba o correr por su madre, por quien había empezado todo aquello.
—Debe ser tu imaginación.
Sus coletas se mueven, su mirada tan acusadora como siempre. Jolyne tiene todos sus defectos y ninguna de sus bondades: jamás sabe cuando callarse.
—Bueno, después no digas que no te lo dije. Vas a perderlo igual que a mamá.
La tetera suena en ese momento, Star Platinum aparece en el marco de la puerta alzando un pulgar. Manzanilla, a Jolyne le gusta el té de manzanilla.
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I Knew
FanfictionJolyne sabe cosas, las intuye o, más bien, son tan evidentes que no puede negarlas. Ha pasado la mitad de su vida como un fantasma en la vida del otro, más hija de Kakyoin Noriaki que de Kujo Jotaro; por eso, cuando su acuerdo de custodia cambia y p...
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