I Knew

~~One -Shot ~~

Jolyne tiene a Noriaki y Noriaki la tiene a ella. Eso es más de lo que él en solitario ha podido hacer por ambos.

—Padre, ¿podemos ir al centro comercial luego? —no es realmente una petición, ella está recostada contra el marco de la puerta exigiendo.

—Pregunta a Noriaki si quiere venir también.

—No te preocupes, Jojo, estoy terminando todo aquí —comenta su amigo, dejando un paquete de carpetas sobre la mesa de escritorio—. Solo dejenme poner todo esto en el archivador.

Jotaro no lo deja, se levanta él mismo y clasifica todo por color y en orden alfabético. Deliberadamente ignora la sonrisa de suficiencia de su hija al salir.

Harmed because of being too sincere
But now that you've crossed my way

A Holly le gustaría pensar que Jolyne ha heredado su particular habilidad de reconocer lo que pasa con su familia pese a lo lejos que están, a reconocer en ellos sus sentimientos aunque los oculten bajo ceños fruncidos o enormes sonrisas. Pero sabe que no es así, sabe que simplemente Jolyne está entendiendo las cosas como ella las entendió en su día: Tiene un hijo demasiado orgulloso como para aceptar a las personas que ama.

Hace años, cuando pasó todo lo del viaje, su enfermedad, los stand, pensó que, al volver con Kakyoin todo sonrisas a medias y un sarcasmo menos arraigado, Jotaro había encontrado una felicidad a su medida. Le costó aceptar los gustos de su hijo, aunque entendió fácilmente que vio en el chico pelirrojo, incluso habló con su madre al respecto, con una mentalidad mucho más abierta de lo que cabría esperar en una mujer cercana a los sesenta años. Nunca lo habló con su hijo, no se atrevió a preguntar porque estaba todo el tiempo detrás de su compañero de estudios, porqué le llevaba sus comidas favoritas o le compraba regalos constantemente ―o le pedía a su padre que se los trajera de los sitios a dónde iba a dar recitales―, sabía que él preferiría las cosas de manera tácita. Dejaba que Kakyoin se quedase en su casa los fines de semana, preparaba pasteles de cereza, les ayudó a comprar los muebles para el apartamento que alquilaban juntos mientras estudiaban en la universidad; incluso ayudó al chico a mejorar su inglés.

Cuando Jotaro cumplió los veinte, pensaba que sería una de esas madre que pueden presumir de considerar a su yerno como a su propio hijo, ya que Noriaki pasaba por su casa al menos tres veces a la semana y se comportaba con ella de todas las maneras en las que Jotaro jamás fue capaz ―quizá parte de la culpa la haya tenido su esposo, siempre ausente, siempre eficiente y algo frío, cuando se conocieron, era tan diferente de sí misma que Holly lo vio como un reto―. Hasta el día en que su propio hijo volvió a casa, con dos maletas y un silencio sepulcral que nada pudo arrebatarle. En esos días, fue cuando vio a Star Platinum por primera vez, vigilando con lágrimas en los ojos la entrada de la puerta, como un guardia muy comprometido pero sensible.

Rompieron. Jotaro se fue a América. Holly recibió una invitación a una boda, solo tres años después. Conoció a Anne doce horas antes del sí. Jolyne nació solo seis meses después. Y siete años después, encontró a Noriaki en su puerta, preguntando si podía hablar con ella.

Hablaron, hablaron mucho. Se dio cuenta del divorcio, de la ansiedad de Jolyne, de los miedos de todos y llamó a su hijo. Estaba preocupada por Anne, sabía de primera mano lo cruel que podría ser Jotaro y lo insensible ante el dolor que se podría presentar.

―Abuela, es el mejor ramen del mundo ―Jolyne está en su comedor, devorando el plato que le ha puesto delante. Su uniforme lleno de pines, la falda larga y los mechones verdes la hacen tan llamativa como su padre alguna vez―. ¡¿Por qué no había tenido esto antes?! Me hubiera mudado si supiera que estaría tan buena la comida.