Beomgyu
Todavía estoy aturdido cuando entramos en el ruidoso club. Ese chico. Yeonjun. Iba a besarme, ¿verdad?
Un escalofrío me recorre la espalda. Me paso un dedo por los labios mientras la sensación fantasma de su aliento acaricia mi piel.
Dios, estaba tan bueno. También parecía súper simpático... aunque no voy a dejar que me engañe algo que se puede fingir tan fácilmente.
He aprendido la lección.
Una parte de mí quiere pensar que quizá él habría sido diferente.
Auténtico. No puedo explicarlo, es una corazonada. Pero bueno, dudo que volvamos a vernos, así que supongo que es hora de pasar página y olvidar mi vergonzoso accidente en la casa encantada y al chico simpático que me cargó en brazos como si no pesara nada.
—¿Qué vas a tomar? —grita Karina por encima de la música cuando llegamos a la barra.
Observo a la multitud y veo a un par de chicos con los que no me importaría acostarme. Sigo muy molesto por lo que hizo Taehyun, y mi maldita crisis solo empeoró las cosas. Así que necesito una distracción, algo que me quite eso de la cabeza.
¿Qué mejor manera de hacerlo que ligar?
—¡Ginebra con Coca-Cola!
—Veo que vas directo a por lo fuerte —comenta Soobin desde la izquierda, sacudiendo la cabeza cuando le miro con desdén—. ¡Lo mismo para mí, nena!
Normalmente empezamos con cervezas y nos tomamos nuestro tiempo, pero hoy no estoy de humor para eso. Quiero emborracharme lo más rápido posible, para que la emoción que Yeonjun me ha provocado se vaya a la mierda.
Treinta minutos más tarde, me he terminado mi bebida. Karina y Soobin se están quedando atrás con las suyas, así que, después de decirles que estaré en la pista de baile, me abro paso entre los cuerpos sudorosos y bamboleantes de la multitud de Halloween. Todo el mundo va disfrazado, con trajes que van desde elaborados atuendos que cubren todo el cuerpo hasta lencería escasa que apenas cubre las partes íntimas.
El chico que busco está en algún punto intermedio. Es grande, rubio y va vestido de vikingo. Lleva la barba entera trenzada, igual que su largo cabello. Sí, me vale, aunque prefiero a los bien afeitados.
Como Yeonjun, con su mandíbula angulosa, sus ojos verdes y su corte de pelo rubio oscuro.
—Déjalo ya, Beomgyu, joder —me digo a mí mismo, esbozando una sonrisa sexy mientras me acerco a mi objetivo.
Pero justo cuando estoy a punto de entablar conversación con él, algo me impulsa a mirar de nuevo a la multitud. No me gustan las barbas, así que ¿por qué debería conformarme con una?
Saltando al ritmo de la música, empiezo a dirigirme hacia el otro extremo de la pista de baile cuando alguien me agarra del brazo y tira suavemente de mí. Me doy la vuelta, con un comentario mordaz en la punta de la lengua.
—Mierda. ¡De verdad eres tú! — Yeonjun, el guapo del parque temático, sonríe, mostrando esos malditos hoyuelos tan sexis.
Abro mucho los ojos. Una descarga eléctrica me recorre el cuerpo y mi pulso se dispara. ¿Por qué está aquí?
—¿Yeonjun? ¿Qué haces aquí?
Él inclina la barbilla hacía dos chicos con disfraces de zombis que me resultan familiares.
—Terminé de trabajar y pensé que podría divertirme un poco. —
Volviendo a mirarme, se muerde el labio—. Mierda. ¡No pensé que te encontraría aquí!
