La Gran Tormenta Prt 3

56 3 8
                                        

El sutil sonido de los limpiaparabrisas moviéndose de un lado al otro, era lo único que Christopher podía escuchar en el interior de su auto fuera al sonido de las gotas de agua golpear contra el parabrisas.

Esta tormenta tenía a la ciudad en una parálisis parcial, las calles estaban casi vacías y eran pocos los que conducen bajo este clima.

Apenas y uno que otro transporte público daba presencia.

Aquel ambiente era envolvente y un poco fatigante, buscando una distracción Christopher encendió el radio de su auto sintonizando la radio comunitaria, pero para ese momento solo estática se escuchaba.

—¿Ahora que sucede?— Replicó el suspirando, aunque no era el único problema del momento pues la mala señal hizo que el GPS de su celular fallara —Oh vamos hombre ¿Es enserió?—.

Sin forma de guiarse por la ciudad, Christopher tomo su celular un momento tratando de ver la dirección donde Jean estaba, una acción que fue un grave error.

Jean quien en casa de Bluey pasando el rato se sentía mas que feliz, muy feliz de poder vivir esos momentos que añoraba pasar hace años.

Su esfuerzo lo llevo a donde justo quería y pensaba estar.

Ver a esa Heeler azul hablar y hablar lo hacía sonreír, reír, estar en una especie de paz total para el mismo.

“Amó su risa su voz todo se me hace tan adorables y especial de ella… Su perfume es fantástico adoro ese aroma todo se siente como un sueño en si”

Cola moviéndose de lado a lado, sonrisa tonta en su rostro y corazón latiendo a mil. Jean experimenta esa sensación de amor. O esa seria la explicación a todo esto.

Bluey y Jean ambos estaban en la cama de la Heeler Azul acostados viendo el techo de la casa.

Podían oír la lluvia junto a las miles de historias de Bluey.

La casa Heeler que en paz se encontraba fue despojada de esta cuando el fuerte sonido de un auto rugió afuera, Bingo quien en la sala estaba. Levantó sus orejas y sonrió.

Bandit quien también estaba en la sala suspiro rodando los ojos mientras se ponía de pie caminando a la puerta principal.

Apagando el motor de su auto, Max saco las llaves y se cruzó al asiento del copiloto para abrir la puerta, tomando valor el joven Baley salió del auto cerró la puerta y corrió hasta la casa Heeler, pero antes de si quiera poder tocar la puerta esta se abrió.

Max pudo ver a su amado suegro, sonrió claramente al ver a Bandit pero su carrera y el agua no fue una buena ayuda.

Bingo quien moviendo su cola fue a recibir a su novio.

Pero la entrada triunfal del Baley fue todo menos triunfal, Max entro de golpe y cara a la casa. Cayó al suelo como costal de papa.

Ese golpe se pudo escuchar en toda la casa, más por ese suelo de madera.

Bandit quien  impoluto y de pie en la puerta miro a Max bajando su mirado, suspiro y movió los pies del Baley aun lado para cerrar la puerta —Hola Max es bueno verte, Bingo ahí llego tu novio… Mmm Disfrútalo porqué no creo que dure mucho— Pasando aun lado de Max quien seguía en el suelo, Bandit se marcho dejando a Max y Bingo solos.

—Creo que no siento la cara…— Poniéndose de pie lentamente y con algo de dolor en su cuerpo, Max se levantó al hacerlo pudo ver dos reacciones en el rostro de su amada y hermosa novia.

La primera fue como la mano de esta cubría su boca tratando de aguantar la risa.

La segunda fue como poco a poco esa risa se fue perdiendo para pasar aún semblante un poco más de asustada.

Al ver esa segunda reacción, Max no entendió en un principio el porqué hasta que ese extraño sabor a hierro llego a su boca.

Tocando su nariz pudo ver porque la reacción, Bingo se acercó rápidamente a Max mientras lo hacía inclinar la cabeza hacía atrás —Vamos al baño estas sangrando por la nariz.

Siguiendo a su ahora cuidadora, Max sonrió un poco pues el cariño y cuidado que Bingo le daba, le parecía suma mente precioso.

Con celular en mano y el reflejo de la pantalla de su móvil en sus lentes, Christopher observaba la dirección a la cual ir. Pero entre ver el móvil y la poca visibilidad de las calles de reojo Christopher pudo ver un semáforo el cual estaba en verde para él.

Pero al mismo momento algo más se cruzó en su caminó.

Bajo esa fuerte lluvia y como si de una cita romántica se tratara, Dianne caminaba bajo esa lluvia con Mackenzie.

Ambos reían y disfrutaban de la lluvia como de la soledad de las calles y aceras, salto y salto en charcos de agua.

Una especie de escena de película que ambos habían montando en sus cabezas, Dianne llevaba el ritmo de la situación risas alegres, sonrisas y más que acompañaban el momento.

Juntos seguían ese juego, pero Dianne quien ignorando el hecho que cruzaba la calle no noto que el semáforo para ellos estaba rojo hasta muy tarde.

—¡Dianne!— Grito el Border Collie a todo pulmón, un grito que se marcó por el tan frío y oscuro panorama.

El reflejo de las luces que iluminaron los ojos de Dianne se hicieron presente cuando aquel auto se acercaba a ella.

Una parálisis total de su cuerpo la hizo quedarse quieta, una respuesta del miedo o como si afrontar lo que iba a suceder, cuerpo tenso, ojos apretados y su hocico fruncido como si anticipara el dolor del golpe.

Fueron segundos cruciales, que dejo en shock a los tres implicados. Los cuales tomaron decisiones diferentes.

Christopher quién al ver la escena y al tener buenos reflejos pudo reaccionar rápido, soltó su celular tomo  el volante con sus dos manos mientras daba un giro a la derecha para esquivar a Dianne.

Dianne como si fuera un ciervo no tenia reacción alguna estaba paralizada de pies a cabeza.

Pero Mackenzie quién actuando al momento se había acercado hasta su amiga, estiro su mano tomando el brazo de Dianne jalando a esta hacía el.

Todo como si fuera en cámara lenta, hasta que la realidad del momento cayó de golpe sobre ellos.

El fuerte sonido de los frenos del auto junto el derrape que hizo por la calle mojada se acompaño el gran estruendo que dio al impactar el poste del semáforo.

Dianne cayó sobre Mackenzie quien la había jalado con toda su fuerza, ese impulso hizo que también Mackenzie cayera al suelo.

Corazón al mil, respiración agitada y profunda.

Ambos se miraron para luego ver aquel auto que estaba incrustado contra el poste.

Por unos cuantos segundos Christopher había perdido el conocimiento hasta que despertó de golpe notando la bolsa de aire que cubría su rostro.

Mantuvo la calma lo más que podía, temblaba un poco estaba en shock. Valoraba su situación y así mismo.
¿Estoy bien? ¿Algo me duele? ¿Puedo mover mi cuello?.

Con estas preguntas lentamente se acomodó nuevamente en su asiento, movió su cuerpo un poco notando que no había nada mal.

Pero la adrenalina podría estar haciendo que el dolor no se haga presente, tras quedarse un minuto quieto pudo sentir una cálida sensación bajar de su cabeza hasta su rostro.

No necesito ver que era.

“Sangre… Puede ser una herida simple nada grave… Aun asi me preguntó ¿Qué pasó con la persona de afuera?”
Con esos pensamientos, Christopher abrió la puerta de su auto y salió pisando el frio suelo sintiendo la humedad del agua en su pie.

Saliendo por completo Christopher centro su atención a la calle pero ya no había nada o nadie.

Confundido y tocando su cabeza Christopher se preguntó a si mismo si realmente había visto a alguien o solo fue un error.

Dianne y Mackenzie quiénes se habían marchado del lugar miraban la escena del accidente desde las sombras, al ver que Christopher estaba bien suspiraron con alivió. Tenían miedo de las consecuencias.

Mas bien Dianne las tenía, temblaba aún la culpa comía su pecho pero el miedo a las consecuencias de todo le hacían no querer dar cara al problema.

Mackenzie por otro lado solo traba de ayudarla y protegerla, pero al ver a Christopher pudo respirar aliviado y con cierta paz en su cuerpo —Vamos Dianne debemos irnos el esta bien pero creo que tu no—.

Dicho eso el la tomó de la mano para poder llevársela de ahí, Dianne lo siguió aún viendo hacía atrás pero por dentro seguía repitiendo

“Lo siento, lo siento mucho”

El ruido no tardo en hacer que varias personas salieran, algunas incluso se asomaron por las ventanas de algunos edificios cercanos.

Y otros salieron en auxilio de Christopher, mientras llamaban a los servicios de emergencia.

Max estaba sentado en la cama de Bingo, su nariz tenía unos pequeños pañuelos de papel que detuvieron aquél sangrado.

La joven Red Heeler cuidaba de su novio de su torpe y tonto novio.

Jean y Bluey los miraban sin decir mucho pues ambos no podían evitar soltar una pequeña risa. Bingo cuidaba de Max cómo si de un bebé se tratara.

Pero en toda esa escena de cuidado y cariño, reluce un amor profundo y verdadero. Un amor que hace que los ojos de Bingo brillen mirando a Max y que este también tenga ese mismo brillo marcado casi como un fuego en su mirada.

Era algo que tal vez se podía envidiar de gran manera.

Jean quién en silencio miró a Bluey para sonreír tonta mente enamorado soltó un pesado suspiro, estaba junto a ella. Lo había logrado.

Bluey quién pudo sentir el peso de la mirada se Jean sobre ella giro su mirada al labrador, ambos conectando en ese momento.

Sutilmente Jean coloco su mano sobre la de Bluey, temeroso y nervioso se acercaba a ella.

La Heeler azul no quedo atrás siguiendo el mismo movimiento que su contra parte.

Un acercamiento lento, incluso se diría romántico. Ambos estaban a punto de cerrar ese momento con un beso, pero…

El celular de Jean que llevaba en silencio tanto tiempo vibró junto a una melodía que se comenzó a escuchar, así rompiendo la magia de ese momento.

Tomando su celular y mirando quién llamaba en ese momento; la sorpresa fue ver que era su padre, contestando feliz y alegre Jean colocó el móvil en su oreja —Hola papá—.

La conversación no se podía escuchar bien, pero Bluey quién lo miraba noto el cambió de actitud de Jean el cual incluso se levantó de golpe de la cama de la Heeler mayor.

—¿Todo está bien Jean?— Pregunto ella con algo de nervios tomando y sujetando la mano de Jean en el proceso.

Aquella llamada termino cuando el labrador bajó su teléfono y miró a Bluey —Debo irme, mi padre sufrió un accidente está bien, pero debo ir por el me envió su ubicación mmmm ¿Tu padre me podría llevar o pido algún transporte?—.

Antes de si quiera poder hablar Max hablo primero poniéndose de pie — Yo te llevo bro, nadie conoce estas calles mejor que yo así que no te vas a demorar en llegar con tu padre —.

La ayuda de Max fue bien recibida por Jean, no había tiempo que perder en esos momentos.

Miles estaba estacionado en el parqueadero principal del instituto, había algunas farolas que daban luz, pero con el clima no era muy buena la visibilidad.

Sentado al interior de su auto, en sus manos tenía un sobre con diferente información, archivos y una USB que contenía material muy importante.

Eran meses de trabajó casi un año entero de recolección, datos, nombres, imágenes y demás información que era crucial.

Aunque hacía lo correcto, Miles sentía un nudo que apretaba su garganta. Un nudo frío y tenso que parecía cortar su respiración.

Pensaba en su esposa, su hija… Su vida entera, ¿Estaba bien hacer esto?

Los reclamos y pedidos de su esposa en que se cuide y tenga mucho cuidado seguían resonando hasta lo más profundo  de sus pensamientos.

Aun no se cumplía la hora de la reunión, pero ese momento estaba cerca.
Muy cerca.

El hipnotizador aroma que venía desde la cocina inundaba la nariz de María; un suspiro largo salía de ella pues nada animaba mas su día que la comida tradicional del país de su madre.

Al entrar en esa lujosa y espléndida cocina. María levantó un poco sus caídas orejas pues ver el ritual que su madre hacía al cocinar siempre le causó gracia.

Música sonando en su celular y el movimiento de sus caderas junto a sus pies siguiendo el ritmo de la música generaba un alegre y hermoso ambiente familiar.

Zahira era la madre de María, una hermosa perrita criolla de pelaje largo y tonos oscuros. Ojos hermosos que resaltan y un cuerpo precioso que detalla cuidado.

Como se diría en su país una hermosa morena proveniente de las costas de Colombia.

—¿Qué cocinas mamá?— Pregunto con gracia mientras se acercaba a ella para chismosear un poco.

Deteniendo su baile y tomando una cuchara, ella hundió esta misma en aquella olla sacando un poco de arroz —Prueba mi niña, la verdad no iba hacer cena pero esta lluvia y mas me hizo antojar de un delicioso arroz de pescado, además tu papá ama este arroz— acercando la cuchara a la boca de su hija, Zahira sonreía tan alegre y enérgica como siempre.

Esa cuchara cargada de arroz que aun dejaba salir humo de lo caliente que estaba hizo rugir el estómago de la joven —Uf eso huele maravilloso— Dijo mientras soplaba suave mente para luego darle un bocado.

Esos sabores de la costa colombiana se revolvieron en el interior de la boca de María, pescado, arroz, cebolla larga, pimentón, llevaba tantas cosas pero hacían una mezcla perfecta —Mamá por Dios es delicioso— decía entre cada movimiento de su boca. Masticando tan delicioso manjar.

—Tu papá lo llama arroz con pescado y se me pego eso pero en realidad se llama Arroz Marinero es algo típico de Colombia pero claro es algo pesado si lo piensas para comer tan tarde como una cena pero me sentía inspirada— Volviendo a lo suyo, la música que se reproducía comenzó a sonar cierta canción.

Una muy especial para ella y su esposo.
María Canela era esa canción una que recordaba como ella y su Miles se conocieron. Como la vida los unido por una casualidad.

—Esa canción es la favorita de tu padre y la mía, la primera cita que tuvimos le enseñe a bailar con esa misma canción— bailando entre risas se acercó a María a la cual tomo de las manos para bailar un poco.

María quien entre risas alegres y sonrisas trataba de seguirle los pasos a su madre aun no dominaba el baile y menos para seguir a su madre en ello.

—Ay mi niña aun estas muy tiesa para esto jajajajaja pareces un tronco debes soltarte eres colombiana el baile lo llevas en la sangre y el sabor también. Debes retomar las clases de cocina y baile— Dándole un giro a su hija, esta mulata colombiana la jaló y abrazo con fuerza.

Esa misma canción se reproduce en el auto de Miles a bajo volumen, movía un poco su cuerpo en aquel asiento de su auto. Sonreía aunque estaba nervioso pero esa emoción no duraría mucho más.

Entre la lluvia y oscuridad una sombra se presentó ante la ventana de Miles, este que perdido en la canción giro su cabeza observando al can ante el.
Fueron segundos de silencio; un silencio que incluso opacó la música que sonaba.

Miles pudo ver aquellas arma que se levantó contra el, pudo hacer lo que sea. Gritar, suplicar, llorar o incluso tratar de escapar pero solo tuvo una simple y triste reacción.

Una sonrisa que aceptaba su destino se pinto en su rostro.

Manejando su auto y llegando hasta el estacionamiento del Instituto, Herald miraba los alrededores buscando el auto de Miles.

Pero freno en seco cuando los primeros tres disparos junto al vidrio roto del auto retumbaron en ese solitario lugar.

Viendo la escena Herald encendió la sirena de su auto junto aquellas luces rojas y azules. Bajando de su auto desenfundo su arma apuntando al atacante.

—¡ALTO POLICÍA DE BRISBANE ARRIBA LAS MANOS!— Grito a todo pulmón mientras apuntaba con su arma bajo la lluvia.

El can que sacaba algo del interior del auto de Miles por el parabrisas roto se detuvo un momento, pero con el sobre en sus manos este se giró de golpe y apuntó a Herald.

Ambos por reacción dispararon. La primera bala de Herald impacto en el brazo derecho del atacante, aunque con un disparo en su brazo el can siguió disparando haciendo que Herald retroceda en busca de cobertura.

Corriendo por el estacionamiento con la sangre bajando por su brazo gracias a la lluvia, este atacante pudo llegar a su auto y escapar en este.

Herald quien, aunque quería seguir al atacante gruñó y corrió hasta el auto de Miles. La escena se marcó en la cabeza de Herald.

Miles trataba de respirar mientras sus lentes manchados de sangre estaba casi por caer de su rostro, Herald trataba de ayudarlo presionando una de las heridas que mas sangraba con su mano mientras que con la otra sacaba su celular llamando al servicio de emergencia —Hola si aquí Detective Herald Baley necesito una ambulancia—

Miles quién trataba de estar despierto miraba a Herald dar la dirección del lugar —Agh… cero…cinco…siete…— escupiendo algo de sangre, el tomo el brazo de Herald con fuerza para que lo viera.

El Detective lo miró mientras Miles repetía —cero… cinco… siete… ocho… oc… ocho…— con esfuerzo trataba de decir más pero ya no era posible.

—Cero cinco siete ocho ocho ¿Qué es eso? ¿Una clave un codigo?— Mirando a Miles. Herald trataba de mantenerlo con vida —Miles dígame ¿que es eso?—.

Los ojos de Miles poco a poco se apagaron, su cabeza cayó hacía un lado mientras lentes caían sobre la palanca de cambios.

Zahira quién aun con su hija miro por la ventana de su cocina el exterior, la lluvia seguía pero un gran rayo iluminó todo el cielo.

Hasta que un fuerte trueno retumbó en toda la ciudad, la ventana de esa cocina se abrió de par en par por una fuerte ráfaga de viento María fue quien reaccionó cerrando la ventana, pero cuando miró a su madre, su rostro paso de felicidad a preocupación.

—¿Mamá?— Pregunto ella mirándola.
Zahira tocó su pecho y sintió un frío que subió por todo su cuerpo. Sin decir mucho miro a su hija pues presentía algo muy malo.

Jean pudo llegar donde su padre gracias a Max. Para su alivió su padre estaba bien y no tenía mas que un golpe en la cabeza que sería revisado.

Ese día y esa noche marcaron el destino no solo de unas personas sino de toda una ciudad.

A la mañana siguiente con aun un clima opacó, pero sin lluvia, muchos estudiantes se acercaban al estacionamiento donde Miles murió.

Dejaban flores aún profesor que para ellos había abierto sus mentes aún futuro mejor. La ciudad estaba de luto una marcha se había organizado buscando justicia.

Los medios de comunicación hablaban de este tema como un profesor y periodista fue asesinado a sangre fría fuera de su trabajo.

Jack quién estaba en la sala de radio. Mirando a la nada no era capaz de prender la transmisión para dar el informe de la muerta de Miles.

El Terrier temblaba hasta que estalló en llanto mientras apretaba los puños con fuerza, pero aunque el lloraba.

Alguien más encendió la transmisión.

—Hola a todos… Sean bienvenidos a una transmisión mas de la radio comunitaria de Brisbane… Me llamo María… Y ayer a las ocho y cinco minutos… Mi padre Miles fue asesinado a sangre fría en el estacionamiento del instituto donde enseñaba. Una bala dio en su cuello otra en su costado izquierdo y la tercera impacto su brazo… Hoy… Solo quiero decirles que mi padre fue un gran hombre… Gran padre y esposo que dio todo por su trabajó como periodista y profesor… Levantó la voz muchas veces contra lo que corría esta ciudad… Contra aquellos que buscaban sacar un beneficio por sobre los demás… No sabemos si esta es la razón por cual lo asesinaron… Pero lo que diré es que… Si es así significa que aterraba aquellos corruptos... Criminales y despostas que se esconden en esta ciudad… Le pido al Comisionado Baley que por favor atrape a los que mataron a mi papá y que todo el peso de la ley caiga sobre ellos— Con esas palabras, María corto la señal y miro a Jack.

El lloraba mirando a María quién se negó a derramar una lagrima ese día.

Muy profundo en Brisbane, unas cuantas personas escuchaban esta transmisión de radio junto a las noticias de la televisión.

Tres canes se miraban unos a otros mientras un cuarto hablaba con ellos por celular.

—Son unos idiotas no tenían que matar al periodista. Nadie les dijo matenlo— Dijo esta voz mientras un suspiro se escapaba por el altavoz.

Uno de los canes que estaba sentado tras un escritorio miraba el celular por el cuál hacían la llamada —Agh solo es un maldito periodista eso es todo además el estaba metiendo sus narices en mis trabajos debía callarlo—.

—No debiste matarlo, lo único que hiciste es volver un mártir que usarán como pretexto para hacer una lucha mas grande contra el crimen de la ciudad— Mencionó aquel Rottweiler que estaba sentado junto al otro can.

—Al matar a ese periodista acabas de marcar el inició del fin de esta puta operación… Maldita sea Fisher no sirves para nada— Colgando la llamada, Fisher miro al Rottweiler y al otro can que solo guardaba silencio.

—Desde ahora todo lo que hagas, lo harás bajo nuestra autorización ¿Entendido?— Dijo autoritaria mente el can que hasta ahora no había dicho nada.

Con el orgullo en su garganta, Fisher trago y suspiró mientras asentía a aquella orden dada.

El Rottweiler junto al otro can solo se marcharon de ese lugar mientras dejaban a Fisher solo. Este mismo que guardaba silencio gruñó dando un fuerte golpe sobre la mesa.

Su rostro reflejaba la irá que lo estaba consumiendo, sin decir más solo suspiró y siguió viendo la televisión.

Brisbane se había vuelto un barril de pólvora que estaba a nada de estallar por los aires.

Y en medio de esto muchos se verían involucrados.

~●~●~●~●~●~●~●~●~

Hola aquí Boris, es un gran gusto volver a traerles un nuevo cap de mi libro agradezco el apoyo y la espera que le dan a este libro.

Y a los artistas que me ayudan con ello.

Un gran beso a todos ustedes y espero que este Cap les guste fue hecho con mucho amor y cariño.

LuchoLenz Agente_Dylkick

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: 5 days ago ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

💙Una Historia De Amor🖤 RemasterWhere stories live. Discover now