DEVORA MI CORAZÓN MIENTRAS SIGA LATIENDO
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2 de octubre, 2015
Kokonoi lamentaba muchas decisiones de su vida.
Lamentaba haber abandonado a su madre, alejarse de ella sin darle explicaciones sinceras y saber que viviría profundamente preocupada por su única hija, la cual tomó un camino en que ninguna madre querría ver a sus niños.
No lamentaba, sin embargo, haber abandonado a su padre. Ese hombre siempre fue demasiado estricto, demasiado frío. Esperaba de ella una disciplina que rozaba lo militar y que jamás le cuestionara. Estaba dispuesto a regalarle el mundo si cumplía con esas sencillas normas. Pero Kokonoi supo desde muy pequeña que nunca necesitaría que ningún hombre le prometiera la luna.
Pero, ante todo, lamentaba a Inui Seishu. Solo ella sabía cuánto dolor puede albergar un corazón por más de una década y cuán pesadas pueden ser las palabras que nunca fueron dichas, acumulándose en las arterias como si fuesen arena e impidiendo que la sangre bombee. La mente termina por colapsar pero el cuerpo sigue moviéndose por inercia. Al final, el único remedio es el olvido.
Y aunque el olvido a veces llegó en forma de cuerpos, licores en cristal y lujos narcóticos, nunca fue ni sería suficiente. ¿Cómo iba a ser suficiente? Si cuando se miraba al espejo solo era capaz de ver el reflejo que tendría ella si la viera en ese momento. Si la pensara, si la sintiera.
¿Cómo iba a ser suficiente? Si no se merecía un mínimo de piedad, un atisbo de perdón. Y aunque ardiese, allí seguiría; regodeándose en la miseria que ella misma había levantado a su alrededor, como muros inexpugnables que cederían por la misma razón que lo hizo Troya. Por una mujer.
─Cómo vas a ser suficiente ─los cristales volaron en todas direcciones pero la mayoría cayeron dentro del lavabo.
Tenía los nudillos empapados en la sangre que borboteaba de los cortes y sentía que se le entumecía la mano hasta la muñeca. Se apretó la herida con la palma de la otra mano mientras se curvaba sobre sí misma, apretando los dientes por el dolor.
─Koko, ¿estás aquí? ─la voz de Sanzu llegó al baño.
La pelirosa encontró la escena. Miró a Koko morderse el labio para evitar llorar y luego al espejo hecho añicos. Entonces decidió acercarse, poniendo las manos en sus hombros.
─Kokonoi ─la zarandeó con suavidad─. Mírame.
La aludida alzó la vista hacia la mirada celeste de su compañera, que le señaló el espejo sin romper el contacto visual.
─¿Qué coño es eso? ─Sanzu tenía las cejas alzadas y parecía estar intentando no reír─. Dame la mano, a ver que- Dios, Koko. Qué desastre, te has rajado los nudillos.
Chasqueó la lengua repetidas veces mientras iba hacia el dispensador de la pared contraria y agarraba un puñado de papel.
─Toma. Presiónalo sobre la herida. ¿Qué coño, Koko? ¿Se te ha ido la olla?
Cuando se aseguró de que su compañera estaba tratando de retener la pequeña hemorragia, abrió el grifo para que los cristales manchados se limpiaran bajo el chorro de agua.
─¿Hay alguien más en el baño? ─quiso saber Sanzu, a lo que Kokonoi negó─. Vale. Ahora, cuando dejes de sangrar, salimos. Le diré a un camarero que hemos encontrado el espejo así. ¿Ya estás bien o tengo que pedir que retiren las copas de la mesa?
─Déjalo. Ha sido un accidente ─sus palabras parecieron sacar todo el aire de sus pulmones.
Sanzu ladeó la cabeza y rió por lo bajo. Kokonoi tenía claro que a Sanzu no le importaba si había sido un accidente o no.
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Hojas secas ─ Kokonui + Rankoko
FanfictionInui trabaja en el taller con Draken. Está cansada y últimamente recuerda demasiado a quien creía haber olvidado. Kokonoi encuentra consuelo en los brazos de Ran, pero hace tiempo que debío aprender la lección: dinero o amor. No puede tener ambas co...
