☆~1~☆

3 1 0
                                        

Las tardes en casa de Minho solían ser tranquilas. El reloj de la pared sonaba siempre igual, el viento se colaba por las rendijas de la ventana, y a veces el vecindario parecía un lugar donde nunca pasaba nada.
A Minho le gustaba esa calma, aunque a veces le pesaba demasiado. Había días en que sentía que algo le faltaba, aunque nunca se atrevía a preguntarse qué exactamente.

No era que su vida fuera mala. Sus padres siempre habían sido comprensivos, incluso cariñosos en exceso. Su madre le recordaba cada día que estaba orgullosa de él, y su padre parecía tener una paciencia infinita con cada cosa que hacía. Pero aún con todo eso, había un vacío, un espacio en su memoria que trataba de ignorar y que siempre aparecía en los momentos más silenciosos.

Un recuerdo escondido.
Un nombre que llevaba tiempo sin pronunciar.

-Minho -la voz de su madre lo sacó de sus pensamientos-, ¿has oído? Han vendido la casa de al lado.

Él alzó la vista desde el escritorio, distraído.
-¿Ah, sí?

-Sí, sí. Van a mudarse esta misma semana. Los Han.

La palabra lo golpeó como un puñetazo.
Los Han.
Durante unos segundos pensó que lo había imaginado, que era una coincidencia absurda. Pero no. Su madre repitió el apellido, como si no significara nada, mientras se reía y seguía comentando otras cosas de los vecinos.

Minho ya no escuchaba. Su mente se había ido lejos, tan lejos que casi dolía respirar.

Subió las escaleras sin responder nada, cerró la puerta de su cuarto y se dejó caer contra ella, apoyando la cabeza en la madera fría.
Ese apellido había roto algo en su interior.
Ese apellido tenía un rostro, una risa, unos ojos que todavía recordaba aunque habían pasado años.

Jisung.

La imagen del niño que había sido su mundo entero se formó en su cabeza sin permiso.
Pequeñas manos llenas de tierra después de jugar en el jardín.
Risas compartidas bajo las mantas, contándose secretos que nunca le habían dicho a nadie más.
El sabor a helado derretido en verano.
La promesa infantil de que "vamos a estar juntos siempre".

Un nudo en la garganta lo obligó a sentarse en la cama. Se abrazó las rodillas y dejó que las lágrimas le resbalaran sin resistencia. Llorar por recuerdos parecía ridículo, pero Minho no podía detenerlo.

Y también llegó la última escena, la que había tratado de enterrar:
Jisung frente a él, con los labios temblando.
"Nos mudamos. No puedo hacer nada, mis padres no quieren que... que nos volvamos a ver."
La voz quebrada, la mirada esquiva.
Luego la puerta cerrándose y el silencio que se alargó durante años.

Minho se cubrió el rostro con ambas manos, intentando ahogar el llanto.
¿Por qué justo ahora? ¿Por qué volver?

Necesitaba aire.
Se levantó tambaleante, abrió la ventana de su cuarto y salió al balcón. La brisa fría le acarició la piel húmeda.

Y entonces lo vio.

Justo al otro lado, en el balcón de la casa recién ocupada, estaba él.
Jisung.

Más alto, el rostro más definido, pero inconfundible.
Los mismos ojos, aunque ahora más apagados, como si llevara demasiado tiempo cargando con algo pesado.

Se quedaron paralizados.
Minho con los ojos rojos de tanto llorar, Jisung con el gesto de alguien que no esperaba encontrarse con un fantasma del pasado.

El tiempo pareció detenerse.
No había palabras, solo la distancia entre los dos balcones y la certeza de que todo lo que habían vivido volvía a la superficie en ese mismo instante.

Minho no sabía si sonreír, si llorar más fuerte o si esconderse.
Pero lo único que hizo fue quedarse ahí, mirando.

Y Jisung, después de un segundo eterno, no apartó la mirada.

Falling again  |~°minsung°~Where stories live. Discover now