Novia a la fuga de nuevo

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-Serás cabrón -dije volviendo a golpear su espalda.

-Y tu tramposa, solo a una estúpida se le puede ocurrir salir corriendo. Ya ves que en medio segundo has vuelto a mis brazos.

No le faltaba razón a mi maridito. Nada más correr, ya me había cogido y estaba de nuevo presa sobre su hombro. Ahora me iba a costar más conseguir mi libertad.

El estómago comenzó a rugirme y solté un quejido.

-¿Qué te pasa?

-Que no he desayunado, eso pasa -solté de mal humor.

-¡Haberlo dicho antes!

Comenzó a subir unas escaleras y empecé a dar botes como si estuviese en un coche pasando un camino de tierra.

-¿Puedo saber al menos a dónde vamos?

-A desayunar, señora Weels.

Umm, así que ha desayunar. Giselle, no mal pienses. Demasiado tarde. ¿Qué mejor desayuno que un Logan cabreado? Bueno, en cierta parte, yo le ganaba en cabreo.

En seguida me percaté de que estábamos en la piscina de nuestro hotel, esquivando las tumbonas y mesas del restaurante. Logan no se paró hasta que consiguió encontrar una mesa en una esquina que daba al mar. Me dejó en una silla arrinconada y se colocó justo enfrente para que nuestras miradas no dejaran de coincidir.

-Logan, yo...

-Creo que es un buen momento para hablar -me interrumpió-, ¿no crees?

Yo asentí.

Un camarero se nos acercó y Logan le pidió un buen desayuno. Cuando este se marchó volvió a mirarme y continuó:

-Quiero que sepas que devolví los diez mil dólares que debíamos a esa gente. Hoy he ido al banco y mi tarjeta funciona a la perfección, con el dinero de mis padres claro. Un dinero que ahora también es tuyo y no de Ariathna.

Que dijera su nombre me puso terriblemente incómoda. 

-Tranquila. Sé que ahora no puedes confiar en mí, lo sé.

Bien, Logan, bien, vamos progresando. Solo me faltaba aplaudirle.

-Pero quiero, Giselle Weels, que te quede bien claro que...

-Hollaham -le corregí.

Él fue a discutirlo cuando apretó los dientes y consiguió calmarse.

-Giselle Hollaham -dijo mi nombre con una astuta sonrisa-. Que te quede claro que Ariathna es mi pasado y tú eres mi presente.

-¡Y una mierda! -grité.

El camarero casi tira la bandeja con el desayuno del susto que le di.

-Perdone.

Dejó el desayuno y se marchó dejándonos continuar.

-No te habría costado nada contarme lo de tu prima joder, Logan. ¿Qué te he ocultado yo a ti? ¿Ehh?

Fue a decir algo en su defensa cuando se quedó sin palabras. Mi argumento era suficientemente válido para hacerlo callar. Estuvimos en silencio varios minutos en los que yo comencé a comerme aquel brownie de chocolate con pepitas que tenía una pinta tremenda.

-Lo siento -se sinceró al fin-. Lo siento de veras. Pero tienes que admitir que al igual que yo no puedo vivir sin ti, Giselle, tú tampoco puedes vivir sin mí. Niégalo y, si quieres, nos divorciaremos. Pero no lo niegues si para eso vas a mentirme.

Yo Os Declaro un (maravilloso, catastrófico y divertido) Desastre (YODE-2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora