SEVERANCE +𝟭𝟴 || NETEYAM AND READER || AVATAR THE WAY OF WATER

𝟮𝟮 || 𝗢𝗥𝗜𝗚𝗜𝗡

—Ajá.

Los jóvenes empezaron a alinearse bajo las instrucciones de sus maestros, y Reyla, con una sonrisa apenas disimulada, cruzó los brazos mientras miraba a Nyx de pies a cabeza.

—¿Por qué no dejas que vaya ella primero, Neteyam? —sugirió con un tono que tenía un deje burlón—. Se le ve... impaciente. Y debo admitir que ha mejorado bastante desde la última vez.

Neteyam giró el rostro hacia Nyx, quien le respondió con leve asentimiento de cabeza que por alguna razón él entendió.

—Sígueme —indico Neteyam.

El camino que faltaba era una delgada franja de roca húmeda que bordeaba una pequeña cascada. El agua caía en pequeños hilos, perdiéndose en el abismo, ante esa vista, Nyx trató de mantener el equilibrio y sus pies apenas resbalaban sobre el musgo.

Cuando ella dio el último salto, él la tomó del antebrazo para estabilizarla. El contacto fue breve, pero suficiente para que ambos se quedaran quietos un segundo. Enseguida, Neteyam soltó su brazo y se aclaró la garganta.

—Bien. Ya estamos aquí.

—¿Qué?

Neteyam se hizo a un lado y señaló hacia adelante, y cuando Nyx levantó la vista, su expresión cambió por completo. Al fin pudo distinguir de donde venían todos esos chillidos molestos. Se trataba de enormes Ikran que se extendían sobre las rocas flotantes, de tantos colores que parecían surgir del mismísimo cielo o de las propias rocas.

Los ojos de Nyx se abrieron de par en par, apenas logrando controlar su impresión.

—Son... cientos. —Su voz salió en un susurro.

Neteyam la observó de reojo y asintió.

—Miles, quizá. Pero solo uno te elegirá.

—¿Elegirme? ¿Y cómo se supone que sabré cuál es?

Neteyam se acercó de una manera tan repentina que la obligó a quedarse quieta.

—Respira —dijo, colocando su mano sobre el pecho de Nyx, justo donde sentía el latido acelerado de su corazón—. Aquí. Deja que te guíe. Demuéstrales que no temes morir. De corazón fuerte.

Por un segundo, Nyx lo miró tratando de entender sus palabras, fijándose en esos grandes orbes dorados que el Omaticaya poseía.

—¿Y eso funciona?

Neteyam parpadeó y, al notar lo cerca que estaba, retiró la mano rápidamente.

—Solo... no pienses demasiado— desvió la mirada, tratando de recuperar su compostura—. No creo que sea un problema para ti.

Nyx lo fulmino con la mirada y fijo su vista enfrente. Neteyam exhaló y, antes de empujarla hacia adelante, murmuró unas cuantas palabras de aliento.

—Ah, y una última cosa.

—¿Qué?

—El Ikran que te elija... intentará matarte.

—¿Qué? —Nyx giró de golpe, pero ya era tarde.

Fue empujada hacia enfrente y un rugido ensordecedor estalló casi sobre ella. Enseguida las alas de los Ikran llenaron el aire, y el viento levantó polvo alrededor.

—Buena suerte, forastera —grito Neteyam con ese tono burlesco que ella odiaba. A lo lejos otros Na'vis y en especial Reyla observaban expectantes.

Pero los ignoro y avanzó, acercándose a los Ikran cercanos con mucho cuidado.

—Vamos... —murmuró—. ¿Ninguno tiene el valor?