Our little toy |Creepypastas x Toby| [Yaoi]

3: {Las sorpresas de Slender-sama}

Narra Hoodie

Cuando desperté, giré para ver si el chico nuevo aún seguía ahí.

Y efectivamente, ahí estaba.

Estaba él solo, abrazándose a sí mismo mientras temblaba.

-Oye, ¿estás bien?- hablé mientras me levantaba para sentarme a su lado.

-A-ayer... No me gustó- me miró, dejándome ver las lágrimas que sus ojos aún no habían permitido que recorriesen sus pálidas mejillas.

-¿Cuántos te han obligado a eso desde que llegaste?- acaricié un poco su espalda. No quería que se sintiese mal.

-S-solo Tim- suspiró, intentando relajarse- con Ben fue distinto.

Apreté mis puños. Según lo que entendí cuando nos dieron la noticia, todos querían violarle. Pobrecito...

-Bueno, Toby- le sonreí, haciendo aparecer unos hoyuelos en mis mejillas- yo soy Hoodie- le di un abrazo rápido y le di unos golpecitos en el hombro.

Asintió y repitió mi gesto.

-Y dime- me tumbé a su lado, ya que no se incorporaba- ¿cómo es que el larguirucho te reclutó?

-M-maté a mi padre después del accidente que tuve con mi hermana- noté cómo su pierna se empezaba a mover, siguiendo un patrón que podría ser el mismo que el de un tic- porque nos pegaba...

-Que hijo de perra- le sonreí de lado, intentando que se calmase un poco. Y así fue, soltó un suspiro y me sonrió.

-Hoodie- escuché al otro lado de la puerta que alguien me llamaba, seguido de unos golpes en esta- Hoodie, ¿está ahí Toby?

-Sí- alcé mi voz para que me escuchara y Slender entró- ¿qué pasa?

Se nos quedó mirando e hizo una seña a Toby para que saliese de aquella habitación con él, cosa que el chico obedeció al pie de la letra, mientras yo me quedaba ahí y sacaba mi ordenador.

El yaoi me estaba jodiendo la vida.

Narra Slender

Cuando Toby salió, posé mi mano en su hombro y me di cuenta de que estaba temblando.

-¿Pasa algo, chico?- le pregunté, intentando sonar lo más amable posible.

-T-tengo que hablar con usted, señor- me miró y se abrazó a sí mismo.

-Está bien, vamos a mi oficina.

Nos dirigimos allí y abrí la puerta para después hacer pasar al chico, que se sentó en la mesa nada más entrar.

-Verá, señor...- suspiró y movió sus piernas, mirando al suelo- ha... Ha habido dos chicos muy cariñosos conmigo- noté cómo tragó saliva- y m-me incomodan un poco...

-¿Quieres que hable con ellos?- me senté en la gran silla, sintiendo cómo Toby observaba cada uno de mis movimientos.

-Oh, no- negó y sacudió un poco la cabeza- no quiero que me peguen.

-Tobías, nadie va a pegarte- al escuchar unos sollozos por su parte, le senté en mis piernas, envolviéndole con mis brazos.

Odiaba cuando alguien de esa casa se ponía triste, o nervioso, o simplemente estaba mal. Eran como mis hijos, como mi familia, y por eso tenía que protegerles y ayudarles, ya que cada uno había llegado con suficientes problemas como para no salir nunca. Pero mis proxies iban por delante. Siempre.

-G-gracias señor- su voz tembló un poco y me devolvió el abrazo.

-Dime, Toby, ¿qué te han hecho?- acaricié su cabello, ya que ahora su cabeza estaba recargada en mi pecho.