EN EL SURESTE MEXICANO CASI 500 AÑOS DESPUÉS

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Celia caminaba descalza por entre los húmedos pastizales de la sierra chiapaneca, la abrumadora neblina lo teñía todo de blanco y el ambiente frío calaba todo alrededor, pero a ella no le importaba, estaba acostumbrada a las inclemencias del tiempo que reinaban en su comunidad. Tenía poco más de ocho años realizando la misma actividad tres veces por semana y siempre lo hacía a la misma hora, por lo que aún de madrugada se abalanzaba descalza a paso veloz sobre la helada hierba con sus ya curtidos pies.

De piel morena, figura esbelta y grandes ojos color miel, Celia evocaba la belleza de una princesa que cualquier imperio del mundo prehispánico hubiera querido poseer. Su bello vestido de manta con finos bordados de hilos de colores resaltaba aún más su belleza. Celia G. como se le conocía, no era un nombre común en la región donde habitaba. La G se había vuelto todo un misterio y por más intentos que hacían los vecinos por saber que significaba, todo había sido inútil. Por su parte, el nombre de Celia sus padres lo habían escuchado por primera vez a unos turista de Parral Chihuahua doce años antes en Tuxtla. Esto en un principio enardeció a los colonos ya que iba en contra de sus tradiciones, pues era una costumbre en la sierra que los hijos heredaran los nombres de los padres. Por ejemplo, era común encontrar en la región el nombre repetido de Juan López Gutiérrez desde el tatarabuelo hasta el descendiente actual por lo que Celia debería haber heredado el nombre de Martina, tal y como se había llamado su abuela y su madre en vida.

Con el paso del tiempo los padres de Celia tuvieron que aceptar ante la comunidad que se habían equivocado con lo del nombre y argumentaron que la G era solo un error de dedo al momento de registrarla, a lo que los líderes comunales aceptaron no sin antes hacer que pidieran una disculpa pública en la plaza central, durante la fiesta del santo patrono, en la cual fueron objeto de todo tipo de burlas, insultos y humillaciones. Todo aquel caso absurdo detonó inclusive que se instituyera una comisión para que al momento de un nacimiento en la comunidad, se supervisara el nombre que solo el padre tenía derecho a poner a este nuevo ser y el cual debía ser hereditario.

Celia recordaba que al principio cuando aún era muy pequeña y comenzaba a tener uso de conciencia, las burlas por su nombre por parte de los demás niños hacia su persona eran constantes, pero con el paso de los años se ganó un lugar en la comunidad debido a su nobleza y bondad con que actuaba con los demás. En la actualidad algunos caciques de la sierra merodeaban la pequeña choza donde habitaba, seduciendo a su padre para que le vendieran a su hija cuando tuviera edad suficiente para convertirse en mujer. Esta era una práctica común en la región desde tiempos inmemorables ya que en los lugares más recónditos de México, las mujeres son tratadas como simples objetos de venta o intercambio aún hoy día.

La bella Celia arremetió muy contenta el paso ya que adoraba aquella época del año, pues el otoño le traían grandes recuerdos que guardaba en su corazón, porque su humilde familia siempre unida y llena de amor trabajaba duro en esas fechas ya que les gustaba colaborar con agrado en su comunidad ante la cercanía de la tradicional fiesta de todos los santos difuntos, la cual se celebraba con gran algarabía en su pequeño pueblo, arrancando desde el 30 de Octubre muy entrada la mañana con la clásica carrera de los primogénitos que corrían a toda prisa hacia las faldas del cerro en busca de las flores más bellas, las cuales deberían de traer a cada humilde choza y jacal para adornar con ellas las fachadas y así poder iniciar durante 4 días una serie de ritos mezclados entre las antiguas creencias prehispánicas y las impuestas por los conquistadores, para finalizar con un baile nocturno la noche del 2 de Noviembre en el panteón municipal.

Para ella estas fechas era aún más especiales ya que su madre había fallecido hacía unos cuantos meses víctima de una extraña enfermedad, la cual su padre culpaba de habérsele desarrollado al no haber podido tener más hijos, aunque la realidad es que todos en la comunidad sabían que la verdadera causada había sido por un derrame interno a causa de las constantes golpizas a que fue sometida por su esposo cada que llegaba borracho y que ahora Celia de vez en cuando también padecía en carne viva, aunque muy en el fondo ella sentía que algún día todo eso cambiaría y volvería a ser aquel padre amorosos y cariñoso que siempre fue.

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⏰ Last updated: Aug 12, 2015 ⏰

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Chunzhicu I: La Puerta a FadodaWhere stories live. Discover now