6 WONWOO

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El restaurante no era muy sofisticado, pero era uno de los sitios favoritos de Wonwoo. Muy a la vieja escuela con el suelo a cuadros blancos y negros, y en donde todo era de color rojo o cromado. Había comenzado a frecuentar Dal Norae1 un año después de la muerte de su padre. Los meseros solían darle comida gratis después de la escuela, probablemente porque eran conscientes que sería su única comida. En todo el tiempo que llevaba viniendo, ni una sola vez había escuchado la canción cuyo nombre brillaba desde la ventana en rojo neón. Él sospechaba que esa tal Dal Norae no existía.














El aroma a tocino, jarabe de arce y panqueques de leche y mantequilla golpearon a Wonwoo desde el momento en que ingresó por la puerta. Su estómago hizo un gruñido gracioso y Wonwoo estaba seguro que todo el mundo pudo escucharlo por encima del ruido de los tenedores sobre los platos y las animadas conversaciones de la clientela.













Mingyu estaba pegado a su espalda, con las manos sobre las caderas de Wonwoo y la barbilla apoyada en su hombro, como si ambos hubiesen estado saliendo por una década entera en lugar de haberse conocido hace menos de cuarenta y ocho horas. Wonwoo se sintió inclinar hacia el calor reconfortante del torso de Mingyu, pero en su interior odiaba lo cómodo que se sentía con él. Detestaba lo mucho que le gustaba la sensación de las manos de él sobre su cuerpo.
















Se ruborizó mientras pensaba en el beso que se había convertido en un orgasmo hacia solo noventa minutos. Wonwoo había tenido una docena de acostones de una noche sin mezclar emociones, cada uno entendiendo que ello no significaba nada; simplemente se trataba de rascarse la picazón. Pero besar a Mingyu en ese almacén había encendido algo muy dentro de Wonwoo, algo que parecía dormido hasta que Mingyu lo inmovilizó sobre el colchón y lo besó como si se estuviera muriendo y los labios de Wonwoo fueran la única cosa que podía salvarlo.














Nunca había experimentado esa clase de química combustible. Era como si Mingyu fuera una cerilla y Wonwoo un papel empapado con gasolina, y esa combinación volátil podía estallarle fácilmente en la cara. Aun así, habría dejado que Mingyu le hiciera lo que quisiera; deseaba haber dejado que Mingyu le hiciera todo tipo de cosas sucias.















Pero Mingyu, a pesar de su extraña intensidad, parecía mucho más cómodo al dejar que Wonwoo llevara el ritmo. Tenía una rara mezcla entre fuerza bruta y una posesividad infantil, como si Wonwoo se tratara de su nuevo juguete favorito y estuviera dispuesto a destrozarlo antes que dejar que alguien más jugara con él. Algo así no debería ser tan caliente… pero lo era. Wonwoo nunca había sido la cosa favorita de nadie.














Antes de que Wonwoo pudiera arrastrarse más dentro la madriguera del conejo que resultaba ser su crisis existencial, Yoona “con dos o” balanceó su amplia figura hacia ellos, mascando ruidosamente un chicle. Dal Norae realmente se inclinaba hacia su estética retro.














Yoona vestía con un uniforme de poliéster rojo del mismo color que las cabinas de vinilo. Llevaba gafas con montura de cuernito y el cabello recogido muy alto en su cabeza. Wonwoo sabía que tenía sesenta y que tenía ocho nietos, pero ella, con total honestidad, no se veía mucho mayor que de cincuenta. Tenía unos genes muy buenos.


















Ella sonrió con calidez en cuanto divisó a Wonwoo, y le dio un beso sobre la mejilla. —Hola, muñeco. No te había visto por aquí en mucho tiempo. Comenzaba a pensar que nos habías abandonado por ese lugar a una cuadra de distancia, con su estilo nueva era y sus tragos con sabor a pasto y trigo.














꒯ꏂꇙꆰ꒤꒐ꉔ꒐ꋬ꒯ꄲ (Meanie/Minwon) #1  Where stories live. Discover now