Beomgyu se mordió el labio, nervioso, sin saber qué responder. Hueningkai soltó una carcajada fingida para romper la tensión. —Bueno, si siguen así, voy a empezar a pensar que esto es una cita improvisada.

Beomgyu lo empujó con un bufido, pero su sonrisa traicionó la incomodidad que sentía. Jeongin se limitó a reír.

—Ya, Kai. —intervino Yeonjun de pronto, con voz baja pero firme. Todos voltearon hacia él. —No molestes. Solo están hablando.

Su tono fue lo suficientemente seco como para que Hueningkai se callara. Jake arqueó una ceja, notando algo raro en su expresión.

—Oye, ¿estás bien? —le preguntó.

—Sí. —Yeonjun tomó un trago rápido. —Solo estoy un poco cansado.

Beomgyu lo observó de reojo. Era raro verlo tan serio, más aún cuando solía bromear con todos. Pero no dijo nada. El resto siguió conversando, y poco a poco la mesa volvió a llenarse de risas y voces.

Pasó una hora. Las luces se atenuaron un poco más, la música cambió a algo más lento. Beomgyu se inclinó hacia Jeongin, hablando en voz baja sobre un viejo recuerdo de su primer festival. El otro lo escuchaba atentamente, riendo con suavidad. Yeonjun no podía dejar de mirarlos.

"¿Por qué me molesta esto? Ya no debería". Pensó, girando el vaso entre las manos. No tenía sentido. Jeongin era solo un tipo simpático del pasado. Pero ver cómo Beomgyu le sonreía, cómo se reía con él... eso lo irritaba más de lo que quería admitir.

Cuando Beomgyu se levantó para ir al baño, Yeonjun lo siguió con la mirada, casi por reflejo. Jeongin notó ese gesto.

—Yeonjun, ¿verdad? —preguntó con amabilidad, buscando romper el silencio. —Jungwon me dijo que eres el capitán del equipo de básquet.

—Sí. —respondió él, sin emoción. —Lo intento, al menos.

—Debe ser difícil. —Jeongin sonrió. —Supongo que necesitas paciencia para manejar a todos esos chicos.

—Y disciplina. —añadió Yeonjun. —Y evitar distracciones.

Jeongin lo miró, sin entender del todo el tono, pero asintió con una sonrisa incómoda. Hueningkai volvió a hablar, animando otra vez el ambiente, y Yeonjun se apoyó en el respaldo de la silla, respirando hondo.

Cuando Beomgyu regresó, se sentó a su lado, y Yeonjun no pudo evitar mirarlo un segundo más de la cuenta. —¿Todo bien? —preguntó el castaño, notando algo en su expresión.

—Sí. —respondió Yeonjun, forzando una sonrisa. —Solo pensaba.

—¿En qué?

—En nada. —mintió.

El silencio que siguió fue apenas perceptible, pero suficiente para que Beomgyu sintiera una extraña incomodidad. Como si algo hubiera cambiado en la manera en que Yeonjun lo miraba.

La noche siguió entre risas y bromas. Pero cada tanto, cuando Beomgyu hablaba con Jeongin, Yeonjun desviaba la vista, con los dedos apretados contra el vaso, deseando entender por qué le costaba tanto mirar otra cosa.

—No puedo creer que aún recuerdes esa canción. —dijo Beomgyu, riendo mientras movía la cabeza con incredulidad al ritmo de la música, ya estando ebrio.

Jeongin se encogió de hombros, sonriendo con esa calma que siempre lo caracterizó. —¿Cómo olvidarla? Te la pasabas cantándola detrás del gimnasio, ¿te acuerdas? Pensabas que nadie te escuchaba.

—¡Ay, no! —Beomgyu se llevó las manos a la cara, rojo de vergüenza. —¿Me estás diciendo que me escuchabas cantar?

—No solo te escuchaba. —contestó Jeongin, riendo. —A veces me quedaba un rato solo para eso.

when our eyes met | YeongyuWhere stories live. Discover now