—Yo no pienso. —respondió Jungwon tomando su jugo de uva, mirando a cualquier lado.
—¿Por qué no? —Beomgyu levantó la mirada, curioso.
—Porque si lo hago me empiezo a preocupar por cosas que no puedo cambiar. —dijo Jungwon, encogiéndose de hombros. —Prefiero vivir y ya.
Hueningkai soltó una risita. —Qué maduro, ¿no?
—No es madurez. —respondió Jungwon, ladeando la cabeza. —Es miedo.
Fue solo silencio por unos segundos. Beomgyu lo observó sin decir nada, con el popote de su refresco entre los dedos. Pensó en lo frágil que era todo: los días buenos, las amistades, incluso las risas.
Hueningkai volvió a hablar, rompiendo el momento. —Bueno, si yo muero, quiero que en mi funeral toquen música alegre. Nada de llantos.
—Eso no depende de ti. —bromeó Sunoo, empujándolo suavemente.
—Claro que sí. Voy a dejarlo por escrito. —Kai levantó su dedo con orgullo. —"Prohibido llorar, obligatorio cantar".
Los cuatro rieron. La tensión desapareció como si nunca hubiera estado. Sin embargo, cuando Beomgyu miró por la ventana y vio el cielo nublado, no pudo evitar pensar en lo que había dicho Jungwon. "Es miedo." Y por un momento, se preguntó si también era eso lo que sentía él.
Hueningkai revisó su reloj y miró al castaño. —Oh, Jungwon, ¿no se supone que ya deberías estar en tu entrenamiento?
El mencionado parpadeo rápidamente, tomó su mochila de golpe y se levantó. —¡Cierto! Si el entrenador me ve llegar tarde otra vez, me va a hacer correr el doble.
—Entonces corre desde ahora. —bromeó Beomgyu, ganándose una risa de todos antes de que Jungwon saliera casi tropezando por la rapidez en la que iba.
Un rato después, Beomgyu, Sunoo y Hueningkai estaban sentados en las gradas del gimnasio. El eco del balón rebotando llenaba el aire mientras observaban a Jungwon jugar con mucha concentración reflejado en su rostro. Este corría detrás de la pelota, lanzaba y esquivaba como un profesional. Era fácil notar cuánto disfrutaba estar ahí.
—Tiene buena técnica. —comentó Sunoo, con una sonrisa. —Y mira cómo todos lo siguen, parece un pequeño capitán.
—Le apasiona lo que hace. —añadió Hueningkai, apoyando los codos en las rodillas. —Siempre que habla del equipo se le iluminan los ojos.
Beomgyu asintió distraído, siguiendo el ritmo del juego con la mirada. Todo el ambiente tenía algo relajante: la madera del suelo brillando bajo las luces, las risas entre compañeros, el sonido constante del balón golpeando el suelo. Por primera vez en días, se sentía tranquilo.
De pronto Yeonjun apareció en la puerta, con su mochila en mano, agitado por haber corrido al entrenamiento. Se disculpo con todos por llegar tarde, incluído con el entrenador, quien lo regaño pero dejándolo pasar.
Beomgyu por instinto movió su cabeza de lado, curioso por lo sucedido, Yeonjun notó una mirada sobre el y por un momento cruzaron mirabas, el pelinegro le dedicó una sonrisa tímida y corrió a la cancha.
El entrenamiento siguió por un rato más, los chicos observaban detenidamente, emocionando se cada vez que alguno anotaba y algunas otras veces también dándoles animos a sus amigos y Kai recordándole a Soobin lo bueno que era. El silbato final marcó el final del entrenamiento, y Jungwon corrió hacia ellos, con el rostro rojo y empapado de sudor.
—¿Vieron ese último pase? —preguntó entre jadeos, orgulloso. —Casi fallo, pero la metí.
—Casi, pero no. —se burló Sunoo. —Muy bien, estrellita del básquet.
VOCÊ ESTÁ LENDO
when our eyes met | Yeongyu
FanficYeonjun, el capitán del equipo de básquetbol. Beomgyu, el chico que sueña con ser cantante. Sus mundos no podrían ser más distintos, pero hay algo que los une: su gran pasión. Desde la primera vez que se vieron... no dijeron nada. Pero desde entonce...
