C U A R E N T A Y C U A T R O

Start from the beginning
                                        

Llegué a casa justo cuando el sol se escondía tras los edificios, tiñendo el cielo de un naranja casi agresivo. Mi corazón aún latía con fuerza, y aunque estaba agotada, sabía que lo peor estaba por venir. La puerta se abrió antes de que pudiera siquiera apoyar la mano en el picaporte.

—¿Dónde demonios has estado? —la voz de mamá cortó el aire como un cuchillo. Su mirada fija en mí, intensa y acusadora.

No pude evitar encogerme un poco, ese tono era tan familiar como insoportable.

—Llegué tarde —respondí, tratando de sonar calmada.

—Llegaste tarde y no avisaste. Siempre lo mismo, Lyra. ¿No te importa lo que nos haces pasar? ¿Acaso no sabes lo que significa preocuparnos? —Me lanzó las palabras como si fueran piedras, golpeando cada una en mi pecho.

Apenas abrí la boca para defenderme, pero antes de que pudiera decir algo, apareció Peter en la cocina, con esa sonrisa burlona y esa manera suya de aprovecharse del caos.

—¿Qué pasa? ¿La princesita tiene problemas? —dijo con voz irónica, cruzándose de brazos y mirándome con esos ojos fríos que tanto odiaba.

—Nada, mamá sólo quiere que sea responsable, que aprenda a dejar de hacer tonterías —respondí, sintiendo la frustración subir por mi garganta.

—¿Y tú qué sabes de responsabilidades, Lyra? —intervino Peter, acercándose y con un gesto de superioridad que me hacía hervir la sangre—. Siempre estás metida en líos, ¿verdad? No puedes dejar a tus amigos ni un momento, ¿o es que ellos son tu verdadera familia? Porque a mí no me lo pareces.

El aire en la habitación se volvió pesado, y mi cuerpo tenso como un resorte. No quería caer en su juego, pero Peter siempre encontraba la manera de empujar los botones que más me dolían.

—No son sólo amigos —dije entre dientes—. Son lo único que tengo a veces.

—Claro, y por eso vienes a casa herida, con excusas que nadie cree —dijo mamá, señalando mi brazo con la mirada.

Mi respiración se cortó. Miré mi brazo y vi la piel enrojecida alrededor del trapo que aún llevaba atado. Mis dedos se tensaron, recordando el dolor punzante que había sentido.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó mamá, con una mezcla de preocupación y enojo.

—Si les digo, no me van a creer —respondí, sin poder sostener la mirada.

—¿Por qué no? —Peter avanzó un paso, presionándome con su mirada inquisitiva.

Suspiré, con el peso de la verdad aplastándome el pecho.

—Rafe Cameron disparó un arma al aire —dije en voz baja, como si nombrarlo pudiera hacer que la gravedad de la situación se intensificara—. Yo estaba en un árbol, y la bala me rozó.

Ambos me miraron, descolocados. El silencio fue pesado.

Peter gruñó, sacudiendo la cabeza como si fuera imposible de creer.

—Eso no puede ser verdad —replicó con dureza—. Seguro fue uno de sus amigos jugando con un arma, y te hirió. Siempre mientes para encubrirlos. Siempre los pones por encima de todo, y eso es lo que te está hundiendo.

Mis ojos se clavaron en los suyos, llenos de rabia contenida.

—Sabía que no me iban a creer —respondí con voz firme—. No voy a justificar nada, y si crees que soy una mentirosa, adelante. Pero no voy a dejar que insultes a los únicos que realmente se preocupan por mí.

Peter frunció el ceño y volvió a hablar, con un tono aún más molesto.

—Seguro fue uno de tus amigos. Tal vez JJ, el más salvaje de todos.

𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄; 𝘖𝘶𝘵𝘦𝘳 𝘉𝘢𝘯𝘬𝘴Where stories live. Discover now