C U A R E N T A Y C U A T R O

31 2 0
                                        

El pulso en mi brazo latía con fuerza, un martilleo insistente que me recordaba que ahí estaba la herida, que no se iba a arreglar sola

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El pulso en mi brazo latía con fuerza, un martilleo insistente que me recordaba que ahí estaba la herida, que no se iba a arreglar sola.

No podía dormirme, no aún. El miedo había afilado mis sentidos, y la incertidumbre me clavaba en el presente, obligándome a mantener los ojos abiertos, a no ceder ni un segundo.

JJ no me soltaba ni un instante. Sus manos aún firmes en mi rostro, su aliento cálido rozando mi piel, su mirada clavada en la mía, intentando sostenerme cuando sentía que me deshacía por dentro. Había algo en él que era como un faro en medio de la tormenta: firme, incansable, inquebrantable.

—Lyra, tienes que hablarme —susurró, su voz tan baja que casi parecía un secreto—. Dime qué sientes, qué te duele, qué te asusta.

Respiré hondo y traté de ordenar las palabras en mi cabeza que se resistían a salir.

—Me duele... aquí —tosí y señalé mi brazo con un gesto torpe—. Y me da miedo que la bala... que me haya tocado algún nervio.

JJ asintió, pero su expresión se mantuvo firme, como si esa admisión de mi parte no hiciera más que aumentarlo a él en vez de asustarlo.

—Vamos a cuidarte —prometió—. Aquí estoy. No te voy a dejar sola.

Sentí que su mano se cerraba un poco más, suave, pero con intención de sostenerme sin dejarme caer.

La presión del trapo amarrado por Sarah seguía siendo insoportable. Cada vez que ella apretaba un poco más, yo me estremecía, como si el dolor no solo fuera físico sino también una herida emocional que no quería aceptar.

—Sé que duele, Ly —dijo Sarah con suavidad—. Pero si dejamos que sangre, te puedes desangrar.

Quise decir que no quería desangrarme, pero el miedo me atrapó la voz. En cambio, solté un suspiro que terminó siendo un sollozo ahogado.

JJ se acomodó un poco para que mi cabeza quedara recostada en su pecho y, aunque no me moví mucho, sentí el latido de su corazón contra mi mejilla. Era un ritmo constante, un tambor sutil que me recordaba que no estaba sola, que había alguien luchando conmigo.

—¿Recuerdas cuando te caíste de la bici cuando tenías ocho? —me preguntó de repente, intentando distraerme—. Dijiste que te dolía el brazo, pero seguías insistiendo en montar otra vez.

Abrí los ojos para mirarlo, y en su rostro vi una mezcla de nostalgia y cariño.

—Sí, tonta que soy —musité—. Siempre tan testaruda.

Él sonrió, y ese pequeño gesto hizo que me aflojara un poco, aunque el dolor seguía ahí.

—Pues aquí estoy para cuidarte, testaruda —dijo, y su sonrisa se hizo más amplia, como si eso fuera lo único importante en ese momento.

Me quedé en silencio, dejando que sus palabras se posaran en mi mente. A pesar de todo, era reconfortante sentir que alguien te sostenía cuando el mundo parecía caerse a pedazos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Nov 19 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄; 𝘖𝘶𝘵𝘦𝘳 𝘉𝘢𝘯𝘬𝘴Where stories live. Discover now