C U A R E N T A Y C U A T R O

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Pero el miedo seguía acechando en las sombras de mi mente, como un animal al acecho. No podía evitar pensar en todas las cosas que podrían salir mal, en la bala que podría haberse alojado en un lugar peligroso, en lo que pasaría si no nos encontraban a tiempo.

—¿Y si no es suficiente? —musité, temerosa—. ¿Y si la bala está dentro y causa más daño?

JJ apretó mis manos entre las suyas y me miró con una determinación férrea.

—Vamos a hacer todo lo posible para que no sea así. Pero no me dejes entrar en esa espiral, ¿sí? Te necesito aquí, conmigo, peleando.

Quise sonreír, pero mis labios solo se curvaron en una mueca débil. Sin embargo, sentí cómo un poco de esa fuerza que él irradiaba comenzaba a calar en mí.

A pesar del cansancio que me atenazaba, no quería perderme ni un segundo de ese momento, de tener a JJ tan cerca, de sentir su calor y saber que, pase lo que pase, no estaba sola.

—Cuéntame algo —pedí en un susurro—. Algo que no tenga que ver con esto.

JJ pareció sorprendido, pero luego asintió con una sonrisa suave.

—¿Sabes qué? —empezó—. Cuando era niño, tenía un árbol favorito en el patio de tu abuela. Subía ahí cuando quería escapar de todo. Me sentaba en una rama y miraba el horizonte, imaginando mil aventuras.

Lo miré, sus ojos brillaban con un destello de infancia, una luz que parecía haber sobrevivido a todo el caos de nuestras vidas.

—¿Y qué hacías en esas aventuras? —pregunté, intentando apartar un poco el miedo con su historia.

—De todo —respondió—. A veces era un explorador, otras un pirata, y otras simplemente alguien que intentaba encontrar su lugar en el mundo.

Su sonrisa se hizo un poco melancólica.

—Ahora, a veces, solo quiero estar aquí. Contigo, sin pensar en nada más.

Me quedé callada un momento, sintiendo que sus palabras me envolvían. Había tanta verdad y vulnerabilidad en esa confesión.

—Me gusta esa versión de ti —dije—. El JJ que quiere estar aquí.

Él rió bajo, y me apretó suavemente la mano.

—Pues es la única que importa ahora.

Por un instante, la herida y el miedo desaparecieron, reemplazados por una calidez que me hacía sentir viva, a pesar de todo.

Pero entonces, la realidad volvió a golpearme. Sentí un nuevo pinchazo, y mis ojos se humedecieron otra vez.

—No puedo... —susurre.

JJ frotó mi cabello con ternura y me sujetó más cerca.

—No voy a dejar que eso pase —prometió, como si su voz pudiera detener el tiempo.

Podía escuchar los murmullos de los demás a lo lejos, pero todo era un eco distante. Solo quería quedarme en ese pequeño refugio que él me daba, con su olor, su calor y su firme promesa.

—¿Vas a estar aquí toda la noche? —pregunté, con voz ronca y débil.

—Hasta que el sol vuelva a salir —contestó—. Y después también.

Sentí que una lágrima más escapaba, y JJ la limpió con el pulgar.

—Eres más fuerte de lo que crees, Lyra —dijo con sinceridad—. No te rindas ahora.

Intenté asentar con la cabeza, y aunque me dolía hasta el último músculo, dejé que su presencia me sostuviera.

Los minutos se estiraron, eternos y lentos. Mi respiración empezó a estabilizarse, aunque el dolor persistía, más leve, soportable gracias a la concentración y al apoyo.

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⏰ Last updated: Nov 19 ⏰

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𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄; 𝘖𝘶𝘵𝘦𝘳 𝘉𝘢𝘯𝘬𝘴Where stories live. Discover now