Capítulo 4

61.1K 3.1K 58
                                    

El fin de semana, luego de mi encuentro con Daniel, fui a visitar a mis padres y hablé con Sara.

Ella estuvo totalmente de acuerdo conmigo en que no se lo pusiera fácil. Pero que tampoco fuera cruel. Debo asegurarme de mantener un balance.

Es lunes y lo primero que hago es tomarme un café. Empieza una nueva semana laboral como las anteriores y necesito empezar con las baterías recargadas.

Al entrar a la oficina me encuentro con los chicos.

-Mel, me encanta tu enagua.

-Gracias, Carla -la abrazo para saludarla-. Tu te vez muy bien hoy, ¿algo especial?

La pobre Carla se pone tan roja como un tomate y cuchichea.

-Michael me invitó a salir hoy por la noche.

-Eso es genial -la felicito-. Mucha suerte hoy.

Entro en mi oficina y a los segundos entra Vicki con una sonrisa.

-¡Querida Melody! Debes contarme TODO -habla con una voz chillona y pegando saltitos.

-¿Qué cosa? ¿De qué hablas?

-Hablo del hombre con el que te fuiste del bar el viernes. ¡Está como le da la gana!

-Ssh... -intento que baje la voz- lo único que falta es que nos despidan por este escándalo.

-No seas exagerada, querida. Cuenta.

-Por cierto, ¿cómo se te fue a ocurrir dejar que me fuera sola con él? ¿Y si era un asesino o un delincuente de cualquier tipo?

-¿Estás loca? Obvio él no es así... ¿o si? -"pero que mujer mas tonta".

-Vicki.

-Ya, ya, bueno -levanta sus manos en señal de derrota-. ¿Cómo fue? ¿Quién era? ¿Cómo se llamaba?

-Vicki.

-¿Qué? -la chica no se calla ni un segundo.

-Podría decirse que es mi ex.

Se lleva las manos a la boca en señal de sorpresa.

-¡No puede ser! ¿Y qué hacía ahí?

-Eso aún no lo tengo muy claro -me encojo de hombros-, luego hablamos, tengo que trabajar.

Ella asiente y sale de mi oficina.

Es una mañana bastante tranquila... hasta cinco minutos antes de que sea la hora del almuerzo.

Entra a mi oficina el gerente general de la fundación junto con el presidente, su secretario y el tesorero, todos esos caballeros guiando al señor Wohlberg, Daniel Wohlberg.

-Buenos días, señorita Smith -me saluda el gerente.

-Buenos días, ¿A que se debe el honor? -respondo tratando de mostrar mi sonrisa más sincera.

-El señor Wohlberg, es el dueño de la fundación y quería dar un recorrido para conocer las instalaciones y a su personal -responde amable.

-Estábamos contándole al señor Wohlberg el maravilloso trabajo que usted ha realizado hasta ahorita, señorita Smith, estamos orgullosos y muy agradecidos con usted -me tiende la mano el presidente.

-Es muy amable -se la estrecho-, pero yo sólo hago mi trabajo.

-Señorita Smith -saborea mi nombre.

-Señor Wohlberg -asiento.

-Volvemos a encontrarnos -su mirada se vuelve oscura y una sonrisa aparece en su rostro.

Nuevo Trabajo... Mismo JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora