don't blame me | kooktae

Capitulo 25

—¿Crees que el Sur descubrió nuestros movimientos por casualidad? ¿Crees que no han vigilado tus pasos desde que fracasaste con Jeon? —avanzó un paso, su voz firme como piedra—. Te di libertad. Incluso después de haber fallado con el enemigo. Te cubrí cuando trajiste vergüenza. Pero esta vez... esta vez, el precio lo pagó uno de los nuestros.

—¡Yo no los mandé! ¡Yo no ataqué al bebé! ¡Yo no toqué a Taehyung!

—¿Y crees que eso les importa?

La pregunta cayó como un cuchillo.

—Tzuyu, mi dulce hija... cuando alguien apunta al cachorro de un Alfa dominante y casi lo hiere, no preguntan quién firmó la orden. Quieren cabezas. Y tú —le tocó el pecho con un dedo firme— eres la cabeza más visible en este juego podrido.

Ella retrocedió, helada.

—¿Vas a entregarme?

Donghyun sonrió. No con ternura.

Con poder.

—Claro que no. Todavía no. Pero te vas de aquí esta noche.

—¿Qué?

—Te esconderás. No con tus aliados, no con las manadas. En mis túneles. Con nuevo nombre, nuevo rostro si es necesario. Hasta que esto se calme.

Ella negó con fuerza, temblando.

—¿Y si no se calma?

—Entonces espero que no te encuentren primero.

Tzuyu lo miró como si no reconociera al hombre frente a ella.

—¿Y todo por qué? ¿Por qué hiciste esto?

Donghyun se volvió hacia la pantalla, donde una imagen estática de Taehyung cargando a Siwoo ensangrentado había sido filtrada por informantes del Oeste.

—Porque los Kim y los Jeon se creen intocables. Porque el Norte y el Sur llevan demasiado tiempo bailando con la cabeza alta... Y porque nadie se atreve a arrancarles el corazón.

La imagen cambió. Apareció Seokjin con su aura dominante. Luego Jungkook.

—Yo sí. Pero al parecer... todavía no con la precisión que quería.

Se giró hacia ella una última vez.

—Ahora corre. No porque quiera protegerte. Sino porque aún no estoy listo para que uses tu muerte como mensaje.

Tzuyu no pudo contener el temblor en sus labios. Ni el asco en la garganta.

No por miedo a morir.

Sino por darse cuenta de que, para su padre...
ella no era más que una ficha mal jugada.

Y el tablero apenas estaba comenzando a mancharse de rojo.

...

La habitación estaba en penumbras, solo iluminada por una lámpara de escritorio que proyectaba sombras largas sobre la mesa de madera. Seokjin revisaba con concentración varios documentos esparcidos, cuando la puerta se abrió sin hacer ruido y Jisoo entró, con un pequeño dispositivo en la mano y el ceño fruncido.

—Hermano —susurró, cerrando la puerta tras ella—. Hay movimiento.

Seokjin levantó la mirada, una mezcla de cansancio y alerta en sus ojos.

—¿Qué tan cerca estamos?

Jisoo dejó el dispositivo sobre la mesa, pulsó un botón y una serie de fragmentos de audio distorsionados comenzaron a reproducirse, voces codificadas y señales de ubicación.

—Más de lo que nos gustaría admitir —dijo con voz baja—. Ya no está escondida. O al menos, no tan bien.

Seokjin apretó los labios, su mirada se endureció.

—Tzuyu.

Jisoo asintió, sus dedos jugando nerviosamente con el dispositivo.

—No es seguro. Está tensa, probablemente sabe que la buscan. Pero está tratando de no dejar rastro. Esto es un paso adelante, o un error fatal.

Seokjin dio un paso hacia la ventana, observando la ciudad bajo la oscuridad.

—Si la capturamos ahora, evitamos más derramamiento de sangre. Pero si fallamos, perderemos toda ventaja.

Jisoo levantó la vista, sus ojos brillando con determinación.

—¿Y si es una trampa?

—Entonces caeremos con fuerza —respondió Seokjin con voz firme—. No podemos permitir que esta vez nos tomen desprevenidos.

Un silencio denso se instaló en el cuarto, cargado de la gravedad del momento.

—Prepara a los mejores —ordenó Seokjin—. Quiero a los mejores en vigilancia y captura. Y que tú estés al mando.

Ella asintió, con la mezcla de orgullo y presión que suponía esa responsabilidad.

—Lo haré.

Seokjin volvió la mirada hacia ella, serio pero confiado.

—Esta vez, no hay margen para errores.

El sonido del dispositivo seguía sonando, un recordatorio persistente de que el juego apenas comenzaba.