La noche era espesa.

Tan silenciosa que incluso los grillos parecían ausentes.

Min Kyung llegó solo, como le indicaron. No era raro: en su posición, las negociaciones secretas eran parte del trabajo. Alguien había prometido entregarle información sobre un posible soplo dentro del clan Park. "Solo tú", decía el mensaje. "Sin armas. No lo arruines."

Pero cuando llegó al sitio —una bodega abandonada, medio derruida por el tiempo— no encontró informantes.

Solo oscuridad.

Y pasos.

Cuatro figuras emergieron del perímetro, todas encapuchadas. No llevaban insignias, ni brazaletes, ni marcas reconocibles. Solo silencio y precisión.

Min Kyung retrocedió un paso, sintiendo la amenaza que no se nombraba.

—¿Quién... quién los manda? —preguntó, tenso.

Una figura dio un paso al frente. En las manos, llevaba una carta doblada, sellada con una gota de cera negra sin escudo alguno.

La lanzó a sus pies.

—Un aviso —dijo una voz grave, distorsionada. Imposible de identificar.

—¿Qué es esto? ¿Creen que pueden intimidarme con...?

El disparo cortó la frase.

Sordo. Preciso. Entre los ojos.

El cuerpo de Min Kyung cayó hacia atrás, con la carta aún temblando sobre el asfalto.

Una segunda figura —ligera, precisa como una sombra se acercó. Clavó un cuchillo sobre la carta, hundiéndolo en el pecho del cadáver.

Y allí, en letras limpias, sin firma... solo decía:

"Hay líneas que no se cruzan.
Tocaron sangre inocente.
Esto es solo la primera respuesta."

No firmaba ninguna manada.

No había iniciales. Ni escudo.
Pero el estilo, la ejecución limpia, el mensaje sin adornos, la ausencia de huellas...
Eso solo podía ser obra de él.

Del Sur.

De Jeon Jungkook.


...



La habitación estaba en penumbras. Las paredes de concreto sudaban humedad y los generadores zumbaban con inestabilidad. Tzuyu caminaba de un lado a otro, con los ojos abiertos de par en par y las manos temblorosas. Llevaba días sin dormir bien. Pero esta noche... esta noche era distinta.

Una noticia había llegado.

Min Kyung.
Muerto.

No desaparecido. No amenazado. No secuestrado.

Muerto.

El mensaje, según los infiltrados, fue claro. Un tiro limpio. Una carta sin escudo.
Y la advertencia.

"Hay líneas que no se cruzan."
"Tocaron sangre inocente."
"Esto es solo la primera respuesta."

No hacía falta firmar. Todos sabían de dónde venía.

El Sur.

—¡Maldición! —gritó Tzuyu, lanzando una silla contra la pared.

Una de las sombras que la vigilaban desde fuera se asomó. Ella le gruñó con rabia.

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⏰ Last updated: Jul 30 ⏰

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