¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ᵎᵎ . ɞ˚˙
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─────────────────────────
Las clases ya habían concluido. El sol comenzaba a caer detrás de los edificios, tiñendo los ventanales del instituto con tonos anaranjados y dorados. La mayoría de los estudiantes ya se habían marchado, dejando los pasillos en un silencio roto sólo por el eco de pasos lejanos y el murmullo del viento colándose por alguna ventana entreabierta.
Algunos salones ya estaban completamente vacíos, como el de Keisuke Baji. No quedaba ni un alma en el aula, excepto él.
Sentado en su pupitre, con la espalda recta y el ceño fruncido, él pasaba las páginas de un diccionario con la mano izquierda mientras sostenía un lápiz con la derecha. Una hoja descansaba frente a él, cubierta por tachones, anotaciones y palabras escritas una y otra vez. Acomodaba de vez en cuando las gafas sobre el puente de su nariz, un gesto automático cada vez que se inclinaba demasiado sobre el papel.